La divergente dinámica de crecimiento ha suscitado un gran interrogante sobre las perspectivas de la zona euro a corto y medio plazo
MADRID. Desde principios de año, la divergente dinámica de crecimiento ha suscitado un gran interrogante sobre las perspectivas de la zona euro a corto y medio plazo. El sector industrial entró prácticamente en una minirrecesión, encabezada por Alemania, dado que el efecto del debilitamiento de la demanda china en 2018, los aranceles estadounidenses al acero y al aluminio; y las incertidumbres en torno al Brexit se unieron para generar el mayor descenso de la actividad desde 2013.
En paralelo, la demanda interna y los servicios orientados al mercado interno han resistido razonablemente bien, contribuyendo así a alimentar el repunte del crecimiento observado en el primer trimestre, del 0,4%, frente al 0,2% del último trimestre de 2018.
Esta divergencia entre el sector industrial y el de servicios no puede durar mucho tiempo. El resultado más probable es una confirmación de los primeros indicios de repunte en el sector industrial.
Con la estabilización del crecimiento chino bajo la influencia de unos estímulos monetarios y fiscales impulsados por las autoridades políticas, y con el apoyo de una demanda interna resistente alimentada por una dinámica positiva en el mercado laboral, la inversión empresarial en Europa debería, como mínimo, estabilizarse en los próximos meses, pese a que el Brexit sigue oscilando sobre las empresas europeas como la espada de Damocles.
En vista de la actual dinámica del consumo de los hogares, esto debería bastar para que la zona euro se estabilice en torno a su potencial a largo plazo (en el 1-1,5%) en la segunda mitad de 2019.
Adrien Pichoud es economista jefe y gestor de carteras de SYZ AM