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el cudolet / OPINIÓN

La plaza de la Reina: puerta principal a Ciutat Vella

20/06/2020 - 

Siempre que he llamado al timbre de esta gran plaza ha sido por la entrada principal, pese a contar con otras muchas vías de servicio. Desde mi niñez, la plaza de la Reina tal y como la conozco es un lugar emblemático, rica de peregrinaciones, nutrida de experiencias personales, costumbres  ritos y tradiciones. Volvemos una semana más a promocionar la inapropiada semántica del slogan de lo reversible “València ciudad de plazas”, diezmando la más pura realidad de ser una ciudad más cercana a la de los solares abandonados. Esta apreciación es más literal, neutra y justa en la orografía urbana del Cap i Casal que la calzada por los responsables de la política municipal valenciana. Volvemos a pecar de lo mismo, centrando los esfuerzos en pedalear hacía el centralismo  de las reformas del centro histórico. Volvemos a dejar de lado a la memoria histórica. A rehabilitar el funcionamiento de la oculta y principal ágora de los valencianos desde la obsesión a la que en los últimos años nos tiene sometida la agitada movilidad. Y estoy al 100% de acuerdo con el absoluto cierre al tráfico, correspondiente pacificación y peatonalización del centro siempre y cuando lleguemos al consenso entre los principales actores de la escena.

Volvemos otra vez más a no reivindicar el retorno a la placa de la guía urbana de su naturaleza, la del obligado titular que no es otro que el rigor de los hechos, composición de algo tan banal como son los orígenes de la misma, la vetusta y desmantelada plaza de Zaragoza. Pese a estar en absoluto desacuerdo con el nombre que porta la placa que luce de sol a sol los 365 del año, no por el mero hecho de tener afinidad con la monarquía que no la tengo. Sino al igual que mi padre y a pesar de que ideológicamente nos separaba un abismo, ambos pensábamos ídem de lo mismo en la no participación de la corona en las funciones orgánicas del Estado. Ambos dilucidábamos en una jubilación de dichos poderes de la carta magna. Ambos creíamos en una sociedad justa y democrática en la cual la realeza debía pasar a la reserva. Volvemos una vez más a intentar arreglar el pinchazo, mover y derribar, mal endémico de los valencianos. A revertir los espacios diáfanos en lugares vitales para la convivencia. Creo que hemos tenido más que suficiente tras apreciar la nueva cirugía plástica, anestesiados por la emergencia sanitaria que no has traído un virus anónimo y demoledor, en la plaza dónde se ubica el Consistorio.

Ahogados en la estética, la plaza de la Reina, es más que una plaza. La Reina mantiene y conserva algo de nuestro ADN en muchos de sus rincones. El comercio valenciano, renovado, moderno, con olor a chocolate y sabor a horchata resiste las fuertes embestidas del azote de una globalización persistente e insistente en las más que plagiadas copias de otras plazas europeas. La plaza de la Reina, en diseño y funcionalidad es otro de los grandes errores arquitectónicos del pasado. Me gustaba más la desplazada fisionomía o fachada arquitectónica anterior a la reforma que gracias a la labor de los chicos de la València en Blanco y Negro todavía puedo disfrutar. La plaza de la Reina en algún momento de nuestras vidas la hemos peregrinado todos o casi todos. La plaza de la Reina es la gran puerta de acceso a ese embrujo que lo forma otro espacio especial que es la Virgen, preámbulo del itinerario para arrancar un enigmático paseo por la ciudad antigua. Sin duda alguna un camino por descubrir que no es otro que la majestuosidad de la gran arteria del Cap i Casal, la calle Caballeros. La plaza de la Reina está sostenida desde la antigüedad por los dos grandes pilares de la València antigua que lo forman, el soberbio y amable campanario de la ciudad, el Micalet, y por el complejo eclesiástico que no es otro que  la Seu.

Y me resisto a creer que el maestro de la arquitectura valenciana de mitad del siglo pasado Javier Goerlich diera el consentimiento a tal reforma. Estamos a tiempo de no caer en los errores de pasado. De volver a sentir orgullo de nuestra arquitectura principal y más característica para los forasteros, algo de lo cual necesitamos para recuperar parte del rebajado producto interior bruto, que no es otro que el turismo. A la plaza de la Reina le tengo cariño, a la actual y a la que le venga. En ella, encontré como un espacio tan singular se europeizaba a pasos agitanados con respecto a otras plazas de la ciudad con tan solo la apertura de una cervecería irlandesa. Una plaza que está presente en muchos de los operadores turísticos cuando aterrizan los viajantes. Por ello, abordemos el proyecto de la complejidad de dicha reforma desde el mejor de los deseos y oportunidades. Nos jugamos mucho, València y los valencianos se lo merecen.

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