VALÈNCIA. “Es una lucha de egos”, señala un miembro del equipo de Ciudadanos. “Es peor, es una lucha de celos”, añade poco después un concejal de este partido. La marcha del regidor Santiago Benlliure ha evidenciado hasta qué punto la formación naranja se encuentra dividida en dos bandos en el Ayuntamiento de València. Una división que se acrecienta conforme se aproximan las elecciones municipales y se toman posiciones de caras a las primarias, que está previsto que se celebren en enero de 2019.
En un lado se encontrarían el regidor que ya ha dimitido, así como sus compañeros María Dolores Jiménez y, en menor medida, Manuel Camarasa. En el otro, se hallaría el portavoz de la formación, Fernando Giner, y los concejales Narciso Estellés y María Amparo Picó.
La incorporación de José María Bravo se percibe dentro del grupo de los afines a Giner como un bálsamo. Pese a ser crítico, de hecho abandonó el partido en 2015, su perfil técnico es del agrado de esta facción quienes creen que encajará bien en el grupo. Ingeniero, profesor asociado en la Universidad Politécnica, esperan que contribuya a pacificar el ambiente desde su posición de concejal independiente.
En el sector crítico se acusa a Giner de personalismo. Su excesivo protagonismo, dicen, ha asfixiado a la formación, lo ha acaparado todo y ha hecho que no se vea el trabajo que realizan muchos de ellos, haciendo que su labor sea más oscura e ingrata. En el sector oficialista se justifican señalando que es al portavoz a quien compete llevar las riendas en los temas importantes. Y, por citar un ejemplo, se señala el caso de la socialista Sandra Gómez, “a la que nadie pone en duda su protagonismo”, afirman.
La raíz del problema, aseguran personas próximas a la formación naranja, se halla en la misma política comunicativa del partido a nivel nacional, que se aplica en todas las ciudades y comunidades. En ella sólo se permite una voz, que es la que trata todos los temas. Así, a nivel nacional Albert Rivera copa casi todas las intervenciones, en Catalunya Inés Arrimadas, etc… “Hay un sentido vertical que no sé si es precisamente lo mejor y lo adecuado en los tiempos actuales”.
Giner, dicen estas fuentes, no hace sino seguir el guión preestablecido desde Madrid, aplicar el manual de portavoz de Ciudadanos. “Es mucho más democrático de lo que parece”, aseguran desde su grupo de afines; “se preocupa por los temas y pisa la calle”, añaden. Mientras, los críticos lamentan el ninguneo al que dicen estar sometidos, en el que la única voz es la de Giner, quien acapara los plenos municipales monopolizando las intervenciones.
También como mar de fondo subyace la larga sombra del PP, partido con el que algunos de los concejales críticos se sentirían más próximos. En este sentido, en el Ayuntamiento de València fue muy comentado en su día un tuit lanzado por Jiménez en el que recortaba la imagen de Giner y no tenía reparos en mantener al portavoz del PP, Eusebio Monzó, en la fotografía. Igualmente se recuerda cuando Jiménez no sólo votó en contra de la comisión de investigación del caso Taula sino que también pidió perdón al PP.
El malestar de estos críticos se basa en el hecho de que, dicen, pese a haber desarrollado una considerable actividad en el Ayuntamiento, consideran que desde la dirección se les ha relegado a una posición muy secundaria. Así, tanto Jiménez como Benlliure presumían este jueves de su actividad durante esta legislatura. Éste recordaba que había presentado 54 mociones y 447 preguntas a comisión y pleno “pese a estar al 75%”, mientras que Jiménez retuiteaba un mensaje en el que se aludía a que había presentado más de 500 preguntas en lo que va de legislatura.
Los afines a Giner cerraron filas este jueves en torno a él y se conjuraron para protegerle. El actual portavoz cuenta con el apoyo de Albert Rivera y ése es su gran valor, dicen, porque supone hilo directo con los órganos de dirección. Además está la confianza personal de algunos de ellos. Apuestan por su línea política, en la que se combinan el antinacionalismo exacerbado que define a Ciudadanos en todo el Estado (en una ocasión aseguró sin ambages que Compromís era la marca blanca en la Comunitat Valenciana de la CUP), junto a una tendencia a exagerar cualquier crítica al Govern de la Nau, sea por lo que sea.
Este tipo de hipérboles, rayanas en la provocación, curiosamente, lejos de satisfacer a los más críticos lo que ha hecho es alejar a Ciudadanos de posiciones centradas que garantizarían su posible incorporación al gobierno municipal en un hipotético acuerdo postelectoral. Con todo, no es la principal crítica de los opuestos a Giner, quienes le acusan sobre todo de ser muy absorbente y “no repartir juego”.
La salida de Benlliure del Ayuntamiento no ha sorprendido entre los críticos. Dicen que él mismo venía anunciándolo hace tiempo. Sin embargo, la reacción desde la dirección de Ciudadanos fue cualquier cosa menos eficiente. Giner, mismo, se puso de perfil. La formación naranja se escudó en un silencio casi hermético. Mientras, crecía un profundo malestar en el sector oficial hacia los más críticos y viceversa.
No es una situación nueva dentro del partido en la Comunitat Valenciana. Hace ahora nueve meses el grupo parlamentario en Les Corts se escindió. Pero si en Les Corts fue porque el ala más progresista se sintió decepcionada con la deriva liberal del partido, al abandonar su espíritu socialdemócrata y negar que existiera un problema de financiación, en el Ayuntamiento de València el perfil de los críticos está más próximo a la derecha regional valenciana y lo que critican son las formas de liderazgo. En cualquier caso, no se descarta que en los próximos meses se produzcan más salidas de Ciudadanos en el Ayuntamiento.
Las críticas en privado entre los dos bandos son muy duras, especialmente tras la marcha de Benlliure, y revelan que Ciudadanos en València está lejos de ser un partido cohesionado. “Lo que está pasando es que estamos pagando la novatada de ser un partido nuevo, de venir cada uno de un padre y una madre, porque estamos conociéndonos realmente ahora”, concluye un miembro de este partido.