VALÈNCIA. Las recientes tormentas que han hecho zozobrar la nave del Botánico conllevan distintos problemas colaterales si se atiende al calendario político en la Comunitat Valenciana. Más allá de cómo afecta el rifirrafe en los cuadros de partido y gobierno de los socios PSPV y Compromís, el problema se eleva en importancia teniendo en cuenta las inminentes citas que figuran en la agenda para los próximos días.
Así, exactamente dentro de dos semanas, tendrá lugar el Debate de Política General de la Comunitat Valenciana. Una cita donde el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tiene la obligación de exponer en Les Corts su balance de lo acontecido en el presente año así como los proyectos de futuro que tiene para los próximos meses. Una intervención en la cámara que implica un análisis de la situación política y un examen de salud del gobierno que comparte con Compromís -con el apoyo externo de Podemos- nacido del Pacto del Botánico.
Ahora bien, no es lo mismo afrontar una jornada de estas características (que incluye una intervención con sus respectivas réplicas y la votación de propuestas de resolución) en un escenario de calma que con las dos fuerzas que integran el Ejecutivo en pie de guerra.
El primer problema para Puig es el cargamento de munición gratuita que ha recibido la oposición y, especialmente, la líder del PPCV, Isabel Bonig. La presidenta popular lleva desde el inicio de la legislatura denominando Pacte del Titanic al Acuerdo del Botánico, comparándolo con una jaula de grillos y augurando el fracaso del Ejecutivo antes de que expire la legislatura. Las últimas tensiones públicas entre PSPV y Compromís refuerzan las posiciones de la dirigente popular y, a buen seguro, serán utilizadas de forma destacada en el Debate de Política General.
Más aún, Bonig ha recomendado recientemente a Puig que adelante las elecciones "ante el espectáculo lamentable de broncas públicas del Botànic". Una modalidad de contraataque que la líder del PPCV ya había esgrimido en alguna ocasión en el pasado: así, y si bien no parece que un adelanto de los comicios pudiera beneficiar a su partido, sí es cierto que la única manera de que le resultara propicio sería en el caso de que se produjera por la imposibilidad de PSPV y Compromís de seguir entendiéndose y verse obligados a acudir a las urnas. Con estos mimbres, y al margen de cuánto pueda aprovechar Ciudadanos la situación, el principal beneficiado de este intercambio de metralla entre las fuerzas que dirigen el Consell es probablemente el Partido Popular.
Por otro lado, y al margen de la mejoría del escenario para la derecha, el propio conflicto abierto entre PSPV y Compromís dificulta incluso la preparatoria del citado debate. El presidente Puig, quien suele vender conceptos como "estabilidad" y "confianza" respecto al Consell del Botànic, puede verse obligado a evitar el riego por goteo de alusiones laudatorias al pacto que le dio la Generalitat, no porque el conflicto actual sea irresoluble, sino porque usar estos argumentos sería regalar terreno a la oposición en las réplicas con los recientes enfrentamientos públicos con difusión por medios de comunicación y redes sociales.
Ante este escenario, el encuentro -todavía no se ha producido tras el estallido de la crisis interna- entre Puig y la vicepresidenta del Consell y líder de Compromís, Mónica Oltra, parece más que obligado para reconducir la escalada de tensión de los últimos días. Una reunión que debería ir acompañada de gestos desde ambos bandos que contribuyeran a allanar el camino de cara al Debate de Política General.
De no ser así, todo apunta a que los socios del actual Gobierno valenciano caminarían hacia una espiral de desconfianza y enfrentamiento que, al albor de otras citas claves como la aprobación de los Presupuestos, podrían conducir al KO al pacto "a prueba de bomba" -así lo definió Oltra en su día- del Botànic.