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CHIPS EN EL BELVEDERE  / OPINIÓN

La montaña rusa de los costes

17/03/2022 - 

Da la impresión de que a algunas de nuestras grandes compañías les gusta ser españolas para pedir apoyo económico y normativo, pero globales para racanear su compromiso con el resto del tejido productivo. Es angustioso el relato de los profesionales que están viviendo en primera persona los problemas de suministro de materias primas esenciales para su actividad. Las peores semanas de su vida para muchos. Si difícil resulta comprar, más complicado aún es vender en un mercado en el que se han roto todas las reglas de los precios.

Empresas de logística que llevan décadas sin aplicar la cláusula del gasóleo, que les permite repercutir la subida en la factura dos meses después, están comunicando a sus clientes que ya no les queda más remedio que hacerlo. Todos los fabricantes de lubricantes industriales han comunicado ya subidas de costes de entre el 10 y el 15%, con aviso en algunos casos de que no existe garantía plena de suministro y de que el 15 de abril podría haber una nueva subida similar.

Repsol y la ya no tan española CEPSA, son las claras dominadoras del sector de los lubricantes junto a la francesa Total. ¿Está su capacidad de producción al límite, lo que les impide garantizar el abastecimiento y frenar la subida de precios, como corresponde, en un momento crítico para la economía, a empresas cotizadas que han recibido enorme respaldo de la Administración y se llevarán un buen bocado de los fondos de recuperación? ¿No reciben abastecimiento al ritmo necesario del principal fabricante de aditivos, la norteamericana Lubrizol, con una cuota del 70% en nuestro país?

Resultaría tentador retener producción en tiempos de volatilidad como los actuales. Con un break even de alrededor de 15 dólares por barril en algunos países productores de petróleo, la incertidumbre geopolítica y la búsqueda de burbujas en las materias primas por parte de los inversores, la crisis actual puede convertirse en un chorro de liquidez. Es legítimo pensar que sucede con cualquier empresa energética, pero ¿están haciendo todo lo posible para no estrangular a las pymes nuestros gigantes cotizados?

Juan Roig ha reconocido que el descenso de los beneficios de Mercadona se debe a la decisión de no repercutir de forma directa sobre los clientes todo el incremento de costes sufrido. Ni está en el Ibex, ni ha recibido la cobertura regulatoria de sectores como el energético y el financiero. ¿Cómo están comportándose los directivos de las empresas que sí?

El primer sector que empezó a sufrir y a repercutir en el precio el encarecimiento y escasez de lubricantes industriales fue el del plástico. Empresas fabricantes de envases, bolsas, componentes sustanciales de muchos productos, ya no saben ni hacia dónde mirar. Ni si quiera están seguras de si les valdrá la pena producir al coste actual de las materias primas y la energía, porque el precio que tendrían que poner no encuentra compradores. Necesitan lubricantes para su maquinaria, al igual que los fabricantes de cartón y papel, de cerámica, las turbinas de cogeneración, las empresas del metal y, obviamente, el transporte.

El precio del barril de Brent ha caído más del 30% desde su pico de principios de febrero, pero la oferta y la demanda están distorsionadas y los problemas en la cadena de suministro no han conseguido despejarse en un arranque del año caótico por la sexta ola del Covid.

DHL explica en su último informe de tráfico marítimo que los retrasos de los barcos en un viaje completo de ida y vuelta entre el Lejano Oriente y el norte de Europa no han cambiado desde principios de noviembre. Los barcos de 14.000 a 24.000 TEU en esta ruta aún requieren de media 17 días más de travesía de lo normal. “Saltarse las escalas en los puertos todavía parece ser la única forma de evitar o limitar las demoras prolongadas”, afirma el gigante logístico. “Esperamos que la situación persista hasta el primer semestre de 2022 con una posible mejora en el segundo semestre de 2022”.

Como en el caso del negocio marítimo, no es fácil que las tecnológicas hagan escala en tu país. Comentaba hace unas semanas que las infraestructuras de supercomputación son uno de esos otros Corredores Mediterráneo que necesitamos para salvaguardar la competitividad de nuestra economía. Hoy descubrimos que el Barcelona Supercomputing Center ha sido el único reclamo para atraer una escuálida inversión de Intel a España, dentro de su ambicioso paquete para toda Europa.

Celebramos los 2.000 empleos que creará Meta en nuestro país, un 20% de su previsión de 10.000 contrataciones en la UE, según afirmó su vicepresidente, el español Javier Oliván, en octubre, a quien habrá que atribuir una parte sustancial del mérito. ¿Qué habría pasado de no estar él?

La primera medida para evitar situaciones de dependencia como las que asfixian estas semanas a las pymes es dotarse de soberanía tecnológica y hablar en primera persona en el mercado. Justamente esa que decidieron desdeñar los gigantes cotizados españoles, unos perfectos clientes de tecnología de terceros, con tendencia a ser débiles con los fuertes y fuertes con los débiles.

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