El texto de Mafalda Bellido ganó el II Torneo de Dramaturgia Valenciana
VALÈNCIA. Chucho es una comedia de dos y de un ausente, el perro del título. Toni y Bea discuten. Desde dentro, las discusiones de pareja suelen ser de un dramatismo exacerbado, mientras desde fuera, acostumbran a ser cómicas y ridículas. Este artefacto dramático para divertir y emocionar es la pieza que abre la temporada en la Sala Ultramar de València este próximo 1 de noviembre, y se mantendrá en cartel hasta el 18.
La tragicomedia nos habla del amor y del desamor, pero es así mismo, un homenaje al amor animal. Su autora, Mafalda Bellido, afirma que escribe para poner en claro agujeros negros que la persiguen e interpelan. A veces son colectivos, y otras, personales. Y su antiguo oficio de periodista pesa en las tramas: “Creo que el germen de lo que escribo está en el Alto Palancia, comarca en la que vivo y que recorrí de punta a punta para informar de noticias locales. Pero también en mis inicios como capataz forestal. Ese pasado surge, a veces sin darte cuenta, otras conscientemente”. De ahí que Chucho también haga referencia a problemas actuales del campo valenciano y a la ley sobre mascotas aprobada en 2017.
El montaje nace del encargo que las residencias teatrales Creador.es realizó a Bellido en 2017 para participar en el *II Torneo de Dramaturgia Valenciana*, embate artístico del que salió ganadora. Desde las primeras eliminatorias, la conexión con el público fue absoluta, así que aupado por el voto de los espectadores, el texto se ha convertido en la segunda producción de la compañía La Zafirina.
Para su anterior obra, Como si el fuego no fuera conmigo, Mafalda asumió labores de dirección y contó con el tutelaje de Xavier Puchades. Pero con Chucho, ella misma pone voz y cuerpo a la protagonista y es ahora el director y dramaturgo el que toma las riendas del montaje.
Bellido comparte protagonismo con el actor Jordi Ballester, un profesional con años de experiencia bajo las órdenes de grandes figuras de la escena española, como Mario Gas y Carmen Portaceli.
En opinión de Ballester, el texto de Chucho es “redondo”. Y su ritmo, su velocidad y el naturalismo fresco en el código “le resta peso y hace que la comedia, dentro de la verdad, aparezca sola, del mismo modo que la tragedia nos viene dada por la situación”.
De los 40 minutos iniciales, la obra ha crecido hasta 70 y no ha perdido su vértigo endiablado. “La obra comienza muy alta y era todo un reto mantener esa tensión y pulsión sin olvidar que se trata de una comedia. Nos la hemos ingeniado los tres juntos, inventando sorpresas, momentos inesperados que se alternan o refuerzan la dramaturgia. El mismo texto permite momentos de respiro tras los cuales se redobla la apuesta. Cuando llegamos al final el otro día, se me pusieron los pelos de punta. Es una obra excesiva en muchos sentidos”, reconoce Puchades.
Contrariamente a lo que pudiera parecer, Chucho no es una comedia romántica, sino que juega con sus referentes para darles la vuelta y provocar una extrañeza en el espectador. Como apunta Puchades, “se puede pensar que perder un perro no es una gran tragedia, pero adquiere un sentido metafórico que habla de muchas otras pérdidas. Cada vez que el espectador se ría, estará profundizando más y más en la tragedia de los personajes y en su propia tragedia cotidiana”.
Mafalda Bellido ha bromeado con la posibilidad de promoverla como la obra perfecta para verla con un ex: “Cuando pasa el tiempo, tras una ruptura sentimental, puedes recordar solo lo malo, entenderlo como un fracaso, cuando lo más posible es que no lo sea. Si lo entiendes como algo que enriqueció tu vida, que la relación con otra persona te hizo ser mejor, la cosa se gira hacia otro lado y solo recuerdas las cosas buenas. Chucho quizás puede ser un medio ideal para reestablecer ese contacto. Puede ser también la obra perfecta para quienes tienen un perro o siente un extraño placer al ver un olivo milenario”.
'Cuando el tiempo no tenga ya memoria' se estrena el 17 de noviembre en Navajas y el 18 del mismo mes en Geldo