Lamu es ese lugar mágico, con gente mágica y que convierte en magia todo lo que aquí ocurre. Lamu es ese lugar pequeño y perdido en el mundo donde no paras de conocer personas interesante que deciden caer en este isla por diferentes motivos. Extranjeros que vienen de Europa o EEUU o africanos que vienen de fuera de Lamu. Casi todos deciden asentar su residencia en Lamu porque no han encontrado un lugar mejor donde vivir. Uno de ellos es Moran Munyuthe
Lamu y su costa es ese destino que eligen personas de la jet set para encontrar la tranquilidad que necesitan y pasar desapercibidos, como uno más. Es el caso del afamado Ernest de Hannover y Carolina de Mónaco que mientras estuvieron casados venían de vacaciones con sus hijos a alguna de sus casas, ahora sigue viniendo él en solitario. O el caso de Naomi Campbdel y su entonces pareja Briatore, editores de publicaciones de reconocido prestigio en el mundo, dueños de importantes marcas de coches, algún componente de los Rollings Stone, o famosos de nuestro " papel cuché" como Carolina Herrera con el Litri y sus hijos, el ex ministro Michavila, el televisivo Chicote, y muchos otros , como la familia Aznar, visita que no he podido confirmar.
Vienen aquí y te los puedes encontrar en cualquier esquina de Shela o Manda , viendo el atardecer desde el Peponi, de visita en el proyecto de Anidan y su hospital Pablo Horstmann o adentrándose por las calles de Lamu Town. Es la maravilla y la magia de Lamu que sirve de refugio a los poderosos y afamados de este planeta porque aquí , entre otras cosas, nadie les conoce, nadie les admira, nadie se rinde a sus pies. Son tratados como uno más y conviven tanto con su gente local y con otros extranjeros que deciden convertir Lamu en su hogar y no un sitio de paso. Uno de ellos es Moran, nuevo en esta isla que amenaza con quedarse en ella al menos dos años.
Moran es de Nairobi, arquitecto de profesión y se ha instalado en Lamu para trabajar en un proyecto profesional-personal durante dos años. Este arquitecto pertenece a ese sector de la población keniana, poderoso y rico. Ese sector que estudia en la mejor universidad Londres y que luego decide volver a su país donde tiene una mejor calidad de vida alejado del sistema occidental con unos ritmos demasiado frenéticos para ellos. Este sector de la alta sociedad que elige Lamu.
Moran es mitad masai, mitad kikuyu ( dos tribus destacadas en Kenya). No llega a los 30 años aunque dice que ha visto y vivido tantas cosas como una persona de 50. Después de estudiar en Londres y de trabajar en Roma, prefiere África para vivir. Moran pertenece a esa generación keniana de gente joven y preparada que se convertirá en el futuro del país, en el motor económico de esta país tan rico y con tantas posibilidades en todos los sentidos. Moran pertenece a ese grupo de africanos sobradamente preparados que desmontan la imagen de pobreza y atraso que generalmente y de manera injusta se tiene de Kenia y de su continente africano.
Moran tiene una presencia absoluta a pesar de su corta edad y una elegancia innata. Sus movimientos son delicados, cuidados hasta el mínimo detalle, solo viste de blanco y negro porque dice que así no tiene problemas para combinar colores. Es de esas personas que nacen elegantes y viven elegantes. Sus gafas diseño Ghandi y su constitución esbelta y estilizada le da un aspecto de lo más interesante. Alto y delgado como buen Masai. Es distante y cercano a la vez. Educado hasta decir basta.
Moran dice que ningún lugar lo considera como un hogar para el. Desde que tenía 10 años está acostumbrado a vivir lejos de su madre y de su padre. Su madre lleva 15 años en Sudán del Sur, trabaja para Naciones Unidas, y su padre trabaja en Uganda. El se crió en Nairobi con su tía. Y cada tres meses su madre le visita este donde esté.
A Moran le encanta Lamu. Buscaba un lugar donde convivir con una vida tranquila y lenta y encontró Lamu. Lamu le da la paz, la tranquilidad y el relax que quiere para su vida y que compensa la suciedad, el desorden y el caos implícito de esta isla, unas particularidades que consigue que no le afecte y que son radicalmente opuestas a su imagen limpia y ordenada.
Le maravilla la idea de volver atrás en el tiempo como ocurre siempre que pisas Lamu. Esta isla está cargada de historia. Historia rica que vas conociendo cuando decides vivirla y Moran lo ha decidido. Cada mañana acude a la librería del Fuerte, edificio emblemático y central de la isla, donde se pasa un par de horas al menos para relajarse y tomar conciencia de la isla que ha escogido su madre para retirarse el día de mañana, en una maravillosa casa que espera construir en un par de años. Ventaja de ser arquitecto. Este es el proyecto que le ha traído a Lamu y por las tardes se va a la " Shamba" ( terreno) para supervisar la construcción de este proyecto que pretende ser más que una casa. Una construcción que se remonta a las carretillas, los burros para su transporte, la carga y descarga humana, y la manera de hacer de antes. Una manera de construir costosa pero especial, sobre todo, desde el punto de vista de la arquitectura. Una arquitectura que ya enamoró en su día al arquitecto Urko Sánchez quién de vez en cuando asesora a la joven promesa de la arquitectura swahili, Moran .
Moran se sumerge en esa historia que se remonta a Omán, a Yemen, los árabes, sus tradiciones, su cultura, pero que también en los últimos años ha sido un paraíso para los hippies de los 80 que venían principalmente desde EEUU para salir de sus rutinas y de sus vidas. Estos hippies dieron vida durante una década a la isla de Lamu donde llegaban con sus tiendas de mochileros y acampaban en sus playas. Porque en aquel entonces no había prácticamente hoteles, cosa que hoy en día parece increíble cuando te sumerges por las calles de Lamu y prácticamente la mayoría son casas de alquiler, para todos los gustos y para todos los bolsillos. Pero el Lamu de los 80 no es el de ahora.
El Lamu de entonces era una isla más tranquila aún, más cerrada al mundo, una isla que empezaba a entrar en contacto con el resto mundo, una isla sin contaminación de ningún tipo, ni humana ni de residuos, todo era ecológico y reciclado. Una isla limpia en todos los sentidos donde sus habitantes solo buscaban tranquilidad, paz, algo de trabajo para vivir y sus espacios de tiempo para rezar. Una isla cuya gente no se metía con nadie y ya entonces respetaba a todos quienes llegaban con otras culturas y otros hábitos. Lamu era un sueño para todos esos turistas que aterrizaban en ella . Eso ocurría en los 80.
En el Lamu de entonces, relativamente reciente no había luz eléctrica, los candiles y las velas eran su luz, las lámparas que iluminaban la isla eran de keroseno. Tampoco había agua corriente en las casas como estamos acostumbrados los país es desarrollados, ni barcas con motor pues solo se navegaba a vela sobre sus maravillosos dhows.
En los 90 Lamu ya estaba en la mapa de destinos turísticos y fueron los israelíes quienes empezaron a venir a disfrutar esta isla. Hubo unos años en que Lamu se puso de moda para esta gente de Israel que disfrutaba y compartía muchos más de lo que podemos imaginar con los musulmanes de Lamu. Dicen por estas tierras que los musulmanes de Lamu son tan especiales como su isla, y que viven su religión intensamente mientras respetan las otras con la misma intensidad.
En definitiva, que Lamu es magia y esa magia es la que cautiva a todo el que viene y entiende esta manera de vivir. Una magia que acaba de enganchar a Moran y que me sigue enganchando a mi.