En estos días, tanto en los gabinetes como en los think tanks, o incluso en los círculos cercanos al poder más sesudos, se actualizan las incertidumbres del año recién nacido para hacerles frente, pero este intento a veces tiene como resultado la paradoja de querer inventar el fuego o descubrir la rueda, por no hacer los deberes en su momento
Si tuviéramos que definir el año 2016 con una palabra sería la de INCÓGNITA, por la incógnita que supone hacer frente a los múltiples y complejos escenarios que surgen tanto a nivel nacional como internacional.
A nivel nacional existen varia incógnitas, desde la incógnita autónoma catalana hasta la incógnita del gobierno nacional, pasando por una economía que aunque va arrancando y creciendo, lo hace bastante más lento de lo que quisiéramos, pero que tiene su lógica dada la caída tan estrepitosa sufrida por culpa de las tristemente famosas burbujas del ladrillo y financieras, cuyo análisis, por su extensión, lo dejamos para otro artículo.
En Barcelona, parte de sus élites –político-económico-culturales- diseñaron una hoja de ruta para fracturar la sociedad y desgajarse del gran proyecto que es España, en este camino se han ido rompiendo lazos, relaciones, incluso coaliciones políticas –CiU-, o partidos como Convergencia, en un viaje a ninguna parte de Artur Mas, venido cada vez a menos, y en la que se dirigen antes o después a otras elecciones anticipadas tras otro "Govern débil", y todo ello a costa de sufrimiento y un alto coste social. Estas votaciones serán una nueva oportunidad para despertar de la ensoñación (más bien pesadilla) separatista en la que viven algunos, y seguir con el declive de esas fuerzas independentistas en el parlamento autónomo catalán que han pasado en los últimos sufragios de 76 a 74 para finalmente terminar en 72 escaños. Que aprendan y tomen lección de lo que ocurrió con el plan soberanista Ibarreche, ante la fortaleza y firmeza española, que esperamos todavía exista.
En España la incógnita es la conformación del poder ejecutivo, con una situación que pudiera empezar a parecerse a la catalana, respecto a sumas aritméticas diabólicas y líneas rojas demenciales. La duda es si líderes nacionales de los diferentes partidos (incluyendo a sus barones territoriales) estarán a la altura de las circunstancias y saber si sus egos estarán por encima o no de los intereses generales de la nación, pues nadie es o debe ser imprescindible cuando hablamos de un proyecto de 46 millones de personas con más de 500 años de antigüedad. Por eso son múltiples las opciones para no tener que repetir las elecciones, desde gobiernos multicolor a gobiernos monocolores con los candidatos electorales a la Moncloa o no.
En el plano internacional existen muchas incógnitas que introducen nuevos parámetros de incertidumbre en la ya de por sí compleja escena mundial y de las que daremos un par de pinceladas por no saturar a nuestros lectores.
En la tierra de la Libertad, la gran duda surge en quién ganará las elecciones presidenciales de noviembre después de dos mandatos del presidente número 44, el demócrata y premio Nobel de la Paz (con polémica incluida) Barack Hussein Obama Jr. Aunque la primera incertidumbre a dilucidar en este proceso será el nombre de los candidatos de los partidos Demócrata y Republicano. Si por el primer partido parece que Hillary Clinton tiene casi todas las papeletas para competir, por su parte los republicanos tienen las opciones más abiertas, desde un polémico Donald Trump (que parece recoger bastantes adhesiones de un importante grupo de su partido, pero que parece incapaz de reunir apoyos suficientes para una mayoría en el país), pasando por Jeb Bush (un experimentado político de una dinastía de presidentes), hasta dos candidatos de origen hispano como Ted Cruz y Marco Rubio, que si me permiten y a riesgo de equivocarme, me parece que algunos de los dos estará en el tándem de la candidatura presidencial (presidente-vicepresidente).
En el mundo global que vivimos en este 2016 va a existir una gran incógnita, la economía. Existen muchos elementos de incertidumbre; desde los problemas en China para generar suficiente riqueza para que su motor económico no se cale, e ir absorbiendo las múltiples burbujas también generadas allí de ladrillo y financieras, a costa, como ocurre en las dictaduras, del sufrimiento social; a la crisis económico-institucional que vive Europa, y en concreto en la UE (con UK en el alero) fruto de una construcción, no sólo ya rápida, sino con falta de más racionalidad en lo económico (no se puede pretender un correcto funcionamiento de una unión monetaria si no existe a la par una unión bancaria y fiscal) y falta de mayor eficacia en lo político para soportar por ejemplo la crisis de los refugiados (no puedes eliminar fronteras –Acuerdo de Schengen- si no tienes una acción exterior única y una robustecida política en Seguridad y Defensa); para finalizar con la incógnita de los problemas e incertidumbres que genera en un gran número de países (aunque al consumidor nos beneficie) del bajo precio del petróleo, incidiendo incluso en el enfrentamiento Suni-Chii/Arabia Saudí-Irán (en plena escalada) o en grandes países como Rusia con el que la UE y la OTAN tiene serios problemas de vecindad.
Por eso, y para acabar ¿que deberíamos hacer?, pues como dice el refrán –en época de mudanzas no hagas cambios- en esta época de incertidumbres debemos volver a las esencias, hay que acudir al core business (como dirían los economistas), a la razón de ser de la sociedad, a los principios y valores de la misma, definiendo claramente los objetivos a alcanzar y las estrategias a seguir por parte de sus estructuras políticas, cuyo propósito, nunca nos deberíamos olvidar, debe ser el de servir a los ciudadanos.