VALÈNCIA. València ha sido en varias ocasiones, desde su fundación, protagonista a nivel internacional. De hecho, es un rol que nunca ha perdido del todo gracias a la exportación. Las dos primeras décadas de este siglo fueron la etapa más reciente en la que la ciudad tuvo una vocación de proyección internacional, a través de la promoción turística, la construcción de grandes equipamientos y la organización de eventos. Los resultados desiguales de esa fase son de sobra conocidos.
De manera mucho más reciente, en las últimas semanas y meses, se abre la posibilidad de otro momento de internacionalización de la ciudad. Una internacionalización de distinta escala y dinámica.
Estos días, el Comité Técnico de la World Design Organization (WDO), visitaba València para evaluar la candidatura de la ciudad a Capital Mundial del Diseño y decidir, entre nuestra ciudad y Bangalore, cual será el epicentro global del diseño en 2022. Después de una intensa agenda de visitas, conversaciones y reuniones con todas las instituciones públicas que han apoyado unánimemente la candidatura, la suerte está echada.
Se trata de una dinámica muy distinta a la de, por ejemplo, optar a organizar unos Juegos Olímpicos. Organizar unos juegos supone una inversión inicial muy difícilmente recuperable. El coste de no haber conseguido los juegos en Madrid se ha valorado en unos 6.500 millones de euros.
En el caso de la candidatura finalista a Capital Mundial del Diseño es muy diferente. Pase lo que pase, ganemos o no, el trabajo ya ha merecido la pena. El proceso ha tenido un gran valor en si mismo y el hecho de no conseguir el resultado esperado no será ni mucho menos un fracaso. Además, es un proceso que no ha requerido de grandes gastos en comunicación y organización y las inversiones en equipamientos han sido cero. La ciudad construida tiene argumentos de sobra para presentar una candidatura solvente.
El trabajo de Associació València Capital del Disseny nos marca el camino para una nueva internacionalización de la ciudad. Es modelo y ejemplo por varias razones.
La candidatura está sustentada por un profundo conocimiento de la realidad territorial, de la estructura productiva de la Comunidad Valenciana, con importantes apoyos académicos y científicos. Podemos consultar al respecto el informe de la Generalitat, elaborado por Econcult, Economía Naranja y los Sectores Culturales y Creativos en la Comunitat Valenciana, o el proyecto de investigación la Economía del Diseño de la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana y la Agencia Valenciana de la Innovación.
La candidatura está impulsada por el sector privado con apoyo público. Han sido las empresas más importantes vinculadas al diseño de la Comunitat Valenciana las que han aunado esfuerzos para echar a andar este proyecto. El rol del sector público ha sido el de poner las cosas lo más fácil posible.
La candidatura remarca la capitalidad inclusiva de València. Muchas de las empresas impulsoras están localizadas en Castelló o Alacant. Que se unan es profundamente significativo ante una realidad de centralismo fractal. El cap i casal debe servir de símbolo y tractor del territorio. No siembre las cosas que son buenas para València lo son para la Comunitat. En este caso no hay duda.
La candidatura está enfocada desde lo local. En lugar de importar grandes artistas, deportistas o arquitectos el enfoque de València Capital del Disseny está basado en reforzar, visibilizar y construir sobre aquello en lo que ya somos buenos.
La candidatura tiene por objetivo mejorar la vida de las personas a través del diseño. Como se puede leer en su web “el diseño es por tanto una herramienta de generación de capacidades para la innovación en entornos urbanos que a corto plazo debe servir para resolver problemas y superar conflictos, y a medio y largo plazo debe propiciar cambios sistémicos”.
Pienso que este esfuerzo ya ha dado resultados y que nos está enseñando una manera distinta de ser internacionales. Podemos internacionalizarnos para mejorar la ciudad que habitamos desde nuestras propias ideas, sueños y capacidades.