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Según un estudio

La reducción de amonio en sangre puede ayudar a tratar casos graves de hígado graso no alcohólico

4/09/2018 - 

VALÈNCIA. (EP). Investigadores han concluido que la reducción de amonio en sangre podría ayudar a tratar casos graves de hígado graso no alcohólico, una gran acumulación de grasa en las células del hígado lo que provoca que éste deje de funcionar correctamente.

Los resultados de este trabajo --que han sido publicados recientemente en la revista internacional 'Journal of Hepatology'-- describen por primera vez un vínculo entre la complicación del hígado graso, la esteatohepatitis no alcohólica, y la función del ciclo de la urea y el exceso de amonio en sangre.

La doctora Carmina Montoliu, coordinadora de Grupo de Investigación de deterioro neurológico de Incliva, es una de las autoras del artículo 'Urea cycle dysregulation in non-alcoholic fatty liver disease', informa la institución a través de un comunicado.

El estudio describe un vínculo entre esteatohepatitis no alcohólica (NASH), función del ciclo de la urea e hiperamonemia (exceso de amonio en sangre). Este trabajo es fruto de la colaboración entre diversos institutos de investigación (Incliva, UCL Institute of Liver and Digestive Health, University College London e Idibaps Biomedical Research Institute & Ciberehd de Barcelona), hospitales (Hospital Clínico Universitario de València y el Aarhus University Hospital de Dinarmarca) y el Centro de Investigación Príncipe Felipe de València.

Puesto que la hiperamonemia puede causar progresión de la lesión hepática y fibrosis, estos hallazgos respaldan que la reducción de amonio es una opción viable para el tratamiento potencial de NASH, uno de los tipos de hígado graso más graves.

La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) engloba múltiples dolencias hepáticas que afectan a personas que beben muy poco o nada de alcohol. Su principal característica es una gran acumulación de grasa en las células del hígado, lo que provoca que éste deje de funcionar correctamente y sea incapaz de eliminar el amonio generado por el metabolismo, explican.

En la mayoría de casos, la enfermedad del hígado graso no alcohólico se presenta en grados 1-2 y no implica complicaciones notables. Sin embargo, un pequeño porcentaje de afectados puede presentar una afección más grave, la llamada esteatohepatitis no alcohólica (NASH). En estos casos, la acumulación de grasa se relaciona con una inflamación más elevada de las células hepáticas y diferentes grados de fibrosis, lo que puede derivar en una cirrosis.

Tal y como detalla la doctora Montoliu, las enzimas que convierten el nitrógeno en urea pueden verse afectadas en los pacientes con NASH, lo que lleva a la acumulación en sangre de amonio característica de las primeras fases de esta enfermedad.

"La esteatohepatitis no alcohólica (NASH) es una enfermedad que se asocia con una reducción en la expresión de genes y proteínas y en la actividad de las enzimas del ciclo de la urea que originan la hiperamonemia, posiblemente a través de la hipermetilación de los genes de las enzimas y del deterioro en la síntesis de la misma", señala.

"Los niveles excesivos de amonio en el torrente sanguíneo --añade-- aumentan el desarrollo de tejido cicatricial y la progresión de la enfermedad. En este estudio demostramos que la acumulación de grasa en el hígado produce una reducción reversible en la función de estas enzimas que participan en la detoxificación del amonio".

El estudio publicado en 'Journal of Hepatology' partía de trabajos anteriores sobre la eliminación de amonio en el ciclo de la urea, localizado exclusivamente en el hígado. "Dos de las enzimas que participan en este ciclo están en las mitocondrias y muchas líneas de investigación indicaban que las mitocondrias no funcionan correctamente en los casos de NASH. Este mal funcionamiento podría conducir a una modificación de los genes OTC y CPS1, reduciendo su expresión y función, y dando como resultado el aumento del amonio en la sangre de los pacientes", detalla Montoliu.

En los modelos experimentales con NASH in vivo de esta investigación las expresiones de genes y proteínas de OTC y CPS1 se redujeron significativamente, dando como resultado una reducción funcional en la capacidad para la formación de la urea.

"Las concentraciones patológicas de amonio producen cambios en el comportamiento de las células estrelladas hepáticas humanas que incluyen alteraciones significativas en la morfología celular, producción de especies reactivas de oxígeno y activación. Estas células están implicadas en el desarrollo de fibrosis en el hígado. En el presente estudio la eliminación de amonio de los cultivos celulares restauró la morfología de estas células y su función hacia la normalidad, indicando que los cambios inducidos por el amonio son reversibles", explica la investigadora.

Según datos de la Sociedad Española de Patología Digestiva, la esteatosis hepática no alcohólica es la enfermedad del hígado más frecuente y afecta a un 20%-30% de la población. Las investigaciones de los últimos años indican que su aparición puede asociarse a varias causas, entre ellas sobrepeso y obesidad, niveles elevados de colesterol y/o triglicéridos, pérdida de pelo, resistencia a la insulina, consumo de medicamentos (corticoides) o enfermedades en las encías (por ejemplo periodontitis).

Algunos estudios también han apuntado a la posibilidad de un componente genético en el desarrollo de esta afección hepática, concretamente variantes de los genes PNPLA3 (I148M) y TM6SF2 (E167K). Por otra parte, el hígado graso no alcohólico se ha convertido en la enfermedad hepática crónica más común entre los pacientes con diabetes mellitus tipo 2.

Para prevenir este tipo de enfermedades hepáticas es necesario perder peso a través de la combinación de dieta y ejercicio. Asimismo, se debe evitar el consumo de cualquier medicamento que predisponga a la enfermedad, controlar la diabetes y reducir los niveles de colesterol y triglicéridos.

"En los casos de hígado graso alcohólico, la suspensión total de la bebida es la pauta inicial. La vitamina E y las tiazolidinedionas (como rosiglitazona o pioglitazona, que se utilizan para tratar la diabetes) pueden ser de alguna ayuda en el tratamiento del hígado graso que no está causado por el consumo de alcohol. También es posible, además, que el especialista indique la vacuna de la hepatitis A y B para ayudar a proteger el hígado de los afectados. En todo caso, para aquellos que ya han desarrollado cirrosis debido a la esteatosis hepática no alcohólica, el trasplante de hígado es una opción terapéutica con muy buenos resultados", concluye Montoliu.

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