La GranGuerra en el Indo-Pacífico, origen del CaosPrevio, era el objetivo fijado entre el gobierno del Territorio-Kremlin y la GranFábrica. Europa sólo fue el escenario donde se ensayó la lucha por el control de los recursos energéticos. Desde el Donbás hasta el mar de Azov, la zona minero-siderúrgica estaba acotada por las IA. La inteligencia artificial precisaba de las tierras raras y los minerales que las entrañas de esa tierra ocultaron bajo ríos de sangre en el invierno del Año II d. C. -después de la Covid.
El sílice y el litio se convirtieron en los minerales preciosos que iban a liderar la Revolución Digital. El objetivo de 2030 marcado por el gobierno de la Unión, para acabar con los motores de carburantes fósiles y sustituirlos por los coches eléctricos, estaba lejos de ser alcanzado en tiempos de paz. El monstruo de la guerra era una Medusa cuya cabeza, coronada de serpientes, avanzaba de forma geoestratégica como un zahorí, buscando el tesoro oculto bajo las profundidades de la tierra.
El mercado de los microchips ya había sido deslocalizado torpemente del TerritorioEuropa, mientras agonizaba el siglo XX. Aunque la mayoría eran de bandera europea, las fábricas de semiconductores estaban en Asia. Sólo Corea del Sur y Taiwán concentraban en 2022 cerca del 83% del mercado de microprocesadores, produciendo siete de cada diez chips de memoria. Para ello se necesitaba silicio. El primer país productor de silicio era China, con aproximadamente 5,4 millones de toneladas métricas producidas, seguido a gran distancia por Rusia. Las minas europeas habían ido cerrándose…
A la escasez de esta materia prima en el mercado europeo se unió que ambos países eran grandes generadores de neón, la mitad mundial. Este preciado gas se usa para crear los láseres que fabrican los semiconductores que graban los patrones de circuitos hiperfinos en obleas de silicio. El neón tiene que ser refinado a una pureza del 99,999 %, un proceso que muy pocas plantas en el mundo llevan a cabo. Los chips, que tanto escasean, se utilizaban en todos los dispositivos digitales y en otros sectores como automoción, lo que llevó a su muerte.
La crisis de los chips tuvo su epicentro en Odesa, donde se ubicaban las empresas Cryoin Engineering e Iceblick, dedicadas a la producción de gas neón. Su producción se exportaba a empresas en Europa, Japón, Corea, China, Taiwán, India y Tailandia. Pero la mayor parte se enviaba a Estados Unidos. La segunda suministraba el 65% del neón del mundo. En la primavera del Año de la Guerra, Cryoin detuvo su producción de neón y de los demás gases interrumpiendo los suministros cuando comenzó la invasión rusa. Ucrania suministraba más del 90% del neón de grado semiconductor de Estados Unidos.
La cadena que provocó la invasión se estaba rompiendo. Rusia produce el neón que luego es purificado por las empresas ucraniana. Los precedentes no estaban lejos. En 2014, tras la anexión d e Crimea, el precio del neón se disparó un 600%. Con el inicio de la guerra, Estados Unidos y Japón presionaron a la industria de los semiconductores para buscar fuentes alternativas al gas neón. Quedaban siete semanas para que los fabricantes de chips de memoria extinguieran sus existencias mientras las negociaciones por la paz avanzaban sin esperanzas.
La crisis de semiconductores de 2021 obligó a cerrar fábricas enteras de las principales marcas de automóviles. A ello se unía otro elemento, el paladio, del que Rusia poseía el 35% del que utilizaba Estados Unidos y que se utiliza en sensores y memorias. En la telefonía móvil, Apple fabricó ese año 10 millones de iPhone menos de los previstos. La Unión hizo una lista de metieras prima críticas entre las que figuraba el wolframio que se utiliza para teléfonos móviles, placas de circuitos, instrumental odontológico, fuentes de luz, maquinaria pesada, plantas de producción de energía, coches, aviones y trenes… Del acceso a las tierras raras y el wolframio dependían 30 millones de empleos de la industria europea.
Entre estos minerales, destaca el litio. Precisamente el Este de Ucrania dominado por Rusia es el lecho de las mayores reservas del mundo, con una estimación de 500.000 toneladas de óxido de litio, fundamental para producción de las baterías que alimentan los vehículos eléctricos. Cuando sonaban tambores de guerra, a finales de 2021, Ucrania inició la subasta de los permisos de exploración para desarrollar sus reservas de litio. En noviembre, European Lithium, una empresa australiana, anunciaba que estaba en proceso de conseguir los derechos de explotación de las minas de litio en la región de Donetsk, en el este, y en Kirovograd, en el centro, para convertirse en el mayor proveedor de litio en Europa. En esos momentos, la empresa china Chengxin Lithium también pidió los derechos de las minas de litio de Donetsk y Kirovogrado.
-El DOC1403-2022 contenía los prolegómenos del conflicto global, del que la Tieta se negaba a hablar, acostumbrada como estaba al “pensamiento único”, recordaba sin acritud. Lo más interesante, David, se contiene en una carta remitida por un grupo de 17 expertos militares a Lloyd Austin, Secretario de Defensa de Estados Unidos, una semana después de la invasión rusa, en la que señalaban la “necesidad de que Estados Unidos reforzara su acceso a los minerales”.
-La recuerdo Laura, pese a que ha estado oculta en las hemerotecas de las redes sociales. El título de esta carta era “Cadenas de suministro seguras para minerales críticos del lecho marino”. Y explicaban que “una posible solución que debe tenerse en cuenta es el uso de minerales del lecho marino, en particular nódulos polimetálicos que yacen sueltos relativamente cerca de los Estados Unidos en la Zona Clarion Clipperton del Océano Pacífico”. Acababan de abrir el otro frente, el Indo-Pacífico…