Más dedos décadas de experiencia financiera han dado sus frutos a la hora de ganarse la confianza de grandes familias valencianas
VALENCIA.- Pedro Alonso Stuyck (Valencia, 1964) tiene una dilatada trayectoria financiera de 25 años, pasando por Beta Capital,Banco Santander, Nordkapp, Banco Madrid y ahora en Banco Sabadell. Se trata de«un paso natural buscando una mayor desvinculación de las grandes entidades y replicar a pequeña escala el mismo concepto con el que nació Nordkapp; es decir, con una gestión más cercana vinculada siempre a los objetivos del cliente buscándole soluciones personalizadas», reconoce este ingeniero superior industrial por la Universidad de Navarra y Máster del IESE Business School enEconomía y Dirección de Empresas.
La confianza es fundamental en este negocio y Alonso ha sabido ganársela convirtiéndose en una persona de prestigio en el sector financiero valenciano,siempre con la visión a largo plazo y desechando el cortoplacismo. No en vano algunos de los nombres más conocidos de la plaza local son clientes suyos ganados a pulso y de ahí que tenga claro que los robo advisors—asesores de inversión automáticos— nunca podrán sustituir a la capacidad humana. «Menos del 5% de las carteras de gestión activa baten a los índices y estos números empeorarán cuanto más activa sea la gestión. La gestión automatizada, salvo en situaciones muy concretas, no es más que una máquina degenerar comisiones y va en detrimento de los objetivos y rentabilidad del cliente».
Bien es cierto que entiende que las fintech «nos guste o no forman parte del desarrollo que va a venir y en el sector financiero quizá tengan su hueco para determinados clientes pero no deja de ser una herramienta». A su juicio, aportan la ventaja de facilitar la operativa y la toma de decisiones «cuando admiten estandarización», pero lo malo es que esa estandarización «no ofrece soluciones personalizadas». Palabra de un gestor de la vieja escuela.
Como buen conocedor de la plaza financiera local no le tiembla el pulso a la hora de advertir que la banca privada valenciana no tiene autonomía propia. «Cada vez más las decisiones están centralizadas y se toman fuera; el poder de decisión a nivel de estrategia empresarial aquí es cero o casi cero». Pero asimismo reconoce que se pueden hacer cosas «como dar servicio, ya que cuando un inversor te plantea una cuestión concreta la tienes que solucionar desde aquí».
Hablando de la banca privada sugiere cambiarle el nombre porque «se ha convertido en una mera plataforma de comercialización y no en una herramienta para solucionar problemas concretos. La banca privada es otra cosa, es un servicio por el cual se descubren y atienden necesidades privadas y se les intenta dar solución».
Ni que decir que hablar de banca privada es hacerlo de sicavs, una figura demonizada en estos tiempos y donde cada vez son más los propietarios que optan por liquidarlas ante la inestabilidad política. Alonso entiende que «algo cambiará sin duda pero no se puede hablar de que tienen los días contados. El problema es que se ha metido la política de por medio». Y como dato a tener muy en cuenta, recuerda que «un elevadísimo porcentaje de las instituciones no españolas son sicavs, pero lo que pasa es que hay mucho populismo en torno a ellas». De ahí que se pregunte «por qué se quiere acabar con las sicavs siendo un instrumento que no tiene ventajas fiscales respecto a los fondos de inversión», mientras señala que «buena parte de los fondos de inversión en el extranjero son sicavs».
Alonso, que ha vivido la criba del sistema financiero valenciano con la desaparición de entidades como Bancaja, CAM, Banco Valencia y Ruralcaja, considera que la globalización hace que no tenga sentido contar con sistemas financieros locales. «Yo los quitaría como tal, porque vamos hacia un entorno de mayor globalización y centralización y dentro de unos años nos estaremos planteando si se puede hablar de un sistema financiero madrileño».
El que fuera socio fundador de Nord-kapp tampoco se muestra partidario del banco público impulsado por la Generalitat Valenciana. «No me parece bien que el sector público intervenga en actividades que puede hacer el sector privado y la experiencia nos dice que no sirven, mientras que en Estados Unidos no tiene sitio esta figura», explica. Pero, eso sí, manifiesta que el sector público «puede facilitar ciertas ayudas, nunca subvenciones, para que la cultura emprendedora salga adelante».
Además de ser financiero —y profesor del CEU, FEBF y Estema— también está presente en otros negocios (la firma de moda Lester, Autolavados Primado, Periciales Financieros y en breve una empresa de comida japonesa). «Son negocios que tienen todo el sentido del mundo; si piensas que soy un asesor de inversiones, no basta con comprar y vender, que lo hace cualquiera, sino que lo importante es diseñar correctamente la estrategia. Lo único que he hecho es aplicar conmigo lo que se debe hacer con cualquier patrimonio».
Alonso discrepa sobre el boom de emprendedores porque en el fondo es «autoempleo y en las economías desarrolladas montas una panadería, la sacas a bolsa y haces una cadena de panaderías. Aquí sólo hay autoempleo y ni es cultura emprendedora ni cultura empresarial». Asimismo, vaticina que «en algún momento empezará a desinflarse porque hay más ruido que nueces», aunque como todo en la vida, no se puede generalizar, y ahí está el caso de Lanzadera. «Lo de Juan Roig me parece muy bien porque ayudan, profesionalizan y tienen rigor».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 25 de la revista Plaza (Noviembre / 2016)