Liz Dust. Foto: EVA MÁÑEZ.VALÈNCIA. Hace casi un siglo que, bajo el ala de la Segunda República, echaba a andar ‘La Barraca’, un proyecto de teatro universitario ambulante que se convirtió en todo un símbolo de la difusión cultural de la época. La aventura cogió cuerpo gracias a la dirección de Eduardo Ugarte y del eterno Federico García Lorca, quienes llevaron títulos como Fuenteovejuna o El Burlador de Sevilla por todo el país. Era en 1936 cuando la compañía llevaba a cabo su última representación, un final abrupto que no evitó que su alma siguiera presente en futuras generaciones de actores y dramaturgos. Y ahora ese espíritu vuelve a estar presente en València. ‘La Barraca’ se pone en marcha de nuevo, aunque ahora ondeando la bandera arcoíris, de la mano de la compañía Bramant Teatre, que llevará al monasterio de San Miguel de los Reyes La caravana de les flors, un espectáculo que trata de recomponer la lucha del colectivo LGTBI a través de sus diversas miradas.
“Es un homenaje a Lorca, sí, pero también lo es a Sylvia Rivera, a todas aquellas personas que en algún momento han sentido que viajaban sin rumbo. Para todos los que luchan, pero también para los que no, los que están armarizados. En la caravana cabemos todas", explica a Culturplaza Jerónimo Cornelles, autor de la obra junto con Guadalupe Sáez. La pieza, una producción realizada para la Dirección General de Cultura y Patrimonio de la Generalitat Valenciana, tiene dos autores, sí, pero la diversidad de miradas ha sido lo que ha acabado enriqueciendo y dando forma a la versión final de la obra, que se podrá ver del 9 al 12 de junio. Esto lo entendieron rápido sus autores pues, aunque las primeras versiones del texto planteaban una ficción en el sentido más estricto de la palabra, la suma de los intérpretes ha acabado nutriendo y afectando el texto hasta darle su forma final, participantes que han sumado sus propias experiencias al libreto definitivo.
"Es importante dar voz a las microhistorias que hay dentro de lo macro. Hay una historia global, pero en la 'caravana de les flors' nos enfocamos en esas pequeñas historias de las personas que forman parte del espectáculo. El teatro es ese espacio para escuchar otras voces, para plantear dudas, para lanzarlas y, en definitiva, para conectar con los demás", refleja Sáez. En el fondo se trata de una suma de voces y de vivencias personales y, cómo no, también de talentos en un espectáculo que quiere reflejar la diversidad artística de su elenco. Así, el casting está formado por las especialistas en baile vogue, Raisha Cosima y Saphira Cosima; mientras que Candela Mora trabaja con la interpretación actoral y tiene formación en baile, música y voz. Elsa Moreno practica la poesía y la danza contemporánea, Javi Nadal es actor y Víctor Mula desarrolla bailes urbanos. Por su parte, Mire Muñoz es saxofonista y percusionista profesional, mientras Liz Dust es travesti, actriz, performer, además de humanista, con una carrera en la investigación universitaria.
Todas ellas son las habitantes de una caravana que quiere poner el acento en las libertades en un momento más que complejo para el colectivo, una obra que llega para remover conciencias y abrir los ojos del público. Y todo eso con un envoltorio grita ‘entretenimiento’. "Es necesario hablar del colectivo LGBTI. Pasado mañana podemos retroceder pasos, podemos perder derechos ya conseguidos. Parece increíble, pero hay que estar en constante alerta para que esto no pase", reivindica Cornelles, quien define la creación de la obra como un “acto político”, una manera de, desde su posición como dramaturgo, poner el foco en aquellas realidades que todavía necesitan de altavoces. Esta mirada en cierta medida introspectiva no es nueva para el autor, que en Diosas ahondaba en conceptos como el de feminidad o familia a través de un collage de voces en el que también se incluía a su propia madre.
Este proceso ha sido de búsqueda interna para sus participantes, un canto a la libertad desde la intimidad de cada una de las personas que levantan la obra. Y en este camino también están los autores, que se han enfrentado a un proceso de diálogo que les ha removido de maneras que ni ellos mismos podían anticipar. "Hay un momento en el proceso de trabajo en el que, escuchando a las personas que participaban contarnos sus vivencias, me sorprendí a mí misma con la reflexión de cuánto daño les habíamos hecho y cuánto daño les seguimos haciendo como sociedad cishetero normativa. Cuando me vi desde fuera escuchando esas historias, ese dolor, fue muy impactante", relata Sáez, quien subraya la “generosidad” de los intérpretes que dan forma a esta ‘caravana queer’. "Estamos en un momento delicado en el que los discursos de odio vuelven a aparecer. Existe una deuda histórica que tenemos como sociedad con las personas del colectivo LGTBI”.
La caravana llega ahora a un San Miguel de los Reyes que en su día fue prisión, cárceles donde cumplieron condena durante la dictadura franquista homosexuales, bisexuales o transexuales, al amparo de la ley de vagos y maleantes, una realidad que todavía está vigente en no pocos países del mundo. El marco de la obra está claro, pero ha sido gracias al elenco que ha tomado forma, un elenco que fue seleccionado a través de un multitudinario proceso de casting que dio con las piezas clave para generar un mosaico que muestra las distintas maneras de ser, habitar y amar. Y todo esto toma forma en una caravana en la que no faltará la comedia, la música en directo o los bailes urbanos, una fiesta que dará voz a las nuevas generaciones a través de su elenco y, también, a los más mayores con distintos testimonios recogidos en vídeo. "Lo bonito del teatro es esa parte asamblearia, de punto de encuentro, en la que se crea una memoria colectiva de un momento concreto", relata Sáez. Y de memoria va esta barraca. La del pasado, la del presente y la del futuro.
