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NOSTÀLGIA DE FUTUR / OPINIÓN

La música como espacio público

1/02/2018 - 

Hemos encerrado por error a la música en compartimentos estancos. En escenas y grupos de edad. En salas oscuras interrumpida por conversaciones. En auditorios elegantes ante el cabreo de quien escucha abrir un caramelo. Crac, crac. Fuera de tiempo.

Más allá de esas salas y auditorios hay calles, plazas, parques y playas. Hay edificios también. Pero la ciudad no es una suma de esos edificios sino, sobre todo, lo que pasa entre ellos. Y entre ellos lo que hay es espacio público. 

El espacio público es mucho más de lo que nos dicen las definiciones arquitectónicas o jurídicas. No significa sólo que el acceso sea libre o que la propiedad sea gubernamental. Los terceros espacios de Ray Oldenburg, tiendas y bares donde sentirse a gusto compartiendo una actividad, tienen mucho de espacio público. La esfera pública que, según Jurgen Habermas, abarca una variedad de significados e implica un concepto espacial, son los sitios o arenas sociales donde los significados se articulan, distribuyen y negocian. Donde los individuos constituyen en cuerpo colectivo. O, todavía mejor, como la definió Hannah Arendt en The Human Conditionla esfera pública es "el mundo común que nos reúne y evita que caigamos uno sobre el otro”.

El espacio público es la argamasa de las ciudades que están construidas sobre el poder del anonimato, de la libertad de ser el individuo que queramos ser; definidas sobre los encuentros fortuitos, sobre la convivencia entre los diferentes. Personas de origen diferente, de cartera gruesa o delgada, de aspecto diferente, de comportamiento diferente. De diferente edad. Qué increíbles son todavía las virtudes ordinarias que nos sostienen. Las virtudes que evitan que caigamos uno sobre otro.

Al final, y lo repito tantas veces que tengo miedo de aburrir, la decisión de vivir unos cerca de los otros ha sido nuestro mejor invento como especie. Nos hace más ricos, sostenibles, productivos y creativos. 

Y aquí he venido a defender que la música es espacio público. No sólo porque también nos hace más ricos, sostenibles, productivos y creativos. La música es espacio público y esfera pública. Una construcción colectiva al menos desde la polifonía. La agregación de intereses individuales, libres, hacia un bien común momentáneo. 

La música es esfera pública por su capacidad de reivindicar y reinventarse. Por cruzar generaciones y acercar desconocidos. También por viajar en el tiempo. La música eleva a la esfera pública el espacio privado.

Este sábado a las 11:30 se da inicio al ciclo #ConcertsDeLaMarina en la Pérgola Modernista de La Marina de València donde ya han ido tocando, y emocionando, las bandas de música de Poblats Marítims. Un ciclo mediterráneo, diurno e intergeneracional. MAR y Mujeres abrirán fuego para dar paso luego La Plata, Nus (Miquel Gil i el Botifarra), Pablo Und Destruction, Júlia, The Basement, Miqui Puig, Bigott, Francisco Nixon y mucho más. Una iniciativa modesta y próxima. Una iniciativa que lanzamos a corazón abierto. Tenemos el convencimiento de que la música, y la cultura, es un catalizador instantáneo para la transformación de los espacios urbanos de una Marina de València que se abre a que las cosas buenas pasen.

Música como espacio público en un espacio que es de todas y todos. Música al lado del mar. Porqué como escribió Albert Camus, solo la música está a la altura del mar. Y qué, sino la música, puede contribuir mejor a que no caigamos uno sobre otro. 

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