Hace cosa de más de 2.500 años el maestro Sun Tzu afirmaba que ‘el supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar’, y por lo que parece está siendo profeta en su tierra
Estos últimos días han ocurrido una serie de acontecimientos, la exaltación máxima del líder supremo Xi Jinping, que siguen confirmando la metamorfosis del cariñoso Osito Panda chino a conquistador Dragón Rojo asiático, y no lo digo yo (sólo), sino que son cada vez más los países que lo afirman y se preparan para hacerle frente.
Si en agosto del año pasado el gobierno de Japón aprobó su Libro Blanco de Defensa, en el que dedicaban más de tres decenas de paginas a las disputas con la República Popular China, a causa de su expansión en aguas en disputa en el mar de la China Meridional, en noviembre Australia, a través de su primer ministro, Malcolm Turnbull, advertía al presidente USA, Donald Trump, de que China estaba desafiando su posición en Asia, durante la cumbre de ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) en la que el peculiar presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, actuaba de anfitrión, y finalmente los propios norteamericanos aprobaron en diciembre de 2017 una nueva Estrategia de Seguridad Nacional donde se define a China, conjuntamente con Rusia, como poderosos rivales.
Y por qué perciben estos países la actitud de China como agresiva, pues hay múltiples factores, desde una fuerte expansión económica en todo los frentes, que le ha llevado a aplicar una dupla de estrategias, que se combinan en el proyecto One Belt, One Road, o Nueva Ruta de la Seda, donde nuestra ciudad de València es destino obligado por mor de José María Chiquillo, hasta declaraciones expresas de sus líderes.
Por una parte está la estrategia talasocrática del almirante Alfred T. Mahan que afirma que quién domine los mares dominará el comercio internacional y quien domine el comercio internacional dominará el mundo, y por eso los chinos han ejecutado un plan, que ha llevado a desplegar un conjunto de bases navales y facilidades logístico-portuarias a lo largo de sus principales rutas de comunicación Marítima,a éstas se les llama el collar de perlas chino y que van desde la isla de Hainan frente a Vietnam pasando por el océano Índico, golfo de Aden, mar Rojo y llegando al mar Mediterráneo en el que cuenta con dos vías de acceso a Europa-UE, el puerto de Pireo-Atenas (Grecia) y el puerto de València, donde la china COSCO controla a la operadora de terminales Noatum Ports.
Pero por otro lado,por si los estadistas del siglo XIX tenían razón y la Teoría del Heartland de John Mackinder fuera acertada, con la preponderancia del corazón de Eurasia, China ha desarrollado una estrategia terrestre iniciando diferentes proyectos de conexiones e infraestructuras de trenes y carreteras por diferentes países, como por ejemplo esa gran nación que es Kazajistán, para conectarse por tierra desde el océano Pacífico hasta el océano Atlántico.
De todas formas, y es la prueba del nueve, se van a cumplir en unos días los cuatro años del discurso de Jinping en París para conmemorar el medio siglo de relaciones entre Francia y China, donde afirmó “Napoleón dijo que China es un león durmiente, y cuando despierte, el mundo se echará a temblar. Este león ya se ha despertado, pero es un león pacífico, simpático y civilizado”, excusatio non petita, accusatio manifesta, o en roman paladino dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces; toda una sonrisa del cocodrilo. Y para clarificar su posición ambivalente en el pasado XIX Congreso del Partido Comunista el presidente Xi Jinping afirmó que ellos no tienen por qué copiar el sistema de partidos de otros países y que mientras Occidente practica la "democracia de confrontación", en China impera la"democracia de consenso".
Por eso la decisión del domingo pasado en el Comité Central del Partido Comunista Chino de proponer modificar la Constitución de ese país para eliminar el límite de dos mandatos en la presidencia, con la excusa de revitalizarla en sintonía con cada etapa del desarrollo de la nación según el diario Renmin Ribao de Pekín, supone que el presidente Xi Jinping se imbuye cada vez más del espíritu de los clásicos Emperadores Chinos, con las claras (y dolorosas generalmente) consecuencias para sus vecinos (sobre todo del mar meridional) y pudiera ser para todo el mundo.
Porque me gustaría recordarles como trata China a los suyos, pues a los de fuera se les suele tratar siempre peor, y según el último Informe de Amnistía Internacional 2017/18, que es muy clarito, afirma: “En China se desató una represión sin precedentes contra personas y organizaciones consideradas críticas hacia el gobierno,s o pretexto de la seguridad nacional”. Por lo tanto no me apetecería nada nada, que me aplicasen ese consenso democrático al estilo chino que explicaba Jinping.
Y para finalizar, ya saben aquel dicho, que el que no vive como piensa, termina pensando como vive, tengámoslo en cuenta en el gran juego geopolítico, pues nosotros que pensamos en términos democráticos, al vivir-convivir, y quién sabe si obedecer algún día a regímenes como el chino, terminemos pensando de forma autoritaria. Algunos autores como Nicolás Berggruen y Nathan Gardels ya defienden la hibridación de la cultura china con Occidente en su libro Gobernanza inteligente para el siglo XXI, por cierto prologado por Felipe González; seamos prudentes y protejamos nuestra actual forma de vida occidental.