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historia del diseño valenciano (IV)

La Factoría del Diseño

A mediados de los ochenta, cuatro diseñadores valencianos, Chema Aznar, José Sánchez, Carlos Tíscar y Ángel Martí, se asociaron para dar forma al estudio Factoría Diseño Industrial

| 24/09/2020 | 1 min, 57 seg

VALÈNCIA. El inicio del grupo Factoría Diseño Industrial se encuentra en la antigua Escuela de Artes Aplicadas (germen de la actual EASD) de València, en la que los diseñadores Carlos Tíscar, Chema Aznar y José Sánchez comenzaron a colaborar juntos. Gracias a las becas Impiva promovidas por Luis Peña, Aznar y Tíscar marchan becados a la Scuola Politecnica de Milán —al año siguiente el becado sería José Sánchez— y en la ciudad italiana conocen a Ángel Martí, quien estudiaba en el Istituto Europeo di Design junto con otro diseñador valenciano, Juan Montesa.

A su regreso a València y tras una etapa de trabajo para Andreu World, Martí pasa a formar parte del incipiente estudio, que se asienta en 1987 en la calle Moro Zeit, en el barrio del Carmen. Para José Sánchez, el paso por Italia fue revelador: «En Milán los diseñadores aprendían el oficio en un estudio y posteriormente, con cuarenta o cuarenta y cinco años, montaban despacho propio. En València no existía la opción de un aterrizaje suave, de un proceso previo de aprendizaje».

Previamente a la constitución oficial del estudio —«el nombre ni siquiera estaba pensado», admite Tíscar— y la llegada de Martí, los restantes miembros de Factoría trabajaron durante el verano de 1982 en una propuesta de elemento infantil para el Parque Municipal de Benicalap, concurso convocado bajo el gobierno de Ricard Pérez Casado, en el que finalmente se impusieron. 

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Para Chema Aznar, el contexto social del momento «demandaba proyectos de este tipo aunque personalmente me interesó más el proceso que el resultado final. Aquel concurso fue un acicate para acelerar la puesta en marcha del estudio». En opinión de Sánchez, «aunque los resultados posteriores fueron modestos, el proyecto de Benicalap nos ayudó a encontrar un lenguaje común».

* Lea el artículo completo en el número de septiembre de la revista Plaza

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