Debemos ser conscientes del impacto producido por el diseño en nuestra sociedad para hacer de su buen uso una pieza de valor tanto a nivel social como empresarial
VALÈNCIA.-En estas páginas hemos hablado en otras ocasiones de cómo el diseño nos diseña y de los principios del diseño ontológico, y así es cómo los usuarios del diseño (usted, yo, toda esta sociedad en la que todo está diseñado) nos hemos convertido en productos.
Nos moldea el diseño que nos rodea, así que seamos conscientes o no de este poder, no es poca la importancia que tenemos los profesionales de la materia en un buen desarrollo de nuestra sociedad. Y hablamos de diseño, del impacto que supone el diseño desde nuestro entorno y el diseño industrial a los entornos digitales, al proceso de hacer una compra online, al diseño de interfaces, de servicios, a las decisiones que se han tomado para crear todo lo que nos rodea en un día normal y con lo que interactuamos desde que nos despertamos hasta que nos dormimos. El diseño en sí mismo es ese impacto que nos va dando forma y ni siquiera entramos en su función en el campo del marketing o de la publicidad sino en la cotidianidad, en el diseño cotidiano. El diseño es hoy una profesión de profesiones y su carácter transversal hace que todo sea diseño, con la única diferencia de si ha sido bien o mal diseñado.
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad (la frase era de Roosevelt antes que la cita de Spiderman), y es en esa responsabilidad en la que se materializan los valores de las diseñadoras y diseñadores que trabajan para llegar a esos productos finales, analizan usos y desarrollan proyectos, piensan soluciones que podrán tener en cuenta temas de sostenibilidad o no, ser cómplices del green washing (postureo ecológico) o llevar una comunicación honesta, podrán cuestionar problemas de género o podrán perpetuar conductas, y por eso hay algo de política también en esto del diseño, porque implica tomar decisiones que nos definirán como ese producto final que comentaba al principio.
* Lea el artículo completo en el número de enero de la revista Plaza