VALÈNCIA. La remodelación del Consell es un asunto recurrente en los mentideros del Botànic, especialmente en las filas socialistas. Muchos se preguntan si el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, decidirá acometer cambios en la cúpula del Ejecutivo ahora que llega al ecuador de su segundo mandato u optará, como ya hizo en la anterior legislatura, por no tocar nada salvo el único relevo que se vio obligado a realizar en cuatro años: el nombramiento de Ana Barceló como consellera de Sanidad tras la marcha de Carmen Montón al ministerio del mismo ramo en junio de 2018.
Para entender la complejidad de este tipo de maniobra política conviene recordar que el Gobierno valenciano se sostiene merced al segundo Pacto del Botánico, del que son firmantes el propio PSPV-PSOE, pero también Compromís y Unides Podem. Es decir, si Puig quiere hacer cambios debe, al menos, consultar a sus socios de gobierno si quieren realizar modificaciones para ofrecer unidad de acción de cara a la opinión pública.
A día de hoy, no parece que sus socios tengan intención de mover ficha, por lo que si hay variaciones solo vendrían del lado socialista, una circunstancia que, para algunos dirigentes del PSPV, añade una dificultad extra a la posibilidad de cambios por una cuestión de imagen.
No obstante, no son pocos dentro del PSPV los que opinan que, alcanzado el ecuador de legislatura que se atravesará en las próximas semanas -Puig fue investido el 13 de junio de 2019-, podría ser un momento propicio para lanzarse a una remodelación.
El principal foco se sitúa en la Conselleria de Sanidad, donde el desgaste ha sido elevado: el castigo de la pandemia y ciertas faltas de entendimiento entre Presidencia y el departamento que dirige Ana Barceló invitarían, especialmente ahora que la incidencia es baja y la vacunación crece, a un cambio al frente de este área. Algunos esgrimen que, precisamente, que no se haya sustituido oficialmente desde hace dos meses al que fuera jefe de Gabinete de la Consellera, Jaime Peris, y que se haya preferido situar provisionalmente a la periodista Esther Segura, podría ser un indicativo que el relevo de Barceló está sobre la mesa.
Más allá de este detalle, lo cierto es que la relación entre Sanidad y Presidencia, especialmente en el ámbito comunicativo, no está siendo fácil y cada vez en mayor medida se perciben ciertos vientos de cambio de ciclo. Ahora bien, algunos miembros influyentes próximos a Puig insisten en no tocar nada, mientras otros hablan de cambios de cromos que llevarían a Barceló a otra conselleria, lo cual desacreditaría el discurso de que se marcha por el cansancio acumulado de la gestión en toda la pandemia.
Y en este sudoku siempre hay altos cargos del Consell que encuentran el momento para señalar un posible fin de etapa en la Conselleria de Hacienda, donde desde 2015 se mantiene al frente el veterano socialista Vicent Soler. Un dirigente histórico que, sin embargo, parece tener la disposición para llegar a concluir la legislatura.
¿Podría ser el momento de incluirle en una crisis del Consell? Pese a que algunos dan por terminado su periplo, los más cercanos a Puig siguen pensando que el presidente mantendrá a Soler salvo que él mismo pida apartarse, por lo que otras operaciones con las que se especula, como una hipotética salida de Obras Públicas del conseller Arcadi España en dirección a Hacienda tampoco serían viables.
Con este escenario, y pese a que este asunto sea recurrente en los mentideros socialistas, la tesis más sólida que defienden los colaboradores del presidente es la de la continuidad tal y como se aplicó en la pasada legislatura, solo quizá alterada por un cambio en la Conselleria de Sanidad. Así, y aunque la continuidad general es la apuesta más reiterada, casi nadie se atreve a descartar una modificación puntual precisamente en ese departamento de cara al verano, cuando la crisis pandémica esté controlada para así regresar en septiembre con aires de renovación en un área que se ha visto duramente exigida a lo largo de casi un año y medio.
Por lo demás, las sensación generalizada en el entorno del presidente, pese a conocer este murmullo en partido y Consell, es que será difícil que Puig decida acometer una revolución de grandes dimensiones en el Ejecutivo, por lo que la tesis de seguir la línea inmovilista de la pasada legislatura parece la favorita en el Palau.
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