VALÈNCIA. Una de las cuestiones que más ha azotado al sector farmacéutico durante la epidemia del coronavirus ha sido el precio de un elemento que, sin quererlo, se ha vuelto imprescindible en el día a día de quien quiere salir a la calle: las mascarillas. El Gobierno fijó precios hace unos días un precio máximo de 0,96 euros, sin embargo, la decisión le ha vuelto como un boomerang al sector de las farmacias.
"Nosotros desde el principio hemos pedido la regulación del precio de las mascarillas, porque estaban apareciendo operadores con precios abusivos que nos obligaban a trasladarlos al público", señalaba Jaime Giner, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Valencia en una entrevista a Plaza Radio. Sin embargo, reconoce que el Gobierno tenía que haber consensuado con los colegios el precio para no ocasionar un perjuicio.
"Por lo mismo que estábamos denunciando, hemos tenido que comprar material muy por encima del precio que establece el Gobierno y tendría que haberse dado un proceso progresivo al precio acordado", lamentaba. De hecho, dudaba incluso de la posibilidad de que haya suficiente abastecimiento de mascarillas para servir a la población y de la venta a pérdidas del stock ya comprado.
El problema es estar en un mercado global y no tener suficiente abastecimiento con el mercado nacional. De hecho, durante toda la pandemia España ha tenido que comprar material a países como China, quien tiene decenas de países compradores. Mientras, el mercado nacional puede acabar exportando si no consigue producir para vender a los precios que marca el Estado.
De hecho, la decisión de fijar un precio en las mascarillas ha dejado en el aire la iniciativa promovida por cinco empresas valencianas -Cotoblau, Rapife, Marie Claire, Funcotex y Euromoda, con la colaboración del IVACE- para promover un clúster textil sanitario. ¿El objetivo? Reducir la dependencia del mercado asiático y conseguir una producción local. Para ello, estas compañías habían hecho importantes inversiones en adaptación de sus producción y compra de nueva maquinaria. Una potente inversión para conseguir un sueño que, ahora, puede verse truncado porque con un precio 0,96 céntimos la unidad no les salen las cuentas.
“Esta decisión nos ha afectado muchísimo”, explica a Valencia Plaza el presidente de Ateval y dueño de Cotoblau, Càndid Penalba. “Pese a estar sin pedidos, con impagos de clientes y con ERTE decidimos apostar por la producción de mascarillas homologadas en un tiempo récord y con una importante inversión de recursos propios y ahora el Gobierno interviene el mercado limitando la competencia. Ha sido un mazazo tremendo”, explica.
Y es que las mascarillas que iban a confecciones contaban con la homologación del Instituto Tecnológico del Textil de la Comunitat (Aitex) y la licencia otorgada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). “Nuestro producto no es un trozo de tela, sino las Rolls-Royce de las mascarillas con cinco capas, tres dobladillos, corte por ultrasonidos, auditorias, homologación y licencias”, subraya el empresario.
Aunque todavía están a la espera de recibir la maquinaria, ya han desembolsado el 60% del total del importe y no hay marcha atrás. También habían hecho acopio de la materia primas necesaria y recuperado plantilla de ERTE. “Ahora nos ponen un máximo a precio de producción en China cuando aquí ni los salarios ni los impuestos son como allí. Quieren una producción nacional y no depender del exterior pero nos limitan. Nos hemos quedado boquiabiertos”, lamenta.
Ahora, intentarán presionar para que el Gobierno reconsidere su decisión, aunque se lamenta del abandono de la industria valenciana. “Tengo la sensación de que si el textil hubiera estado en otro lugar y no en Valencia nos hubieran hecho más caso, pero parece que no pintamos nada”, lamenta.