VALÈNCIA. Steve Jobs se jactaba en un discurso pronunciado ante cientos de alumnos de la Universidad de Stanford de que uno de sus mayores aciertos fue no llegar a graduarse. En el caso de Harvard, la primera deserción sonada fue la Bill Gates, fundador de Microsoft. Luego le siguió Mark Elliot Zuckerberg, fundador de Facebook, quien no retomó sus estudios hasta 2017 para graduarse en Ciencias de la Computación
Ahora es Peter Thiel el mayor detractor en Estados Unidos de conjugar universidad y emprendimiento. No obstante, el cofundador de PayPal y uno de los primeros accionistas de Facebook, sí concluyó los estudios de Derecho y Filosofía en Stanford. Sin embargo, ahora exige abandonar las aulas a todos los aspirantes a conseguir una de sus codiciadas becas de 100.000 dólares durante dos años.
Suya es la fundación Thiel Fellowship donde se promete la cantidad referida “a los jóvenes que desean construir cosas nuevas en lugar de sentarse en un salón de clases”. Las becas están dirigidas a jóvenes de cualquier parte del mundo menores de 23 años. La media de elegidos anualmente oscila entre 20 y 25 becarios, lo que equivale a una tasa de selección inferior al 1% teniendo en cuenta que, solo el año pasado, aplicaron 2.800 aspirantes.
Españoles, que se sepa, solo Jorge Izquierdo ha conseguido formar parte del selecto grupo de aprendices de Peter Thiel. Este madrileño se hizo famoso en nuestro país cuando ya a los 16 años había programado algunas de las aplicaciones más populares. Ahora es cofundador del proyecto Aragon, basado en la tecnología del blockchain para descentralizar casi todo o, como dice Luis Iván Cuende, el otro gran promotor y nombrado en su momento el mejor ‘hacker’ europeo, “para ayudar a las personas a ser libres”.
También Cuende es adversario de la universidad y uno de esos emprendedores de éxito que se enorgullecen de haber adquirido sus conocimientos “de forma autodidacta, ya que sólo tengo el título de la ESO” aunque matiza que se suele “codear con doctores y gente que me triplica en edad”, afirma en la introducción a su biografía publicada por Planeta. En un artículo publicado recientemente en Medium, Cuende habla de ‘la incómoda verdad de la universidad’ y del motivo de por qué tuvo sentido en la era industrial y no lo tiene hoy.
Una opinión que cada vez comparten más emprendedores. Son muchas las startups que aseguran no valorar el expediente académico cuando se trata de captar talento. Les resulta más relevante conocer sus habilidades, saber de quién se rodean, su forma de gestionar la incertidumbre o la proactividad. “Ya no sirve dónde has estudiado sino más bien con qué talento te has juntado, con quién has trabajado, cómo aprendes… Yo creo que eso es lo que ahora marca a un profesional en esta nueva era”, declara Yaiza Canosa, CEO de Goi.
Pero no sólo se trata de analizar la actitud y la trayectoria de una persona, también empieza a estimarse su potencial porque no a todos les llega la oportunidad de demostrar lo que pueden hacer y lucir sur méritos. “Yo he participado en procesos de selección donde se despreciaban currículos de gente muy capacitada a favor de otros menos talentosos, pero con muchos títulos”, dice Alejandro Rodríguez, CEO y fundador de Taalentfy , el primer producto de la startup malagueña Knowledgefy Technologies. Taalentfy es una plataforma disruptiva que posibilita la búsqueda de empleo y la captación de empleados basándose en el nuevo concepto de talento. Valiéndose de la inteligencia artificial, el propósito de esta solución es revolucionar el mundo de los recursos humanos y desterrar el expediente académico como factor determinante.
La idea surgió de la propia experiencia de Alejandro Rodríguez quien, sin cursar estudios superiores, se encontró a la edad de 21 años dirigiendo un equipo de 16 personas encargadas de montar toda la parte tecnológica de 6 hospitales en Málaga. Luego ya sí se hizo ingeniero informático, estudió ADE y hasta cursó un MBA “pero nada me ha proporcionado algo relevante que no tuviese de serie. Estudié solo cuando tuve claro a lo que quería dedicarme y sabiendo que los conocimientos adquiridos los iba a aplicar en mis proyectos”, cuenta.
Sin llegar a ser tan radical como Peter Thiel, entiende Alejandro Rodríguez que los planes de estudio pueden ser útiles cuando disfrutas del conocimiento que adquieres o los consideras necesarios para tu desarrollo personal. Nunca motivado por conseguir un título ni pensando que te va a ayudar a subir en el escalafón social. “Lo que me parece lamentable es que una persona tarde 10 años en descubrir lo que de verdad le apasiona”, dice Rodríguez.
De aquí que el mayor valor diferencial de Taalentfy sea identificar a los candidatos analizando rasgos como su perfil competencial (habilidades, destrezas, capacidades, actitud…) o el aprendizaje informal (autoaprendizaje sin certificados). Para ello someten antes a los usuarios que quieren registrarse a un test diseñado con participación de psicólogos y expertos en neurolingüística, entre otros, del que resulta una visión holística de las potencialidades de cada candidato. El informe final incluye también una serie de recomendaciones de mejora en los aspectos más débiles del usuario.
Bajo este prisma, el objetivo que persiguen es relacionar talento con empleo, más allá de disponer o no de un expediente académico y una trayectoria profesional lucida, pero teniendo también en cuenta los intereses de cada usuario. “Sólo cuando una persona disfruta de su trabajo es capaz de dar la mejor versión de sí misma. Si se sigue destruyendo empleo como se viene haciendo hasta ahora y surgiendo puestos nuevos para los que no estamos aún preparados, creo que el mercado laboral va a saltar por los aires. Las nuevas empresas exigen perfiles profesionales diferentes que no pueden encontrarse de la manera tradicional”, es la reflexión de Alejandro Rodríguez.