CHIPS EN EL BELVEDERE  / OPINIÓN

La conexión malagueña de Pascual

3/02/2022 - 

A lo largo de los últimos meses he tenido la fortuna de dialogar en profundidad con cinco protagonistas clave del ‘fenómeno Málaga’ en materia de innovación: el alcalde Francisco de la Torre; el presidente del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), Felipe Romera; el presidente del recién constituido Instituto Ricardo Valle de Innovación y CEO de Premo Group, Ezequiel Navarro; y, como corresponsables de forma indirecta, el presidente de la patronal TIC española Ametic, Pedro Mier, y el Premio Nacional de Innovación 2020, Francisco Marín. Todos, bajo el paraguas de Atlas Tecnológico, reunidos en conversación.

No es casualidad lo que está sucediendo allí, ni es verdaderamente nuevo. Aunque cada vez resulte más difícil encontrar en nuestro país una mezcla de talento tecnológico y empresarial, ambición, visión compartida y contención de egos, personales y políticos, como la que se da en tierras malacitanas. Por eso es una buena noticia la reciente visita de la consellera Carolina Pascual, una toma de contacto de primera mano que no sólo debería explicarse como réplica de cortesía a la visita que realizaron en su día los responsables del PTA a nuestra Comunitat. Debería haber algo más.

En realidad, el ‘fenómeno Málaga’ tiene reminiscencias de aquel espíritu de complicidad que caracterizó a la primera década de democracia en muchas regiones españolas. Cuando, en el caso valenciano, un grupo de líderes empresariales se aliaron con jóvenes dirigentes políticos convencidos de que las nuevas ideas económicas que habían amasado en la Universidad servirían para impulsar un cambio de modelo económico, hacia otro más intensivo en conocimiento e I+D.

He abordado este asunto en el libro sobre el 20 aniversario de la Red de Institutos Tecnológicos (Redit) que aparecerá próximamente y por el que discurren figuras empresariales, políticas y científicas decisivas para explicar el rostro industrial de la Comunitat Valenciana durante los últimos 40 años. Personalidades, muchas ya desaparecidas, sin las que, como me reconocía por Zoom casi a modo de confesión Joan Lerma, no se habría podido vencer a las resistencias al cambio.

“Creo que tuve la capacidad de interpretar a ese colectivo. Recogí sus expectativas, sus anhelos, sus esperanzas, y eso es lo que a mí me llena de satisfacción. Supe captar los deseos de libertad y de creatividad de toda una generación”, me dice el expresident. Ese dur désir de durer.

Resuenan aires de refundación de una época cargada de enorme energía transformadora, que se ha ido diluyendo poco a poco con el tiempo, hasta dejarla reducida a rescoldos en la Comunitat. Hoy es otra cosa lo que tenemos. Bravos solistas en una orquesta desconcertada. Faltan nuevos liderazgos que impulsen esa transformación, lo cual que no se acaba de entender la falta de renovación en las cúpulas de nuestro tejido empresarial y de nuestra sociedad civil desde hace tanto tiempo.

Málaga aspira a movilizar a los nodos de la red de innovación española que están batallando en solitario y a unir fuerzas en una iniciativa llamada Instituto Ricardo Valle de Innovación concebida a imitación al Fraunhofer alemán. Habrá que innovar en la forma en la que se articulan las ayudas públicas, en la que se transfiere conocimiento, en la que se comparten estrategias. En el centro de la Universidad de Málaga, el Rayo Verde (The Green Ray) es un espacio de encuentro entre la empresa y el mundo académico, para que cada proyecto de inversión que se plantee tenga una interlocución directa con el campus. Y llega Vodafone con una inversión de 225 millones de euros para un megacentro de I+D, sin saber todavía de dónde saldrán los programadores.

No sé si el modelo que tienen en la cabeza De la Torre, Navarro, Romera, Bernardo Quintero (Virustotal, comprada por Google) o Daniel González de la Vega, saldrá exactamente igual. Quizás consigan algo mejor que lo que se proponen. Quizás algo distinto. En cualquier caso, harán algo grande. Hay que conectar con ellos.

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