VALÈNCIA. Gandia, por su volumen de población y pujanza histórica, capitaliza la Safor y representa, en habitantes, alrededor del 40% del total de los 180.000 de la comarca. Oliva y Tavernes de la Valldigna, en los extremos sur y norte de la demarcación, respectivamente, constituyen el segundo y tercer centro urbano en residentes.
Y entre ellos existe una treintena más de poblaciones, que, en la mayoría de los casos, gravitan en torno a Gandia. Algunas incluso lucen este topónimo a modo de apellido del suyo propio, como Real de Gandia o Palma de Gandia.
Este último municipio, situado a aproximadamente seis kilómetros de la capital saforeña, aglutina a unos 1.500 moradores y tiene como alcaldesa a Paula Femenia. Logró hace menos de un año, en mayo de 2023, mayoría absoluta en su primera tentativa de candidata.
De hecho, como apunta, lleva menos de dos años militando en una formación política. En su caso, sucedió como abanderada de Compromís a Inma Escrivá, que falleció ejerciendo el cargo en el pasado mandato. Femenia, Trabajadora Social de formación y técnica del Instituto Valenciano de la Juventud de oficio, asumió el reto del número uno. "No pensaba ir en ese puesto, pero me insistieron y lo acepté", apunta.
La principal motivación de hacerlo consiste, según recalca, en que "siempre me han interesado el trabajo y la justicia social, cambiar las cosas para mejorarlas". Y con el fin de abrazar de forma pragmática ese sueño, qué mejor lugar para hacerlo que su pueblo "donde he nacido, participo en la banda de música, en las fiestas, hago aeróbic..." y que provenía de un mandato en el que el fallecimiento de Escrivá provocó un cambio de gobierno.
PP y PSPV se aliaron y, con cinco ediles, dejaron fuera de la alcaldía al candidato de Compromís, Manolo Sansaloni, que no pudo reemplazar en el nuevo pleno de investidura a su antecesora en la lista. Si la situación resultaba complicada, se enturbió más con una investigación de Fiscalía Anticorrupción por denuncias de intento de compra del voto de un concejal del PP por parte de Compromís.
"Entré para desbloquear la situación y la dinámica de constante discusión política. Hacía falta un cambio", sostiene la actual alcaldesa de Palma, que defiende como atractivos de su municipio el lavadero, las cuevas ("que necesitan rutas y señalización") o el casco antiguo "que te invita a pasear por la huerta", además de la ubicación, cerca de playa y montaña.
Si la situación se antojaba difícil a priori, el mandato se ha complicado más por un tema tan puntual como básico: el suministro del agua potable. De hecho, en la actualidad se basa en el reparto de "dos litros y medio de agua embotellada por persona y día para beber y cocinar que las familias pueden venir a recoger martes y jueves a un local contiguo al edificio del Ayuntamiento", según especifica.
¿Y cómo se ha llegado a ese punto de no poder utilizar el agua del grifo para consumo humano en Palma de Gandia, en el sur de la provincia de Valencia?
El origen se remonta a 2019. "Los elevados nitratos y plaguicidas contaminaban el agua del pozo de Sant Miquel, propiedad privada, que utilizábamos. Como medida provisional nos conectamos al suministro de Ador -localidad limítrofe- para cuatro años y siempre que en ese término no tuvieran dificultades de suministro", relata Femenia.
El citado cuatrienio concluyó en octubre de 2023. "Ador ya sufre problemas de abastecimiento y la calidad del agua no es la que desearíamos", indica la alcaldesa para aludir a lo que denominan 'la segunda crisis del agua' (la primera fue la de 2019 antes citada).
"La solución definitiva pasa por conectarse al pozo de Vilallonga, que surte a 13 municipios ya. La Mancomunitat de la Safor nos autorizó", señala. Desde la entidad mancomunal confirman que "hemos hecho lo que debíamos. Aunque estemos en alerta de emergencia hemos aprobado dar agua a Palma pese a que no tenga concesión y con el respaldo de la Confederación", tal como señalan desde esta entidad presidida por el alcalde de L´Alqueria de la Comtessa, Voro Femenia.
Este último coincide en apellido con la máxima munícipe de Palma pese a que no se hallan unidos por lazos familiares. Posiblemente sí que compartan ancestros. "Mi familia y la suya provienen de Palmera", indica Paula Femenia ya como anécdota dentro del relato de la historia de la ‘crisis del agua’, parte 2.
El pleno palmissó (de Palma, que no de Palmera) aprobó por unanimidad, el 30 de enero, empezar las obras de conexión, que se iniciaron hace unos diez días y que abarcarán seis meses. El principal problema, además del tiempo sin agua potable, consiste en el coste de la intervención.
La alcaldesa de Palma explica que la empresa concesionaria la cargará en las tarifas de los contribuyentes en los próximos 25 años. A repartir entre los abonados de un municipio de 1.500 vecinos, suponen, según apostilla Femenia, un recargo de 626 euros.
"No tenemos ayuda pese a tratarse de una cuestión de primera necesidad y sobre la que existe un modelo de referencia, como la urbanización Monterrei, entre Palma y Real, cuyo abastecimiento se pago con fondos supramunicipales. Hemos de costearla con una tarifa a los afectados. En cualquier caso, todo el superávit que tenga el Ayuntamiento en los próximos años lo reinvertirá en amortizar el coste de la obra", hace hincapié Paula Femenia.
Desde Diputación matizan que la competencia en el suministro de agua es municipal y que en casos como el Palma, la solución suele acometerse con “una planta de filtración o con una conexión de sistema en alto, que es lo que han hecho y que supone un tubería de tres kilómetros”.
Además, recalcan que la corporación provincial tiene un plan abierto de inversiones para los municipios, al que puede sumarse Palma. A este respecto explican que el pago de una obra de esta envergadura podría realizarse con fondos provinciales, locales y de la concesionaria, o de alguna de las tres partes, para hacer hincapié en que el propio consistorio dispone de un remanente de tesorería suficiente para afrontar la obra.
Incluso subrayan que "nadie, ni empresa pública ni privada ni mixta, carga 600 euros a ningún vecino por una obra de estas características" y que "el Consistorio puede perfectamente acogerse a ayudas de Diputación".
De cualquier modo, el fin del peregrinaje hídrico parece cada vez más cercano para Palma de Gandia, un municipio que sin hallarse en zona de extrema sequía abastece a sus vecinos con bidones de agua potable.