En esta columna de Noticias de Oriente regresamos nuevamente a Corea del Sur. Lamentablemente esta vez no es para ensalzar su singular literatura o para valorar muy positivamente las bases de su vibrante economía. La desastrosa tentativa de su presidente Yoon Suk-yeol de instaurar la ley marcial por primera vez en cuatro décadas con todas las reminiscencias de vuelta a un pasado autoritario que conlleva, ha sumido al país en el caos político total. Se trata probablemente de los momentos más extraños de la historia política de Corea. Por otro lado, este pasado no es muy lejano en el tiempo ya que hasta los años 80 Corea era una dictadura militar.
El protagonista de este drama (que en algunos momentos parece estar tornándose en sainete) es el presidente Yoon cuya victoria muy ajustada (por una diferencia mínima de 0,73%) en marzo de 2022 analicé en su día. Su ideología es claramente conservadora pero de ahí a intentar un golpe de estado hay un trecho enorme. En su discurso inaugural en mayo de 2022 afirmó que reconstruiría el país de forma que se asegurase su pertenencia al pueblo. El antiguo fiscal de 63 años que alcanzó la cima de la carrera por haber sido nombrado fiscal general del estado por su antecesor en el cargo Moon Jae-in protagonizó casos muy sonoros contra la anterior presidenta Par Geun-hye.
Ahora se encuentra ahora inmerso en un proceso cuyo desenlace es más que probable que se lo lleve políticamente por delante. Es cierto que ya se había convertido en una figura muy controvertida. Los dos años que lleva en el gobierno han resultado más que decepcionantes: no ha conseguido prácticamente sacar adelante las leyes que prometió (de hecho solo se ha aprobado el 29% de las normas que ha remitido al parlamento) y su popularidad ha estado permanentemente en horas bajas. Es verdad que algunas decisiones han resultado especialmente controvertidas. Me refiero al traslado de la tradicional residencia oficial en la Casa Azul en el centro de Seúl a un complejo militar tras haber consultado a unos chamanes. Y sobre todo los escándalos que rodean a su polémica mujer Kim Keon Hee. No es el único mandatario que tiene problemas derivados de las actuaciones más que reprobables de su mujer.
En efecto, probablemente en mayor riesgo que amenaza al presidente Yoon es su mujer. La lista de ilícitos en los que está implicada es larga. Desde la acusación de plagio en relación con un trabajo académico hasta su trabajo con el turbio asesor político Myung Tae-Kyun. O haber recibido regalos (es un clásico) por importe de 2.200 dólares americanos del pastor americano coreano, Choi Jae-young y en forma de bolso de Christian Dior. También ha protagonizado un escándalo de manipulación de acciones de la sociedad Deutsch Motors. Algunos analistas políticos consideran a su mujer como una bomba de relojería para la carrera del presidente Yoon. Y puede que estén en lo cierto y que tratar de protegerla se ha convertido en la motivación detrás del desesperado intento de declaración de la ley marcial.
En efecto, el parlamento, dominado por la oposición del Partido Democrático de Corea, se disponía a aprobar dos normas. La primera norma iba a suponer retirar al círculo más cercano al presidente Yoon de los fondos reservados (que son de uso confidencial y que no requieren justificación alguna). La segunda medida era constituir una comisión para investigar a Kim Keon Hee. El motivo alegado por el presidente de que entre los parlamentarios de la oposición existe una oscura confabulación provocada por intereses norcoreanos ni se ha acreditado ni se sostiene. Resulta inadmisible e irresponsable que por motivos estrictamente personales se haya sometido a la joven democracia coreana a una crisis monumental. No solamente el escándalo político ha impactado en la imagen de Corea del Sur en el mundo hasta el punto que el episodio nos resulte familiar sino que también está teniendo efectos serios en su economía. Así el impacto ha provocado una altísimo volatilidad en los mercados de valores y el won ha profundizado disminuyendo nuevamente su valor en su brecha con el dólar.
El presidente Yoon debería dimitir de forma inmediata. Es la única manera de que la situación se pueda canalizar y resolver. Dada las circunstancias su permanencia en el poder está descartada. Si no lo abandona la presidencia de forma voluntaria deberá ser destituido por el parlamento. Ya ha habido un intento que no ha prosperado pero sucederá más tarde o más temprano. Y esta decisión es previsible que la apoye el propio partido del presidente. Me temo que no hay opción para superar esta crisis y devolver la credibilidad a las instituciones coreanas.