Hoy es 7 de octubre
En apenas unos días acabará 2022, y a dos semanas de que finalice el año es un buen momento para hacer balance de lo pasado y plantear nuevos retos. Un momento para echar la vista atrás y valorar si has transitado por el camino que pretendías; analizar “la senda que nunca se ha de volver a pisar” y recuperar la ilusión de encauzar nuevos proyectos. No me equivoco si planteo que este tampoco ha sido un año fácil. Cualquiera que lea esto lo sabe. Tampoco en el plano político, esa esfera de la realidad dividida entre el negacionismo y la utilidad pública, entre la crispación y el diálogo. Y pese a todo, no renuncio a pensar que ha sido un año de nuevas certezas y esperanzas.
Arrancamos este 2022 azotados todavía por la pandemia, estalló la guerra de Putin. Y lo que vino después también lo conocemos todas y todos. Lo conocemos y lo sufrimos, la crisis energética, el alza de precios y su impacto en la economía de las familias y empresas. Y con esta nueva crisis llegó también una nueva certeza, la de saber que los gobiernos socialistas harán todo lo que esté en su mano para frenar cualquier problema. Lo hicimos con la pandemia, y lo estamos haciendo con la inflación. Frente al ‘no’ eterno del PP, las soluciones que funcionan de los gobiernos socialistas. Frente al catastrofismo del PP, un mercado laboral estable y contención de la inflación. Frente a quienes generan problemas, quienes solucionamos problemas.
Utilidad pública de los gobiernos socialistas frente al negacionismo de la oposición. Parece una eternidad pero fue en febrero cuando el Congreso convalidó la Reforma Laboral impulsada por el Gobierno a finales de 2021. La realidad hoy es que 2,5 millones de personas tienen un contrato indefinido gracias a la reforma laboral. Los últimos datos publicados revelan claramente que se genera empleo, y de calidad. El pasado mes de noviembre se superaron los 20 millones de afiliados y afiliadas a la Seguridad Social. La Comunitat Valenciana lideró en noviembre el descenso del paro con 15.330 desempleados menos y 21.064 personas más afiliadas a la Seguridad Social. Políticas progresistas y de utilidad pública frente a la política del no a todo del PP.
Datos que determinan la diferencia entre los gobiernos que trabajan para las personas y por el interés general, frente a quienes trabajan por el interés de unos pocos privilegiados y su partido. Unos trabajamos para rebajar la factura energética a 29 millones de consumidores de electricidad y a 8 millones de consumidores de gas, otros como el PP rechazan que las grandes compañías paguen por sus beneficios extraordinarios. Unos trabajamos para frenar la inflación, la derecha trabaja para aumentar el ruido. La realidad: tenemos la inflación más baja de la eurozona gracias a las medidas impulsadas por los gobiernos progresistas.
Unos trabajamos desde las instituciones para ayudar a los ayuntamientos y dotarlos de más autonomía para que actúen en defensa de sus vecinas y vecinos, como hace la Generalitat con el Fondo de Cooperación; y otros se niegan a ayudar a los ayuntamientos a hacer frente a la crisis energética y poder invertir sus recursos libremente, como hace el PP con su recurso al Fondo de Cooperación. La realidad: el PP no cree en la autonomía local y frena la capacidad financiación de los ayuntamientos. Unos trabajamos por el bien de la mayoría social, otros por el bien de su partido.
Este ha sido un año complicado, pero también de certezas y esperanzas. La triste certeza de que al PP no le interesa la mayoría de este país y de que su esperanza es lograr el poder para perpetuar privilegios de las minorías. Pero también, y ante todo, la certeza de que los gobiernos progresistas, desde el diálogo y el consenso, impulsan medidas claras para mejorar la vida de la gente. Y la clara esperanza de poder seguir mejorando los próximos años la vida de las familias, de las empresas, de nuestros pueblos y ciudades. Frente el ruido y el no, la esperanza y la certeza del trabajo eficaz en beneficio de la mayoría.