VALÈNCIA. La agenda valenciana se encuentra en el congelador. Y ahí permanecerá varios meses. Las reclamaciones sobre la reforma del sistema de financiación, el fondo de nivelación, las infraestructuras o el agua pueden ser proclamas constantes y recurrentes a modo de discurso público o de críticas al PSOE por parte de la Generalitat. Pero poco más. Ni el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anda pendiente de ello, ni el jefe del Consell, Carlos Mazón, tiene posibilidad ahora mismo de desplegar su estrategia institucional en este sentido con un mínimo de repercusión.
Los motivos principales son dos. De un lado, el ciclo electoral actual, con los comicios vascos, catalanes y europeos. De otro, la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
Las elecciones en el País Vasco se celebran este domingo 21 de abril. Las de Cataluña el 12 de mayo. Las del Parlamento Europeo en junio. Todas resultan de importancia y en todas se la juegan los partidos, aunque en las primeras se verán los equilibrios territoriales y la medición de fuerzas de las formaciones.
En las de las autonomías, el PP aspira a crecer –las encuestas vaticinan que tiene difícil asumir un papel relevante en la gobernabilidad– y a que Vox sufra un desgaste, lo que les otorgaría una posición más dominante en las alianzas que ya mantienen en los gobiernos compartidos en varias comunidades. Su gran cita son las europeas, en las que Alberto Núñez Feijóo confía en arrasar.
En mitad de una legislatura de incertidumbre, al PSOE le afectarán de manera directa los resultados, no sólo por las mayorías de las que pueda formar parte sino porque los votos de los nacionalistas e independentistas de ambos territorios son claves para la continuidad del Gobierno central.
Así que en medio de toda esta marejada, parece poco probable que cuestiones de otros territorios encuentren hueco en el foco mediático o en el discurso nacional. Una vez más. El escaso interés del PSOE por abordar la reforma del sistema de financiación o un fondo de nivelación –un mecanismo transitorio con el que se reparte dinero entre las comunidades peor financiadas para que puedan acercarse a la media del conjunto de territorios– se une ahora a que la capacidad del PPCV para presionar es menor.
Mazón anunció su intención de iniciar una ronda de encuentros a lo largo de estos primeros meses de 2024 con otros presidentes autonómicos –Murcia, Madrid, Andalucía, Baleares, Aragón...– para unificar reivindicaciones y evidenciar lazos comunes. Y aunque ha habido gestos y actos con alguno de ellos –el último fue con Fernando López Miras–, no ha podido cumplir con su calendario inicial. Si lo retoma, tendrá que ser de cara a verano o para el próximo curso político (ya en septiembre).
El presidente de la Generalitat (y el PPCV) no eliminan de su discurso público las reclamaciones al Gobierno central. La petición a Pedro Sánchez de que convoque una Conferencia de Presidentes para tratar todos los asuntos económicos territoriales es una constante. Pero con nulo éxito. A ello se une que no ha habido siquiera un encuentro oficial entre ambos dirigentes (ronda que suelen realizar todos los presidentes del Gobierno al iniciar su mandato).
Así que clamar para nada tampoco es que sirva de mucho en este momento. Sánchez va a otra cosa y Feijóo, aunque entra en alguna de las cuestiones valencianas como el agua, tampoco parece que tenga la agenda completa entre sus prioridades ahora mismo con tres elecciones por delante.
La decisión de prorrogar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) ayuda también a mantenerla en el congelador. En una tramitación de las cuentas en el Congreso, el PP podría tener su oportunidad de presionar y meter en el foco nacional asuntos como la financiación. Al igual que partidos como Compromís, cuyas promesas de que todo se iba a solucionar gracias a su pacto con Sumar han quedado en nada. Pero no es el caso. Un combo perfecto, el del ciclo electoral constante, para que todo siga igual allá donde da igual que todo siga igual.