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a través de 86 obras

La inocencia según Sorolla

La Fundación Bancaja acoge, hasta el 13 de noviembre, La edad dichosa. La infancia en la pintura de Sorolla. Un análisis de la niñez a través del pincel del artista valenciano

15/07/2022 - 

VALÈNCIA. El pintor valenciano Joaquín Sorolla se quedó huérfano con apenas 2 años, y más tarde, avanzando en su niñez, encontró en la pintura un refugio único. Se dice que “la edad dichosa” es aquella en la que aún reside la inocencia frente a todo lo demás, y ese momento en el que la pena aún no habita el cuerpo, porque lo hacen otras preocupaciones más banales. En la muestra La edad dichosa. La infancia en la pintura de Sorolla, se contempla el retrato de esta etapa de la vida en cuatro temáticas: la familia, el mundo de la niñez, la “otra infancia” y el contacto con el agua. Un recorrido junto a todos los infantes que acompañaron a Sorolla desde su primera pincelada hasta el final de su vida, retratando todas las facetas de esta edad única e inocente. 

En un paseo entre 86 pinturas se comprende la infancia más universal desde los ojos del artista. Una representación que no solo se contempla en las imágenes icónicas de los niños en la playa, sino con un análisis, puertas adentro, de los hijos del pintor, e incluso junto a infantes de la realeza o "granujillas" callejeros. Enrique Varela, director del museo Sorolla, recalca cómo esta muestra da un nuevo giro al discurso de esta edad, a menudo infrarrepresentada en los circuitos del arte: “Sin desbancarnos del discurso artístico de Sorolla, parece, gracias a estas interpretaciones, que vemos una muestra totalmente nueva cada vez”. Una muestra que, en este caso, nace de una observación de estudio y detallada de más de dos años entre las comisarias Sonia Martínez y Covadonga Pitarch, que disponen el recorrido descentralizado de las escenas típicas del pintor: “Sorolla no era solo un maestro en la captación de la luz y de las escenas de mar. Nunca antes se había indagado en la infancia de Sorolla, siendo esta una de sus grandes líneas de trabajo”, explica Pitarch.

Infancia de puertas adentro

La muestra comienza con Mi familia, obra en la que por primera vez el pintor se muestra autorretratado. Su gran deseo de vida siempre fue (además de convertirse en un pintor prolífico) ser un buen padre, y pudo hacerlo realidad gracias a Clotilde García del Castillo, con quien tuvo tres hijos: María Clotilde, Joaquín y Elena. Sus retoños eran una parte clave de su vida, prueba de ello es los retratos de la intimidad de la familia pintada con tonos claros y puros. “Se representa la pureza de la infancia en su núcleo intrafamiliar”, explica Martínez, “él era un padre muy preocupado por la formación de sus hijos y por su familia. Una de las cosas que más destaca de sus enseñanzas es que pedía a los niños que no intentaran imitarle en el arte, que conformaran sus perfiles propios”. Los tonos se vuelven más estándares cuando se trata de retratos relacionados con la familia real, con retratos impensables como el del príncipe de Asturias, con apenas tres meses de edad. Estas obras se rodean de todo tipo de interpretaciones del pintor, expone Pitach: “Podemos ver cuadros de su colección íntima y algunos de los encargos más clave en su carrera como pintor. Además, aparecen retratos póstumos, que siguen siendo muy solicitados a pesar de los avances de la fotografía en el momento”.

Otra de las partes clave de esta introspección en la intimidad y la infancia son las actividades en las que los niños se acercan al mundo adulto: el juego y el estudio. Momentos en los que los infantes se comprenden en comunidad y aprenden a relacionarse de forma más natural: “Tenemos imágenes costumbristas valencianas como podría ser la tradición de poner farolillos en sandías escarbadas o incluso un punto de seriedad con las primeras letras de los niños”, explica Covadonga, “este estudio contempla no solo a los hijos de Sorolla sino el entorno en el que viven, para ello precisamos de un estudio de calidad de la época, con motivo de exponer sus cuadros cronológicamente y junto al contexto”. Un recorrido que lleva, de forma inevitable, a mirar hacia el otro lado: al de los niños que no pueden permitirse el juego ni el estudio porque deben trabajar.

La niñez menos “dichosa”

Así pues, la muestra continua con “la otra infancia”, que despega la mirada de la realeza y el núcleo familiar del pintor para salir a la calle. Estos cuadros retratan a aquellos niños que deben trabajar para el sustento económico de sus familias, con un toque de crítica muy sutil, tal y como lo explica Martínez: “Al final, Sorolla retrata una realidad paralela. Muestra esos jóvenes que tienen que labrar el campo y descansan agotados, y aquellos que tienen que acercarse al mar a horas tempranas para llevarse pescado para vender. Estos perfiles pueblan los cuadros del pintor, con fondos rurales y callejeros”. Las comisarias creen que esta obra logra, de forma indirecta, protestar por las desigualdades de la sociedad en la que vive, y se aleja del típico retrato burgués que triunfa en el momento.

Distanciándose más aún del núcleo urbano, el pintor llega a la playa, donde comienza a retratar esos famosos niños desnudos que juegan en la orilla. Retratos de veraneantes en los que la luz y el color brilla entre las sábanas blancas en las que se secan los jóvenes. De forma inevitable, aparecen también las pieles morenas y el paisaje mediterráneo, que según Martínez establece una equidad entre los perfiles: “Todos los niños cuando acuden a este escenario se muestran con notas de color típicas del verano, desnudos y jugando como iguales. El agua es, en cierto modo, la encargada de igualar a todos los niños que hemos visto en el resto de las salas”. Y tanto es así que presidiendo la sala central, de forma magistral, se expone por primera vez en València Triste herencia, una imagen de los niños del Hospicio de San Juan de Dios bañándose en la playa de la ciudad. Un cuadro que le valió a pintor el premio Gran Prix de la Exposición Universal de París del 1900, manteniendo siempre a los niños en el centro del relato.

Sin novedades sobre el Año Sorolla

A menos de seis meses del centenario de la muerte del pintor, y por ello la celebración del Año Sorolla, se ha preguntado tanto al director de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, como al director del Museo Sorolla, Enrique Varela, sobre la previsión de programación para el centenario. Alcón ha pasado la pregunta a Varela, argumentando que la Fundación Bancaja mantiene "su compromiso intenso" con Sorolla, pero no ha querido confirmar nada aún. Varela, por su parte, ha explicado que no podía adelantar nada de momento: “A día de hoy estamos aún pendientes de la materialización de la comisión nacional encargada del Año Sorolla. Esta será la que programe las actividades del Año conmemorativo; tanto las que pueda hacer la Fundación Bancaja, como el resto de museos”.

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