VALÈNCIA. Todo empezó en alta mar. Hace meses. En verano. Puede que incluso antes. Todo empezó en el Mediterráneo y se traducirá este domingo en una actuación cívica en los jardines de Viveros de València, que tendrá lugar por la mañana, una concentración de adolescentes y adultos, vecinos y no vecinos, que limpiarán hasta la última esquina de los jardines donde se hallaba el Palacio del Real para hacer desaparecer los restos de plástico que no se ven a simple vista.
Todo lo ha iniciado un adolescente, 16 años, Manuel Tabares. Paseando con su tío en barco, el joven fue descubriendo las balsas de plástico que flotan por el mar. Adquirió conciencia del daño que causan los desperdicios de los productos de un solo uso, esos que ahora quiere prohibir la Unión Europea a partir de 2021. Pero el mar no es el único territorio afectado por el plástico. También nuestro entorno. Esa noción se fue larvando en su interior durante sus paseos diarios por los jardines con su perra, una braco de Weimar llamada Noa.
“No es un problema de limpieza”, explica Rafael Tabares. Catedrático de la Universitat de València, padre de Manuel, mientras recorre el paseo Antonio Machado, señala un bote de cerveza aplastado y oculto tras un seto. “Míralo. Puede que lleve meses. Tú contemplas los jardines y a simple vista están limpios”. Pero hay más. Y ya no es sólo limpieza, entendiendo por ésta el acto de limpiar; como dice su hijo, es una cuestión de “no ensuciar”, de concienciar, de ser conscientes, apunta el catedrático, de que “los jardines de Viveros no son del Ayuntamiento, son de todos, son también nuestra responsabilidad”.
En el punto de mira estarán plásticos y microplásticos, latas y trocitos de metal, pilas o pequeños trozos de residuos, a veces, difícilmente visibles en un golpe de vista. La convocatoria, impulsada a través de correos y grupos de WhastApp, ha incluido un cartel y un breve texto, un pasquín que se ha distribuido en las puertas de acceso al parque desde hace una semana, y que se ha colocado también en los centros de enseñanza próximos a los jardines (colegio Villar Palasí, Institut Superior D’Ensenyances Artistiques ISEACV, IES Benlliure, colegio Pio XII, Colegio Alemán y la Universitat de València) centros de salud, hípica, museos (Museo de Historia Natural y Museu de Belles Arts de València), y establecimientos comerciales como Consum o Mercadona.
La acción como tal se inició realmente en septiembre. A la vuelta de vacaciones Manuel Tabares tuvo la primera idea. El primer correo electrónico se envió en octubre. En noviembre se escribió el texto de referencia y ha sido a lo largo de diciembre que se inició la campaña, en la que contarán con la colaboración de los compañeros de Manuel en el American School. Una campaña de la que, dice Tabares padre, es conocedora la concejala de Medio Ambiente, Pilar Soriano, quien le ha mostrado su beneplácito.
Además, apunta, no se trata sólo de concienciar sobre la limpieza, sino también llamar la atención a la ciudadanía y a la propia administración sobre la incidencia que tienen los microplásticos en la vida cotidiana. Según un estudio realizado por la universidad Heriot-Watt de Edimburgo, una persona puede llegar a ingerir entre 13.731 y 68.415 partículas microplásticas cada año, únicamente por el hecho de comer en casa. Recientes estudios los han localizado en el interior de la flora bacteriana humana. Con esta acción de carácter local, lo que se pretende es difundir un pensamiento global, y es la necesidad de actuar sobre el espacio más inmediato. Todo comenzó antes pero no terminará este domingo, o al menos ésa es la idea. Ocurrirá este 23 de diciembre pero se repetirá en el futuro, en un par de meses. Porque la guerra contra el plástico comienza ahora, pero no bastará con una sola batalla.