Hoy es 9 de octubre
VALÈNCIA. Febrero de 2004. Dos jóvenes estudiantes de Derecho que apenas acaban de conocerse conversan de política durante una noche en la discoteca Woody, uno de los templos universitarios de aquellos días. En el fragor de la charla –y con alguna copa de por medio- ambos se confiesan simpatizantes socialistas y seguidores de José Luis Rodríguez Zapatero. Solo unas pocas semanas después, así lo recuerdan los protagonistas, la actual vicealcaldesa Sandra Gómez (València, 1985), y el ahora secretario de Organización del PSPV, José Muñoz (València, 1985), acudían a la sede de Joves Socialistes situada en la calle Pelayo número 15 y se afiliaban a la organización juvenil próxima al PSOE.
Aunque muchos de los que pasaron por aquel destartalado local tienen ahora cargos orgánicos e institucionales, la generación aglutinada en torno a Muñoz y Gómez –que además fueron pareja durante varios años- ha destacado por avanzar de forma vertiginosa en muy pocos años. Quizá el propio desgaste del denominado ‘lermismo’, que ahora en buena parte se ha convertido en ‘ximismo’ –de Ximo Puig-, ha provocado una reacción de buscar una segunda línea –ya casi primera- que represente una renovación y, en cierto modo, también la continuidad, dirigida a quitarle arrugas al propio presidente de la Generalitat. Una misión, así lo apuntan los últimos hechos, que parece encargada a la Generación Pelayo.
Valencia Plaza reúne a algunos de estos jóvenes precisamente en la calle de la histórica sede abierta en 1995 -abandonada dos décadas después- y que ahora alberga un comercio de comida asiática. Además de Muñoz y Gómez, se encuentran el asesor del presidente Puig, Borja Sanjuán (València, 1992); los alcaldes Tania Baños (La Vall d'Uixó, 1990) y Fran López (Rafelbunyol, 1991); la secretaria de LGTBi en la nueva dirección del PSPV, María Sánchez (València 1991), y el secretario general de Joves en València ciutat, Javi García (València, 1989). Los recuerdos se amontonan e incluso se produce un efusivo encuentro con el vecino del primer piso del edificio: “Bonilla no llamaba a la Policía aunque armáramos algo de escándalo… de hecho a veces bajaba a tomar algo con nosotros y nos avisaba de cualquier cosa que pasara con la sede. Hasta tenía copia de la llave”, comenta Muñoz tras saludarlo.
Sentados alrededor de una mesa en el bar Los Tanques, esta representación de una amplia generación coincidente, ya no en sus fechas de nacimiento, sino en su visión política y sus profundos lazos personales, habla del 'pelayismo': una corriente dentro del PSPV que, contrariamente a la tradición del partido, debe su nombre no a una persona concreta, sino a una localización, un viejo local que consideraban una segunda casa, un refugio. "Cuando entramos, nos dieron una charla explicándonos lo que era ser de Joves Socialistes y advirtiéndonos de que ser de concretamente de Pelayo podía dificultar la relación con otras agrupaciones", relata Muñoz, quien recalca la "independencia" de València ciudad frente a la dirección autonómica de Joves de aquel momento, que venía "más marcada" por el partido. "Ser de Joves era lo más importante, lo del partido era secundario en ese momento y teníamos libertad para reivindicar lo que considerábamos", afirma.
Un recuerdo que refrenda Sandra Gómez: "Los inicios en Pelayo fueron complicados: parecíamos la aldea de Astérix, siempre enfadados con todo el mundo. La gran diferencia es que Pelayo era la única sede propia de Joves, mantenida con nuestras cuotas, por lo que la independencia económica y física conllevó además una independencia política, algo que no pasaba con otros núcleos de Joves que eran más permeables al partido".
Una de las claves del crecimiento de la corriente nacida en Pelayo, al menos así lo consideran sus miembros, fue conseguir hacer atractivo un lugar que hasta entonces había generado recelo. Así lo recuerda Tania Baños, quien desde la distancia lo define como un "centro neurálgico" de las Juventudes. "Yo me afilié para el mitin de Zapatero de 2008. Como regalo del selectivo le pedí a mi madre, que es de Izquierda Unida, que me acompañara. La primera persona que conocí fue a Samuel Falomir, ahora alcalde de l'Alcora y también secretario de Organización de Joves. Poco a poco, me fui uniendo al grupo de Pelayo aunque no militara en València", relata la alcaldesa de la Vall d'Uixó, un ejemplo de lo que se fue aglutinando desde la céntrica sede.
Algo similar le ocurrió a Fran López, ahora alcalde de Rafelbunyol y probable sucesor de Muñoz al frente de Joves. "Me afilié en 2008 y al principio pisaba poco Pelayo. Después me fui acercando más junto con algunos compañeros de l'Horta Nord porque había buen ambiente e hicimos amistades. En 2012, no tuvimos dudas en apoyar a José (Muñoz) para que liderara la organización", explica, para coincidir además con la figura de Zapatero como nexo de unión. "Yo en 2004, con 13 años, cogí el metro y me fui solo a ver su mitin de campaña. Creo que ilusionar así no está al alcance de todos", comenta, a lo que añade Muñoz: "No supimos defenderle bien, reculamos demasiado. Mirad ahora el PP cómo defiende las medidas que toma aunque la economía no mejore como dicen ellos...".
Más veterano es Javi García, quien se incorporó en 2005 a Joves. "La primera vez que vine a Pelayo fue un 14 de abril a un acto que organizó Mar Marín sobre la República al que vinieron dos combatientes. Tenía 15 años", rememora, para verse interrumpido por Muñoz: "Yo lo tengo en el móvil como 'Javi Niño'", afirma entre risas, para recodar: "En la primera asamblea lo metieron en una lista alternativa a la nuestra, pero al final se vino con nosotros".
Su probable sustituta al frente de Joves Socialistes de València ciudad, María Sánchez, también lleva unos cuantos años en el barco de Pelayo. "En 2009 fui a afiliarme con un amigo de la universidad. Nos recibieron Sandra y José, que nos explicaron cómo funcionaba Juventudes y también qué significaba ser de Pelayo. Además, nos comentaron que estaban organizando un viaje para el Congreso y pensé: voy con ellos y si me caen bien me afilio y si no, pues habré visto el Congreso. La verdad es que me lo pasé genial y me encantaron las charlas políticas que tuvimos... y hasta hoy".
El benjamín del grupo es Borja Sanjuán, quien actualmente es secretario de Organización de València ciudad y asesor en Presidencia. "Yo me afilié con 15 años. El primer día que llegué a Pelayo vi la sede tan cochambrosa que pensé que me había equivocado de sitio. Me abrió Alex Vila, que fue el responsable de Organización cuando José lideraba en Pelayo. Recuerdo que al poco tiempo me llamó Sandra para que fuera a una escola d'estiu y pasé de ella", bromea, para añadir: "También recibí el discurso de lo que significaba ser de Pelayo y aunque en ese momento no entendí mucho, luego vi que todo cobraba sentido", comenta.
En esta historia de dos décadas de la sede, de la que esta generación protagonizó más de la mitad, hay lugar para todo tipo de anécdotas; especialmente las que surgían en las clásicas fiestas nocturnas que se convirtieron en un punto de encuentro en la organización. "Teníamos mucha actividad política, pero Pelayo sobrepasó este ámbito. Las fiestas que organizábamos en Fallas, Halloween... eran un éxito. Han llegado a venir desde altos cargos del partido como Ignasi Pla o Leire Pajín hasta militantes del PP. Es más, mucha gente que venía no tenía nada que ver con Juventudes y alguno acabó afiliándose", explica Sandra Gómez, corroborada por Fran López: "Una vez entré a una fiesta en Pelayo y me encontré a cinco de mi pueblo que no sé cómo habían acabado allí".
"Había buen ambiente. Las cosas surgían sin que se buscaran... por ejemplo, teníamos un himno: 'Sálvese quien pueda' de Vetusta Morla", señala Muñoz. "Una canción un poco de perdedores", puntualiza Sanjuán, cuyo comentario es reforzado por Gómez: "La verdad es que casi siempre perdíamos en todos los procesos del partido... ¡por eso nadie quería arrimarse a nosotros!", asegura.
Centrando la charla -y no es fácil ante la tormenta de anécdotas que surgen en la cita- en la historia de la Generación Pelayo, Muñoz recuerda como punto de inflexión la victoria obtenida frente a la corriente 'alartista' en la lista de delegados a los congresos de 2012. "A partir de ahí, estuvimos más unidos al 'ximismo' aunque, curiosamente, yo saludé por primera vez a Puig entre bastidores el mismo día en el que fue proclamado nuevo secretario general del PSPV", relata Muñoz, lo que considera una prueba de que el espacio que ostentan en el partido se lo han ganado. "Hay gente que te aprecia, te apoya y te promociona, pero no es que te coloquen", aclara el dirigente socialista, que coincide con Sandra Gómez al destacar la figura del concejal de Urbanismo y ex secretario de Organización del PSPV, Vicent Sarriá. "Siempre nos ha querido y ayudado mucho. Fue líder de Joves y siempre ha defendido que mantuviéramos nuestra independencia", recalca la vicealcaldesa.
¿Y la relación de la Generación Pelayo con el ahora ex vicesecretario de Organización, Alfred Boix? "Yo tuve épocas que ni me hablaba con él al principio. Recuerdo una vez que nos reunimos para comer un pequeño grupo por una cuestión de partido y se enfadó conmigo y llegó a levantarse de la mesa: 'Me voy que no aguanto a este chaval'", relata Muñoz entre risas, para aclarar que con el tiempo la relación fue "mejorando" hasta hoy, que le ha sucedido en el área de Organización.
Un nombramiento en el congreso celebrado en julio que fue acompañado de otras incorporaciones en la Ejecutiva del PSPV por parte de Joves Socialistes, que también sumó algunos miembros en el Comité Nacional del partido. Y es que hay muchos más miembros del 'pelayismo' que no aparecen en la foto, como el citado Falomir, la directora general del Instituto Valenciano de la Mujer, Maria Such, o compañeros de agrupaciones como Elda, Alicante o La Vila, entre otras. Un centro neurálgico que cerró en 2015 -ahora la sede está en la calle Túria-, pero donde ya se había hecho el trabajo de forjar a una serie de 'pelayitos' y 'pelayitas' -como ellos se llaman- que ahora empiezan a ocupar puestos destacados en el socialismo valenciano.