Las postales del litoral valenciano de los setenta avivan la evocación de una época con múltiples edificios entre la utopía y la improvisación
VALÈNCIA. Fraga. Un cambio de percepción. Las suecas. El Levante feliz. Una nueva era. Un blanqueamiento, pero con la piel bien dorada, a pleno sol. El lema del ‘Spain is different!’, desde los sesenta, fue una campaña publicitaria tan exitosa que su sentido pervive. Pero sobre todo fue un cambio de vocación. Una nueva era cultural que hizo de la búsqueda de la atención un objeto social.
De aquella época, se suceden múltiples edificios o instalaciones -en pie o solo en el recuerdo- que son la evidencia de un tiempo en el que no bastaba con la funcionalidad, sino que la excentricidad jugaba un papel decisivo. Se trataba de parecer ‘diferente’ y por tanto demostrarlo también con la forma.
Es ahí donde el litoral valenciano contribuye decisivamente con una serie de tipologías edificatorias, algunas verdaderamente de otro planeta (lo muestra con gran claridad el libro el libro Late to the party, de Maria Aucejo). Soluciones muy vernáculas o, por el contrario, muy exhuberantes que deben cumplir con su cometido: diferente, somos diferentes.
La iglesia de San Pascual, de El Perelló; los apartamentos Las Arenas, de Gandía; el restaurante Orly, de Pobla de Farnals; el Camping Alfonso del Perellonet; la estación de servicio ‘El Rebollet’ de Oliva; el Montepicayo de Puçol… Son algunas de las postales que, desde hace algunos años, extrae el perfil @visitspain1970, comandado por Antonio Domínguez, como exhumando veranos tan de culto que parecen desearse con toda vigencia.
En la era de la melancolía, esos rastros arquitectónicos nos conquistan porque no encajan en el molde. Son una pérdida de pudor. “Pretende valorizar también otro tipo de construcciones vinculadas al boom turístico, menos conocidas como son pequeños hoteles, restaurantes, bares, piscinas, gasolineras, campings y demás equipamiento asociado al sol y playa”, cuenta Domínguez a propósito de su trabajo, rescatando imágenes que son como misivas de un tiempo medio real medio ficticio.
A partir de un primer lote con folletos y postales turísticas localizadas en el Rastro de Madrid, su búsqueda se extendió “a todo tipo de mercadillos, librerías de segunda mano tanto físicas como online”. “Las primeras -dice- me permiten descubrir de una forma más fresca un material que no conozco, mientras que las segundas ayudan a centrar la búsqueda de algo puntual”.
Mirando a esos colgajos arquitectónicos del boom nos estamos mirando a nosotros mismos, en una configuración de la personalidad propia que, lejos de la anécdota, define en parte la posición del territorio. “Muchos de los tópicos que se extienden sobre nuestra identidad los hemos importado de una mirada extranjera y adoptado como propios”, recalca Domínguez. “La historia del turismo debería ser una asignatura más en la educación española debido a la importancia que ha tenido y sigue teniendo”.
La discoteca Barraca convive, como en un bodegón, con la iglesia de San Pascual de El Perelló -con sus similitudes geométricas-, junto con la crema de naranja La Barraca. “Manifestación esotérica de la cultura valenciana”, considera. Un caso, el de la barraca, paradigmático del paso desde su significado propio hasta su conversión en elemento de folclorización.
Su caso personal influye en el desarrollo de la cuenta @visitspain1970 en cuanto a que traza “algún tipo de vínculo entre el recuerdo personal que conservo de Río de Janeiro, lugar donde nací y pasaba mis vacaciones” con el Mediterráneo valenciano, “que he descubierto en las postales. En ambos sitios se produce una combinación mágica de arquitectura y playa con fuerte identidad y folclore”.
Si en sus publicaciones consigue unificar la alta cultura arquitectónica (edificios referenciales del estilo modelo) junto a la popularidad del recuerdo turístico, sus preferencias para trazar una aproximación al boom a pie de playa valenciana reúnen justo esa combinación. Un recorrido que incluiría:
- “Ejemplos de estilo internacional de altura como los representados en el complejo de la Universidad Laboral de Cheste, con una planificación urbanística al estilo de Brasilia, o la gasolinera del Rebollet en Oliva propia de la era space age”.
- “El casino-hotel Monte Picayo, por su parte, es un buen ejemplo de lo que se busca en @vistspain1970, gusto por lo moderno y al mismo tiempo lo más vernáculo posible. Este sitio reúne además un aspecto cultural muy importante que define al empresario español promotor especulador”.
-”Finalmente la discoteca avión Boite DC-7 (El Puig) es el paradigma de lo utópico e improvisación. La imagen del avión aparcado en medio de una parcela urbana rodeada de edificios no tiene precio”.
Las postales, embadurnadas de felicidad, invitan en parte a rascar la imagen para encontrar su trasfondo: “Desarrollo rápido, mal planificado desde una base de empresario con poca sostenibilidad lo que se traduce en devastación del litoral geográfico español, con mucho cemento de mala calidad, como norma general, aunque existen buenos ejemplos de arquitectura pensada. Es en definitiva una suma de esas realidades. No podemos escapar de lo que somos que en cierta medida es también cómo nos ven”, resume a modo de moraleja.