VALÈNCIA. Que 2020 ha sido un año difícil para la cultura no es ninguna novedad, un curso en el que hemos visto cierres, cancelaciones y limitaciones de aforo, una nueva normalidad que está dejando a las artes en estado crítico y frente a un futuro con más preguntas que respuestas. Y es, precisamente, en un contexto convulso cuando más se agradece la luz. La Casa de la Música, ubicada en la antigua Alquería de Julià, es ya una realidad. El espacio, que inició su proceso de rehabilitación en 2019, ya está preparado para acoger a la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV), que llevará su sede administrativa de un piso en la calle Sorní a la alquería, una sede que, además, cambiará su perfil por lo que respecta a su relación con la ciudad, pues el nuevo espacio cuenta con una sala de ensayos y distintas salas expositivas que permitirán materializar una renovada programación cultural. En Nou Moles hay un nuevo centro para las artes y se llama Casa de la Música.
La alquería, que albergó el Colegio de Santa Bárbara hasta los años noventa, se erige ahora como un nuevo espacio para tejer la cultura en la ciudad, una apertura que llega tras los intensos trabajos de rehabilitación, recuperación y restauración, financiados por Bankia con 3,5 millones de euros. La inauguración, eso sí, tiene su propio ritmo, marcado por la inevitable crisis sanitaria. Descartado un gran evento social, la apertura ‘oficial’ llegará tras estas primeras semanas de mudanza, un cambio de aires para la federación que se marca un objetivo en el calendario: enero de 2021, mes en el que se espera se inicien algunas de las actividades con público previstas para el nuevo curso. Por lo pronto, el pasado 24 de octubre la Casa de la Música ya sirvió de sede principal para la 52º Asamblea General Ordinaria de la federación, siendo desde donde se coordinó la primera asamblea ‘online’ de su historia.