VALÈNCIA. La complejidad del alma humana es la fuente de la que bebe el arte para manifestarse y cobrar forma, pero resulta descorazonador que la infinita belleza en cantidad y calidad creada por el hombre le cueste abrirse paso en un mundo inhóspito, en el mejor de los casos, o incluso se ve impelida a retroceder en muchos otros. Invade una sensación de extrañeza precisamente durante estos días y nos preguntamos cómo pueden convivir en una diminuta esfera azul rodeada de la inmensidad del cosmos, obras de arte que nos emocionan con escenas de una violencia deshumanizadora como si acontecieran en mundos paralelos. Entra dentro de esa complejidad inexplicable que puedan compartir la misma atmósfera y acontecer a una distancia relativamente cercana una interpretación de Pasión Según San Mateo, de las que por estos días se dan en muchos auditorios e iglesias del mundo, principalmente en Europa, con una cruel matanza de casi doscientos inocentes que, igualmente acudían a escuchar música en un auditorio del extrarradio de Moscú. La inexplicable belleza de la música de Bach nos atrapa y conmueve en su profundidad, pero con que saquemos un poco la cabeza, una vez sumergidos en ese estado de embriaguez, la sensación es de incomprensión por lo que acontece a nuestro alrededor.
Habíamos sido privados en los últimos años de esta experiencia emocional con cadencia anual, por causa de las obras en el Palau. Dicho esto, tengo que viajar muchos años en la memoria para recordar un nivel de excelencia como el alcanzado en esta ocasión pues prácticamente no hubo fisuras en unos solistas que caminaron entre en notable alto de la soprano Kateryna Kasper y del bajo Andreas Wolf a lo sublime y conmovedor del evangelista Maximilian Schmitt, un Yannick Debus que fue un Cristo de imponente presencia vocal. La “estrella” de la tarde, el gran contratenor Philippe Jaroussky no decepcionó con una musicalidad conmovedora en el fraseo y un gusto en el canto a la altura del gran artista que es, o, finalmente, la belleza arrebatadora de la voz del tenor norteamericano Zachary Wilder, con una emisión y fraseo de tintes operísticos. Moviéndonos en terrenos más propios de la ceremonia que de la representación, en estos niveles de excelencia la percepción es global y por tanto referirnos a un aria o coral determinado no aporta demasiado a esta crónica de lo elevado.
Francesco Corti es uno más de un parte de un amplio conjunto de jóvenes directores italianos que van a conformar en los próximos años una generación a buen seguro memorable. No deja de asombrar la capacidad del país transalpino para producir grandes músicos en sus distintas variantes. Su dirección, desde el clave, tendió a tiempos más bien ligeros como suele suceder en las interpretaciones con conjuntos de instrumentos originales, y, en esta ocasión, sin demasiados contrastes dinámicos ni efectos dramáticos exagerados. Más que al dramatismo del relato Corti fijó su atención a la belleza y a la profunda intimidad del poético texto de Picander, transformado por obra y gracia del genio del cantor de Leipzig en música. Corti quiere reivindicar también la genialidad instrumental de la obra haciendo levantar a los solistas de cada número puesto que es tal la perfección de la escritura bachiana que cuesta discernir donde se hallan los mayores tesoros: en los corales, en las voces solistas o, incluso, en la escritura para los instrumentos obligados de la orquesta que nunca intervienen como meros acompañantes, sino que van de la mano de los solistas, a la par, en cada una de las arias.
Otro de los grandes ceremoniantes de la tarde-noche fue el fabuloso el coro suizo de la Zürcher Sing-Akademie que en realidad divide Bach en dos coros, o también llamado coro doble, salvo para los corales en los que intervienen, en este caso los 24 cantantes. Asimismo, como bien se sabe, si bien es un solo conjunto orquestal el que interviene, la obra divide en dos orquestas al conjunto de instrumentos. En esta ocasión la alemana Orquesta Barroca de Frigburgo, aunque integrada por músicos de varios continentes, conocida por el público valenciano, dio una lección de por qué es uno de los mejores conjuntos de instrumentos de época del mundo, que además atesora excelentes solistas. En este caso Bach escribe bellísimas páginas para flautas, oboes, fagotes, viola de gamba…. La formación carece de director titular, pero cabe mencionar que uno de los directores que colabora con mayor frecuencia con este conjunto es el granadino Pablo Heras-Casado.
El carácter de la obra, que como se sabe, nos enfrenta al sufrimiento y muerte de Cristo en sus últimos días, y el destino para el que fue compuesta, en ocasiones provoca que el público tenga cierta contención a la hora de mostrar su entusiasmo. Este no fue el caso ante la avalancha de belleza recibida, lo que dio lugar a que en recogimiento de minutos antes viró en clamor con una abarrotada sala Iturbi en pie de forma unánime, braveando a todos los comparecientes individualmente, a los solistas de la orquesta, y a los conjuntos, como si de una representación operística se tratara. No fue para menos.
FICHA TÉCNICA
Palau de la Música de Valencia
24 de marzo de 2024
Juan Sebastián Bach, la Pasión según San Mateo. Oratorio
Maximillian Schmitt, Yannick Debus, Kateryna Kasper, Philippe Jaroussky, Zachary Wilder, Andreas Wolf
Zürcher Sing-Akademie
Freiburger Barockorchester
Francesco Corti, director musical