VALÈNCIA. Para inaugurar el ciclo lied de esta temporada, Les Arts trajo el sábado a una de las cantantes líricas más cotizadas de los últimos años: la versátil y carismática mezzo norteamericana Joyce DiDonato, quien ya visitara el coliseo del Jardín del Turia hace 10 meses exponiendo su especial arte barroco, para dejar boquiabiertos a los aficionados. De esa música para canto melismático, da el salto la estadounidense al lied romántico, música más intimista, para un canto libre de afectaciones y alaracas.
Pero además, DiDonato no ha elegido para la ocasión cualquier compositor ni cualquier obra, sino que ha ido a buscar a Franz Schubert, quizá el mayor exponente del género, y su soberbia obra de la madurez Winterreise, ciclo de 24 piezas escrito en 1928, cumbre de su producción junto a la también aclamada Die Schöne Müllerin. Con poemas de Wilhelm Müller, El viaje de invierno cuenta cómo espera la muerte un joven torturado por sus frustraciones y sus sueños.
Con más de 600 lieder compuestos, Schubert, encumbró la canción, -lied-, a la forma musical con categoría de obra de concierto gracias a su extremada sensibilidad compositiva, al dotar de notable profundidad a las piezas, resultado de la indisoluble relación del texto y la música, y creándolas con altísima calidad en la línea de la sencillez. Gran melodista, y amante de la literatura, el vienés fue cantante, y quizá por eso supo aunar en sus obras vocales el gusto por el canto con el del texto.
En el Winterreise, se refleja la personalidad del autor, sin posibilidad de encanto ni sensiblería, y su impronta gélida. Compuesto para voz de tenor, se extendió pronto a voces baritonales, de color más ajustado quizá a la estética de la obra, como las de Hermann Prey y Dietrich Fischer-Dieskau. Pero también ilustres voces femeninas se han atrevido con la pieza, como las mezzo Christa Ludwig y Brigitte Fassbaender.
Truco o trato
Y es el caso, ahora, de Joyce DiDonato. ¿Por qué no? La americana dispone de una voz de timbre más claro de lo acostumbrado para esta pieza glacial y oscura, para ese viaje melancólico y trágico. Pero dispone de una voz poderosa que le permite abordar la pieza con éxito, gracias a su enorme sensibilidad, su extraordinaria musicalidad, su sapiencia, y sus enormes recursos técnicos. Con ello hace un Winterreise expresivo, con adecuada seriedad dramática, y exenta de afectación alguna, y de banal melancolía.
Sin truco alguno, DiDonato sí hizo un trato con el público presentando un viaje de sencillo discurso melódico, proponiendo un juego basado en la expresión. Para un Schubert disciplinado y exquisito podrá sobrar algún legato que desvirtúa la pureza del texto. Podrá potenciar más la utilización de la palabra como la unidad interpretativa en lugar de la frase. Podrá también ganar en naturalidad del sonido; y en una mejor conexión con el propio texto…y también con la audiencia. Pero ahí está su fuerza expresiva.
Más expresión que comunicación
Nadie puede dudar del ejercicio de control absoluto y permanente sobre el discurso interpretativo. Su timbre, algo frío, su voz mejorable en armónicos, y sus broncas notas graves, en este caso fueron aliados de su dueña, para ese inteligente Schubert dicho desde su perspectiva, con más expresión que comunicación.
Presentada elegantemente despeinada, como a ella le gusta, parecía contar un transitar bajo las tormentas en primera persona con el pelo todavía mojado. Entre sus manos, a modo de libro de bitácora, pasaba página a unos recuerdos, narrando el errático deambular de un protagonista imaginario. Allí debió fluir más música y más texto. Pero miró tanto al diario que quedó mermada la necesaria conexión con el público, tan esencial en este arte tan comunicativo como es el lied. ¿Cuánto de profundidad y cuántas sutilezas se quedaron en la lectura?
La mezzo volvía al estrado desde su lejano pensamiento cada vez que el piano de Craig Terry la despertaba para la siguiente canción. Su compatriota fue certero en la necesaria unión interpretativa, haciendo que su instrumento dialogara de forma admirable con la voz de la mezzo. Ejemplo de ello fue el bellísimo Der lindenbaum y el descriptivo Auf dem flusse. También profesional de gran musicalidad, aportó el pianista el justo aire en cada pieza, convirtiéndose en un perfecto partenaire de DiDonato, y consiguiendo con ella momentos verdaderamente seductores.
La emoción es otra cosa. Es subjetiva. Y cada uno se emociona con lo que puede. Pero, sin duda la mezzo aportó un ciclo construido a base de elegancia, musicalidad, depurada técnica, y un instrumento infalible para la emisión. Di Donato es una grande. Hizo un Schubert suyo, decidido y elegante. En los 24 momentos tuvo ocasión de demostrar la calidad de su voz, y la cantidad de recursos que atesora, y que le permiten abordar ópera, lied, barroco, etc. Como un bellísimo gemido interpretó el Wasserflut; con pianísimos aflautados abordó el descriptivo Auf dem flusse; con expresión certera acometió Das wirtshaus; y entonó soberbia el Der leiermann. ¡Sin papeles, claro!
Al terminar el ciclo se dirigió al público para conectar como sabe ella. Esa es la DiDonato. Dijo que para ella compartir sentimientos es siempre muy importante; y sobre todo después de épocas recientes tan tormentosas. Y recordó que Strauss ya dijo que “mañana el sol volverá a brillar”. Entonces cantó el Morgen.
Demasiadas butacas libres para la ocasión, que en cualquier caso se convirtió en un disfrute para los melómanos, y una fiesta para los amantes del lied, que al final despidieron a los protagonistas con generosos vítores y aplausos. Quizá vuelva la DiDonato al Palau, -ojalá sea pronto-, a sorprendernos de nuevo con su arte canoro. Y, -¿por qué no?-, abordando piezas de ópera, para el lucimiento de su saber hacer en la coloratura. Entonces, no habrá una sola butaca vacía.
FICHA TÉCNICA
Palau de Les Arts Reina Sofía, 30 de octubre del 2021
Recital lied. WINTERREISE
Música, Franz Schubert
Texto, Wilhelm Müller
Joyce DiDonato, mezzosoprano
Craig Terry, pianista