Según el consultor, la tecnología debe ir acompañada de políticas y compromisos supranacionales, liderados por las grandes potencias porque así se logrará un futuro agroalimentario sostenible
VALÈNCIA. A pesar de lo mucho escrito sobre el futuro y las necesidades de cambio de nuestro modelo de alimentación, no me resisto a incidir sobre un asunto que considero que debería tener una lugar más relevante en las agendas de todos los países e instituciones internacionales. Nos enfrentamos a un panorama no muy esperanzador.
Los cuatro grandes bloques de problemas los podemos englobar de forma casi evidente:
Sin duda, la respuesta a cómo daremos de comer a toda esta nueva población es la piedra angular de donde deben partir las estrategias de la industria en los próximos años, y esa respuesta solo puede venir desde la innovación y la tecnología sostenible. La única buena noticia en el complejo futuro de nuestra alimentación es que los desarrollos tecnológicos en este campo avanzan de manera esperanzadora. La biotecnología, la genómica la inteligencia artificial o el big data -aplicadas tanto en la agricultura y ganadería como en la producción de alimentos- deben ayudar a cambiar la manera en la que nos alimentamos.
Los dos mundos a los que hacíamos referencia al principio están muy distantes: aquí seguimos con debates de 'estómagos llenos' donde vemos consumidores que demandan productos veganos, bio, orgánicos , de proximidad, sin maltrato animal... sobre todo en un entorno de consumidores jóvenes y urbanos y, por supuesto, que la industria reacciona para crear productos que satisfagan estos nichos. Pero no se resolverá el problema sin atender también a los graves problemas de la otra parte del mundo donde a buen seguro que si les hablas de productos bio, eco, veganos o hamburguesas con proteína vegetal igual puedes salir malparado.
No creo que el futuro de la alimentación pase por las carnes 'vegetales' o en 3D , ni por los productos veganos o bio o por las proteínas de insectos. Primero porque aún hay una gran diferencia entre lo que el consumidor dice que compraría y lo que luego compra. Los precios de todos estos productos todavía son muy altos y seguirán siéndolos en los próximos años por lo que es un negocio de nicho. La sensibilidad también es sensible al precio. Segundo porque la mayoría de estas empresas son pequeñas -y a pesar del 'ruido'-, pocas ganan dinero y están inmersas en interminables rondas de financiación. Las que aguantarán serán aquellas que sean absorbidas por alguna gran empresa, cosa que por otro lado no tiene por qué ser malo; y tercera porque el problema de la alimentación pasa por lo que apuntaba al principio, que no es otra cosa que atender a las necesidades de los dos mundos desde la tecnología y el compromiso de político e institucional, que entiendan el problema como algo mucho más global e inclusivo.
La tecnología cada día nos demuestra que es posible; mientras tanto apuesto por seguir comiendo fruta, verdura y carne de proximidad -y del otro lado del mundo y si me lo permiten-, disfrutar de una buena magdalena mojada en leche de vaca...
Está claro que lo de la alimentación saludable está de moda. El fácil acceso a la información nos ha convertido a todos en expertos en nutrición y otras muchas cosas . No paramos de ver como nacen nuevos grupos de fanáticos de los más diversos tipos de productos: veganos, flexitarianos, eco, bio, de proximidad, faretrade, orgánicos, plant based… Cientos de empresas y start-ups nacen desarrollando todo tipo de productos para satisfacer 'necesidades' de estos nuevos nichos de consumidores súper informados. Pero, ¿pasa por aquí el futuro de la alimentación? Sinceramente y permítanme el atrevimiento pero espero que no.
Como acabo de apuntar, cientos de empresas han surgido por todo el mundo en base a un sinfín de productos innovadores que van a revolucionar la alimentación, pero creo que no es así. Primero porque la mayoría de estas compañías son insostenibles financieramente hablando y siguen inmersas año tras año en rondas de financiación interminables, pero raro es el ejemplo de una de ellas que a final de año, dicho claramente, gane dinero. Tratan de cubrir un nicho de consumidores muy pequeño, con producto de precio elevado. Es difícil llegar a economías de escala en productos de nicho y que difícilmente van a pasar a ser productos de masa. Por ello, el éxito de la mayoría de estas firmas es conseguir una cierta masa crítica valorable y que una gran empresa alimentaria las compre.
Sobre el papel el consumidor está especialmente sensibilizado con este tipo de producto, más sostenibles y si me apuran algunos hasta más saludables -no todos- pero cuando el consumidor tiene que pagar un 20 o 30% más por la mayoría de estos productos su grado de sensibilización evidentemente desciende de manera evidente. La mayoría de las encuestas arrojan una gran diferencia entre el perfil de producto que el consumidor estaría dispuesto a comprar y el que finamente terminando incluyendo en la cesta de su compra.
Por otro lado, no olvidemos que vivimos en un mundo con más de 1.200 millones de personas en situación de extrema pobreza, lo que deja más que claro que lo descrito en el párrafo anterior no deja de ser un debate de países con el 'estómago lleno', o si quieren de manera más coloquial, un 'debate de pijos'. Me gustaría ver una charla sobre las Beyond Burguer o sobre la carne en 3D en Somalia o en Birmania.
La alimentación de la población mundial se enfrenta a un futuro poco esperanzador por una serie de problemas de carácter global como son el crecimiento de la población, los cambios demográficos, la sostenibilidad y la falta de recursos naturales y los problemas de salud de la población. El reto de la industria pasa por dar solución a estos problemas y el único vehículo posible para ello es la tecnología. A través de la innovación y las nuevas tecnologías, las industrias intentan -o deben hacerlo- poner soluciones al problema de la alimentación, pero el enfoque debe ser mucho más global y respondiendo a las necesidades de los dos mundo: el de los 'estómagos llenos' y el de los 'estómagos vacíos'. En este sentido, la tecnología no puede ir sola sino acompañada de políticas y compromisos supranacionales, liderados por las grandes potencias porque solo así podremos lograr un futuro agroalimentario sostenible.
Mientras tanto espero que me dejen seguir comiendo fruta, verdura carne de proximidad -y del otro lado del mundo- y disfrutando de unas buenas magdalenas mojadas en leche de vaca.
Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores