Hoy es 6 de octubre
Descentralización y Volkswagen, no se habla de otra cosa. No se habla de otra cosa en el Palau de la Generalitat, que ya le gustaría a Ximo Puig que nadie se acordara de la 'agenda valenciana' que guió su política reivindicativa ante el Gobierno central durante siete años: financiación autonómica y corredor mediterráneo.
Ambos motivos de enfrentamiento con el Ejecutivo central han desaparecido de los discursos de Puig, quién sabe si por no incomodar a las ministras y compañeras de partido María Jesús Montero y Raquel Sánchez o porque en la inminente campaña electoral para conseguir un tercer mandato no va a poder presumir de ningún logro después de ocho años, especialmente en lo relativo a la financiación autonómica.
Hasta que decidió sacar este asunto de la agenda, el president presumía, que no es poco, de haber conseguido unir a todos los valencianos en la batalla per un finançament just, situación que empezó a volverse incómoda cuanto Pedro Sánchez llegó al poder hace cuatro años y dijo una verdad entre tantas mentiras: la reforma de la financiación autonómica no iba a ser una prioridad para su gobierno. Y no lo ha sido.
De esa unidad que lideraba, él fue el primero en bajarse. El cese como conseller de Hacienda y Modelo Económico de Vicent Soler hace tres semanas fue algo más que un cambio de caras. Supuso un cambio de estilo –Arcadi España no tiene el perfil combativo de Soler, que se despidió exigiendo a Montero la condonación de 40.000 millones de euros de ‘deuda histórica’– y de estrategia. En definitiva, un cambio de prioridades entre las que ya no está la financiación autonómica porque, como dijo Ortega y Gasset, el esfuerzo inútil conduce a la melancolía. Ni Puig ni Arcadi España ni ningún conseller socialista acudieron este viernes a Les Corts a un encuentro con diputados nacionales para hablar de financiación autonómica. Sí fue Rafa Climent, al que le dio tiempo a acudir después a lo de Volkswagen.
La muestra más clara del cambio de agenda fue el discurso de Puig en la conmemoración del 40 aniversario del Estatut, celebrada en el Palau B –antes Correos– con una triste escenificación de la división política que, ciertamente, fue un homenaje a la bronca de aquel entonces. Dijo Puig que el Estatut no ha de emplearse como un retrovisor para añorar el pasado ni como un espejo para quedarnos con una imagen fija del presente, sino como una ventana al futuro "con tres prioridades: trabajo, igualdad y sostenibilidad justa". No dijo, como Sánchez, que la reforma de la financiación autonómica no es una prioridad, pero da que pensar que no hiciera ni una mención en un discurso en el que coló hasta "la llegada de Volkswagen" como visibilización del autogobierno de los valencianos.
Con todo, fue aún más inexplicable la ausencia de una referencia a la recuperación del derecho civil valenciano en un discurso en el que se ensalzó el "autogobierno". No se puede decir que se haya caído de su agenda porque nunca lo ha estado, pero se conmemoraban 40 años del Estatut, un texto reformado en 2006 para ganar autogobierno –ninguna referencia en el discurso a esa reforma impulsada por Camps–, conquista que fue cercenada en 2016 por el Tribunal Constitucional.
Nada dijo Puig del derecho civil valenciano. Sí lo hizo Rosa Pérez Garijo, la única integrante del Consell que parece apoyar de verdad la campaña que inició la Associació de Juristes Valencians hace más de seis años, antes de que el TC anulara tres leyes que llevaban ocho años en vigor y dejara en meramente simbólico el reconocimiento al derecho civil valenciano en el Estatut.
Alguien del PSOE debería confesarle al bueno de José Ramón Chirivella que la suya es una pelea condenada al fracaso, a la melancolía, por mucho que haya conseguido la adhesión de más de 500 municipios de la Comunitat Valenciana, de las diputaciones, de los principales partidos con representación en Les Corts y de decenas de asociaciones, colegios profesionales y entidades privadas. Pasará como hace 40 años, que en el momento de la verdad el PSOE se pondrá en modo Alfonso Guerra y frenará esas ansias autonomistas. También lo pensaba hacer Casado a pesar de que el PP valenciano está más comprometido con la causa que el PSPV, pero ahora con Feijóo, que tiene derecho civil propio en Galicia y se ha enfrentado al Gobierno para defenderlo, queda la esperanza de que el PP nacional entienda que por reconocer el derecho civil valenciano no se rompe España.
El otro leitmotiv de la pasada agenda de Puig era el Corredor Mediterráneo, pero bastantes disgustos le hemos dado ya a Raquel Sánchez con lo de Cercanías como para quejarnos de que en 2021 no ejecutó ni el 20% del presupuesto que Adif tenía para la obra. Avui no toca, que diría Pujol, por mucho que Federico Félix siga escribiendo artículos y AVE montando performances a lo largo del recorrido.
Hoy de lo que toca hablar es de descentralización, de nuestra realidad policéntrica y de la "España de las Españas". En eso está Puig. En eso, y en la gigafactoría de baterías. La campaña del president a favor de la diseminación de organismos estatales le dio unos minutos de gloria hace seis meses cuando la propuso en Madrid y se la compró Pedro Sánchez. Ocupó parte del debate nacional y Díaz Ayuso se revolvió en beneficio de Puig, que se paseó por los medios de la capital explicando su idea. En estos tiempos en que el voto se va a los polos, el candidato del PSPV necesita un enemigo que no puede ser Sánchez.
El Gobierno le compró la idea pero le compró una versión light: solo instalaría fuera de Madrid organismos nuevos, que a continuación se puso a producir como churros (poco se habla de que las CCAA tendrán que correr con los gastos, lo cual es injusto porque la Comunidad de Madrid no lo hace). De ahí el portazo que le dio la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, a Puig cuando el otro día filtró un plan para repartir por la "España polifónica" todo tipo de sedes estatales, incluidas partes del Senado, del Museo del Prado y del Reina Sofía.
Para València pidió la sede de Puertos del Estado, que no nos va a sacar de pobres. De pobres nos ayudará a salir, además de la gigafactoría de VW, una financiación justa y un corredor ferroviario mediterráneo. Como dijo Mónica Oltra, "primero que descentralicen el dinero y luego, ya si eso, buscamos que nos traigan un cuadro del Reina Sofía".
Puig vuelve este lunes a dar una conferencia en Madrid. Como diría Miguel Ángel Aguilar, atentos.