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CICLO RADICANTES

La danza se abre hueco en el IVAM

El ciclo Radicantes, dedicado a “danza y otras especies”, explora en el IVAM como tres artistas invitadas llevan a cabo desarrollan sus procesos dentro de la institución. Ellas son Laura Ramírez, Paz Rojo y Elena Córdoba, quienes se reunirán el próximo viernes 20 de enero para poner en común los resultados de su investigación y para reflexionar sobre la danza

15/01/2023 - 

VALÈNCIA. ¿Qué hace el cuerpo dentro de la institución? Gracias al ciclo Radicantes el IVAM acoge a tres grandes nombres de la danza y la práctica performativa entre sus muros, para poder generar un encuentro a través de la mirada entre los visitantes y las protagonistas: Laura Ramírez, Paz Rojo y Elena Córdoba. Todas ellas buscan explicar su investigación propia a través del baile y la danza, ya sea en un trabajo con demás invitados o a solas mostrando la tesis de sus procesos. Conversan con Culturplaza dos de las artistas invitadas al ciclo: Laura Ramírez y Elena Córdoba, quienes explican el por qué de su investigación y el enlace que hay entre ambas dos. Lo contextualiza todo Rocío Pérez, cabeza y organizadora del ciclo, quien además imagina cómo será el encuentro entre las tres protagonistas de Radicantes el próximo 20 de enero, momento en el que se reunirán en el museo para poner en común todo lo aprendido, y para arrojar algunas pistas sobre sus procesos.

Morir bien, de Paz Rojo (Foto: MIGUEL LORENZO)

En boca de Rocío Pérez, coordinadora del ciclo, lo que se hace desde Radicantes es generar una vinculación y una conversación más allá de la propia investigación a solas, y muchas veces generar vínculos entre aquellas personas que participan, que a su vez aportan nuevos nombres para que pueda continuar la actividad y la escena: “Pedimos a las participantes que aporten nuevos nombres que pudieran formar parte de Radicantes, de esta forma generamos una especie de red, algo así como un legado artístico”, explica la coordinadora. Para ello cabe contemplarlo todo desde el momento del fin, para que las artistas se pregunten a sí mismas sobre el trabajo efectuado. En el ciclo de este año la casualidad es que las tres participantes se conocían con anterioridad, y el punto a destacar es que se conocen gracias a los grupos culturales (y en parte al azar) y que conforman un elenco que llama a la intergeneracionalidad.

“A final contamos con tres perfiles que representan diferentes edades y momentos dentro de la danza. Todas ellas, lleven más o menos tiempo con sus investigaciones y proyectos, son las encargadas de enlazar sus historias”. En este enlace se comprende que tanto Elena, como Paz y Laura puedan introducir en el museo una investigación que se desarrolla a través del cuerpo y que se nutre de las miradas que rodean en todo, por lo que la participación del público es algo crucial. Cuenta Laura que la forma en la que el público le rodea en su acción es algo que le acerca a una nueva aportación que sería imposible encerrando la investigación en un plano tan solo teórico, y que "lanzarse a compartirlo da vida" a ese gran todo: "El contexto es muy generoso, la gente acude y saben a lo que acuden. También son conscientes del punto de fragilidad y vulnerabilidad en el que están", explica.

A contrario del trabajo de Laura el de su compañera Elena Córdoba se desarrolla en contacto con otros cuerpos, en un encuentro que tendrá lugar hasta el próximo 21 de enero en el IVAM. El trabajo de Córdoba versa sobre la memoria, el cuerpo y “la anatomía poética”, el cómo a través del estudio y las prácticas físicas el cuerpo en sí tiene una memoria que se preserva y, tan solo a veces, puede sobrevivir al tiempo: “Contemplo el cuerpo y esa especie del “todo” que es el sistema nervioso”, explica la bailarina, “ahí se puede ver cómo conecta todo con la escena y con la danza, y a su vez puedo investigar sobre las llamadas las huellas de la memoria”. 

En su investigación entra, a partir del próximo lunes 16, un grupo de más de una quincena de participantes que descubrirán esa anatomía aún desconocida para ellos y ellas gracias a Elena. La gracia de ello es trabajar sobre los distintos aspectos del cuerpo, la memoria, el trabajo, el amor y el rechazo (entre tantos otros temas) para redescubrirlo todo a través del baile: “Como bailarina y coreógrafa siempre he sentido curiosidad sobre los distintos aspectos del cuerpo”, hizo también una obra sobre la piel, “esa curiosidad por el cuerpo interior nace a través del baile, lo que quiero es sumergirme para averiguar cómo funcionan los movimientos del cuerpo”, explica Córdoba.

Ella aún debe imaginar cómo será el encuentro, pero con una acción ya realizada Laura reflexiona sobre cómo el IVAM le ha ayudado a añadir un granito de arena a su investigación, que consiste en analizar el oasis que hay en la intersección entre la danza y el sonido, una investigación para encontrar el lugar intermedio en el que convive todo: “La investigación nace de haber construido durante muchos años una práctica que creo que se comparte como un lenguaje propio”, explica, “también entra en el juego un avatar que se llama Serenity Rave, quien entra en la conversación de forma novedosa”. 

Oasis of Serenity, de Laura Ramírez (Foto: MIGUEL LORENZO)

En su caso ese avatar es quien le acompaña, y los que asistieron a su acto performativo tan solo observaban el final del todo. En esta manera de compartir lo investigado está también gran parte del material que quiere incluir en su oasis propio: “Quería encontrar la manera de compartir lo que había estado investigando en el IVAM, la gente viene y te comenta cosas que pueden darte un tipo de evolución”; comenta Laura, y confiesa que realmente nunca se siente sola: “Siempre hay cómplices, ya sean libros, música, charlas…”. 

Para Laura lo complejo e interesante es imaginar hacia dónde les puede llevar las conversación. Ella misma ha sido alumna tanto de Paz como de Elena, por lo que la junta y charla pudiera ser tan solo una puesta en común sobre la danza y la coreografía, que junto al bagaje de todas ellas podrán hablar del universo de la danza y las investigaciones entre ellas, como manos amigas. Laura comprende, tras haber hecho ya su acción, que la danza dentro del museo logra saltar más allá de los márgenes y es la institución la que permite que eso ocurra: “Formo parte del museo y soy algo más de este, eso me interesaba más allá de los materiales a través de la forma de mover a la gente en el espacio”. Sin límites ni normas tanto Elena como Laura, y Paz inclusive, logran que se rompan las leyes propias que viven entre los muros del IVAM y consiguen proponer algo nuevo que se sale de lo que sería un ciclo expositivo al uso.

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