VALÈNCIA. Es interesante como algunos de los cambios más trascendentes para el inversor ocurren a sus espaldas, hasta que ya son imparables. Uno de ellos, sin duda, es el cambio en el modo en el que el dinero del mundo se gestiona. O mejor dicho, no se gestiona, ya que hoy en día casi la mitad de las acciones del planeta están en manos de vehículos sin nadie al volante. Veamos.
La mayor parte de nosotros delegamos buena parte de nuestra vida a cambio de dinero: formamos parte de un sistema complejo que nos permite intercambiar eficientemente todo tipo de bienes y servicios. Confiamos en los expertos, y también en la gestión de nuestros ahorros. Pero algo empezó a cambiar con el nuevo siglo, y se aceleró con la crisis financiera.
La razón es sencilla: el experto ha de aportar valor con sus decisiones, o no se entiende su figura. Y desde que un mono ganó a un gestor lanzando dardos sobre el Wall Street Journal (un mono metafórico, pero cogemos la idea), a los gestores se les ha estado comparando siempre con el mercado para juzgarles. Y los resultados desde hace décadas siempre apuntan en la misma dirección: la mayor parte de gestores activos no baten a los mercados en el medio plazo.
Fuente: SPIVA Scorecard
Como consecuencia aparece la gestión pasiva: una manera de replicar a los índices a bajo coste y darle la vuelta a la tortilla, batiendo a la mayor parte de gestores. Lo que en principio apareció como una curiosidad, hoy es una tendencia imposible de ignorar: los ETFs y fondos de gestión pasiva son el primer inversor del 90% del S&P 500, y el mayor accionista de la mitad de las acciones del planeta.
Fuente: BofA Merrill Lynch, EPFR Global, Schroders
Es un mercado propiedad de los 'Big Three': Vanguard, BlackRock y StateStreet. El primero de ellos, decano de la gestión pasiva, captó casi 2.000 millones de dólares al día el año pasado para sus fondos pasivos, fondos en los que nadie toma decisiones.
Sin juzgar, sin analizar, sin pensar: simplemente replican lo que haya en sus índices de referencia en cada momento sin importar si está caro o barato. De esta forma, la nueva burbuja está servida y tiene un tamaño monumental:
Fuente: Multpl
Cuando creíamos que el Bitcoin era la nueva locura, en la que la gente invierte sólo porque sube, resulta que la mayor parte de bolsas reciben el dinero por la misma razón. La comparación termina ahí, afortunadamente, pero para que se cierre el hueco de la avaricia y la gestión pasiva (como las criptomonedas) simplemente convivan en el mercado, sin dominarlo, aún hace falta que vuelva el sentido común.
Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office
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