Hoy en día tan importante es la educación básica para aprender a leer y escribir, como la educación en valores que nos enseñe a respetar otras vidas, culturas, religiones y mundos
VALENCIA. Si bien es cierto que el entorno donde uno nace y de desarrolla, principalmente la familia, condiciona nuestra manera de entender este mundo, su maneras de funcionar y sus reglas del juego, hay un a parte que se aprende “fuera de casa”.
Y es que la universidad, las escuelas o los centros educativos en general son el escenario perfecto para educar en valores por conseguir un mundo mejor. Los recintos, entornos y contextos educativos deberían tener la obligación de formar a personas de manera integral, no sólo en conocimientos, sino también en valores, mecanismos con los que convivir en este mundo, conocer otras realidades y conseguir construir entre todos una sociedad sensibilizada, con empatía con otras realidades, solidaria, respetuosa, etc.
Y de momento no vamos mal, pero podríamos ir mejor. En líneas generales tanto las universidades valencianas como algunos centros educativos se implican en algunos proyectos concretos, o sirven de altavoz para otros, en la medida que pueden pues cada vez más los recortes presupuestarios han hecho más costoso llevar a cabo cualquier tipo de acción que vaya más allá. Por ello, la labor que se realiza es sobre todo de sensibilización y poco queda de aquellos proyectos financiados en su momento por la propia universidad a través de sus patronatos o de sus departamentos.
Hoy en día, muchos de los proyectos vinculados a centros educativos surgen de la iniciativa particular de profesores que implican a otros y así van creando redes. Desconozco los detalles de la línea que el nuevo equipo de gobierno, desde la Conselleria de Educación, lleva a cabo tanto en colegios como en universidades sobre este asunto, pero confío en que estén trabajando para que la sensibilización, la cooperación, y la responsabilidad que tenemos con los países pobres y otras realidades esté integrado de manera transversal en nuestro sistema educativo.
La tendencia general de los proyectos que trabajan por un mundo mejor es garantizar la educación básica para todos, que los niños de países pobres tengan acceso a aprender a leer y escribir. Proyectos que si están bien elaborados, identificados, elaborados, implantados, etc. deberían trabajar también la educación de los países desarrollados en valores de respeto y solidaridad donde aprender a leer y escribir se supone que está garantizado. Es decir, trabajar aquí y alli, en países desarrollados y en desarrollo. Y esta parte, se puede trabajar de muchas maneras según las posibilidades de cada país, pero se deberían trabajar.
Llegados a este punto, siempre recuerdo los voluntarios europeos que he conocido en terreno recién salidos del colegio que con 20 años, tienen la posibilidad o la obligación de realizar acciones humanitarias en países pobres o trabajos sociales en su país subvencionados o apoyados por sus gobiernos. El gobierno alemán sin ir más lejos, cuenta con un programa dotado de presupuesto que ofrece a los jóvenes la posibilidad de irse como voluntarios antes de empezar la universidad a proyectos de cooperación financiados por Alemania.
Una experiencia necesaria para la formación integral de una persona donde además el voluntario no tiene excusa, pues no cuenta con el problema económico para poder viajar y vivir durante un tiempo en otros país, con otra realidades y conviviendo con otras culturas. Una experiencia que aporta su granito de arena para crear una sociedad formada en valores, más justa y más sensibilizada con otras realidades. Una experiencia que debería ser obligatoria porque los estudiantes de hoy son el mañana de un país.
Nuestra realidad, nuestro sistema, nuestra política social y nuestra manera de entender la responsabilidad social, política y económica con la pobreza hace muy difícil que este tipo programa se puedan implantar de momento en nuestro sistema social. Por ello nos tenemos que conformar con la manera de funcionar de nuestras instituciones públicas que en contadas ocasiones crea o subvenciona proyectos propios de cooperación y que, para cubrir el expediente, suele apoyar proyectos de otros llevados a cabo por particulares o entidades privadas comprometidas por un mundo mejor.
Pero siempre hay proyectos que son la excepción, que alegran a cualquiera y que hacen que ninguna reflexión pueda ser absoluta o categórica. Proyectos que obligan a reconocer el esfuerzo de algunos centros educativos. Existen más, pero me atrevo a destacar estos dos, amparados por la Universitat de València.
“Emergents" es el nombre de la primera convocatoria que ha puesto en marcha la La Nau, de la Universitat de Valencia , a través del Vicerrectorado de Cultura e Igualdad, y que pretende impulsar proyectos destinados a promover la inclusión social y cultural en la ciudad de Valencia y su área metropolitana. 12.500 euros se han repartido entre seis proyectos premiados en esta primera edición: proyecto para mejorar los estigmas a la cultura gitana en El Cabanyal, un taller de arte urbano para adolescentes y desempleados, un festival de cortometrajes en Natzaret, una acción para dinamizar el barrio de Campanar a través de la participación de unos alumnos, un plan integral realizado por la Asociación de Vecinos de Castellar-Oliveral y un documental social elaborado por el Colectivo de Jóvenes de la Coma.
TALIS es un proyecto de innovación educativa, intercultural y solidario coordinado por María Alcantud Díaz, profesora de la Universitat de València, del Departamento de ‘Didàctica de la Llengua i la Literatura de la Facultat de Magisteri’. TALIS es una iniciativa innovadora de educación intercultural para la ciudadanía global con enfoque interdisciplinar pues participan miembros en ámbitos como la filología, la pedagogía, ciencias de la educación, la cooperación, etc.), interuniversitario por la conexión con otras universidades del mundo, e intersectorial pues agrupa a entidades académicas sino también a entidades del tercer sector como la Fundación Voces, entre otros , con el proyecto “Cuentos alrededor del mundo”.
Este tipo de proyectos demuestra la importancia y de la responsabilidad de las políticas educativas y de los centros educativos para ayudar a conseguir una sociedad más justa y equilibrada, más responsable. La semana que viene… más!