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VALÈNCIA (EFE/EVA BATALLA). El actor Juli Mira (Alcoi, 1949) asegura en una entrevista con la Agencia EFE que necesita el teatro como el gimnasio para "ponerse en forma", que en su tiempo libre "vuela" con un simulador digital, que gozó doblando a Marlon Brando, y que Berlanga le hizo "una encerrona" para rodar con él. Comenzó en el mundo de la interpretación a través de su amigo Lluís Miquel, de Tabalet, fue quien le hizo una propuesta "lo suficientemente deshonesta para aceptarla y dejar el banco". Trabajó en la banca desde los 18 hasta los 39, pero lo compaginaba con el teatro. En vacaciones hacía rodajes, bolos de teatro y así iba matando el gusanillo. Pero su verdadera ambición siempre fue dedicarse a la interpretación.
-¿Cómo y cuándo empezó?
-En 1988 empecé a hacer doblaje para Canal 9 y estuve año y medio yendo al banco a las ocho de la mañana, saliendo a las tres y comiendo un bocadillo en el coche camino de Valencia hasta las doce de la noche. Llegó un momento en el que tenía que decidir entre una cosa y otra.
-El doblaje le ha permitido poner voz a grandes intérpretes internacionales como Marlon Brando, Humphrey Bogart, Peter O'Toole... ¿Cuál es su favorito?
-Marlon Brando es la bestia. Le doblé en "El Padrino" y en "El último tango en París". Cuando llegaba a casa mi mujer bromeaba y me decía: "No te has dejado a Paul (personaje de Marlon Brando en la película de Bertolucci) en el estudio", porque me lo llevaba a casa.
-Usted ha tocado todas las 'patas' de la interpretación, desde el doblaje al teatro, el cine y la televisión. ¿Con cuál se queda?
-Con todas, pero necesito el teatro como el gimnasio. Hacer de vez en cuando una función de teatro es lo que me pone en forma y de alguna manera el teatro es eso, me pone al día. Cosas que no hubiera hecho nunca en la vida las hago en el teatro y siento que vuelvo al principio.
-¿Y es más de dramas o de comedias?
-De lo que sea. Aunque mi voz y mi imagen me condicionan y normalmente no me buscan para hacer un personaje de comedia.
-Usted dijo que jamás trabajaría con Luis García Berlanga y al final lo hizo. ¿Como le embaucó?
-Me hizo una encerrona. Yo no soy de improvisar, necesito tenerlo todo muy estructurado y él era un 'viva la virgen'. Una noche coincidimos y estuvimos de copas, hablando de lo divino y lo humano, pero no de trabajo. Al día siguiente me llamó mi representante para decirme que Berlanga le había enviado un contrato de trabajo para que lo firmara. Fue para la película (para televisión) de Blasco Ibáñez. Cuando acabó el rodaje, Luis se acercó a mí y me dijo: "Con que no ibas a trabajar conmigo". Era un fuera de serie.
-¿Y de dónde viene su afición de volar con un simulador? ¿Es un piloto frustrado?
-Tuve la suerte de hacerme con un programa de ordenador y empecé a juntarme con gente que volaba. Tengo a un amigo piloto de aviación, que fue controlador en la torre de Jerez, ahora jubilado. Él me examinó del título de piloto y llegué a pilotar, pero solo en simulación. Es una afición con la que me lo paso bien, pero no he cogido los mandos reales de una avioneta.
-¿Cuál es la música que forma parte de la banda sonora de su vida?
-Serrat y Sabina, pero sobre todo Serrat.
-Una lectura que recomendaría.
-Lo último que he leído es una novela corta de Yasmina Reza, la autora de "Arte", que se llama "Una desolación". Es una delicia, se lee en dos días pero releerla es otro placer añadido, es magnífica.
-¿Y una ciudad para perderse?
-Alcoi y Cullera. No necesito más. Paso seis meses en cada una de ellas. El invierno y el corazón del verano lo paso en Alcoi, donde tengo mi patio y mi jardín, y el resto en Cullera, frente al Mediterráneo.
-¿Alguna pesadilla?
-Esta mañana me he levantado en una depresión horrible: teníamos que hacer la última función de teatro, la de "Ulises en Berlín", y no me acordaba de nada del texto. Esta pesadilla es repetitiva, no muy a menudo, pero es terrible.
-¿Tiene miedo a algo?
-A sufrir. A la muerte, no. Tengo miedo a sufrir porque es muy inhumano, por eso veo la eutanasia como algo magnífico. Cuando los médicos te dicen "ya no podemos hacer nada más", dejémoslo estar entonces, qué hacemos aquí.
-Y para terminar... ¿cómo le gustaría que le recordaran?
-Como una buena persona.