Nos van a subir los impuestos, pero no sabemos por qué ni para qué. Habrá que explicar a nuestros supuestos gobernantes qué es la economía familiar o pagarles unos coach tan de moda para que aprendan a gestionar lo que tienen
Cada vez que escucho que nos van a subir impuestos y que lo van a hacer sin avisarnos con antelación, mi corazón palpita muy por encima de lo normal. Porque, si ahora nos lo van a hacer en el terreno municipal, esto es, en la ciudad de Valencia, hay que interpretar que una vez abierta la barra libre todos se querrán poner a la altura con la misma justificación como bandera: mejora de servicios. La excusa tan ambigua y simple, como tal, vale para todos.
Así que yo me iría preparando porque detrás del cap i casal van a venir todas esas poblaciones de segundas residencias y mancomunidades y, por supuesto, el Estado central que es el que mayor agujero contable posee con una deuda que casi duplica al Producto Interior Bruto (PIB) y una Europa que le está diciendo que acelere porque aún queda margen para apretar más el cuello a los contribuyentes. Sobre todo a la clase media, la que está a un paso de desaparecer definitivamente
Ojo, que la deuda española externa, según datos recientes, representa ya los 2,10 billones de euros, cifra que equivale al 171% del PIB. Y nosotros tan contextos dispuestos a gastarnos otros 200 millones de euros en unas nuevas elecciones caprichosas donde sólo prima el interés particular, pero no el general. Más o menos, la soberbia y la vanidad. Si es que, con estos políticos de la posmodernidad hueca aún nos pasa poco.
Le voy a dar toda la razón a la oposición municipal cuando en el último pleno cuestionaba la subida de impuestos no revelada durante la última campaña electoral y oculta hasta la fecha. Porque si al menos alguien nos hubiera explicado para qué quieren recaudar más, pues igual hasta lo habríamos entendido, pero no. A este respecto nada que matizar, ni aclarar. Se suben los impuestos y a callar, que es una de las medidas más estalinistas que un gobierno puede aplicar. O sea, porque sí y a callar que yo tengo en la mano y a mi servicio toda la maquinaria burocrática para que pagues antes o después. Y si no te embargo la cuenta corriente.
Creo que un gobierno solidario y de izquierdas, como se define el nuestro, antes de una subida de impuestos lo que debería haber hecho es un estudio real de las cuentas globales y buscar fórmulas alternativas, como por ejemplo, eliminar duplicidades, gastos inútiles, asesores prescindibles, personal contratado o afín del que poder prescindir, acotar gastos innecesarios, reducir imprevistos, aplazar inversiones no urgentes de momento, repartir mejor entre concejalías, según sus necesidades reales y no caprichos, menos fastos que es lo que empieza a gustarle a estos neoprogres de boquilla, pero sobre todo saber gestionar lo que se tiene, vamos, aplicar en la administración lo que es la base de la economía familiar en tiempos de precariedad, que es lo que cada día los valencianos y españoles hacemos ante atracos inesperados. Aplicar la lógica. O más bien no gastar ni comprometer lo que no se tiene. Y si me apuran hasta bajarse los sueldos los propios concejales y todos sus equipos, que a estas alturas de nuestra realidad social y económica son los únicos que los tienen garantizados. Como lo ha tenido todos esos diputados del Congreso y senadores que se han llevado una pasta gansa por calentar sus escaños durante los meses de este gobierno fallido, tiempo en el que no han hecho nada. ¡Y aún se quejan!
A todos esos que nos han hecho perder el tiempo un servidor los mandaría a su casa, o al paro, para que aprendan lo que es precariedad y ahorro, o les retiraría el derecho a volver a presentarse a unas elecciones después de habernos llamado tontos a la cara con tanta desfachatez como poca vergüenza han demostrado. Y aún se quejan de que la sociedad española esté cabreada. Hombre, te sacan el dinero por todos los lados, permites que nos vacilen los bancos y las empresas del Ibex y las públicas, además te rodeas de interminables equipos de asesores que cualquier alto cargo no debe de tener suficiente tiempo al día para que realmente le asesoren, si no es que se dedica simplemente a ser asesorado, y aún tenemos que confiar en su incapacidad y mediocridad.
Al final, como sugiere un amigo, habrá que comenzar a movilizarse. Unos robaban, los otros nos los sacan porque sí. Pero la casa continúa sin barrer.