VALÈNCIA. La Sociedad General de Autores y Editores decidió abrirse a la interacción de ideas y al debate este martes en su sede de la Comunitat Valenciana. Dentro de las actividades paralelas de Russafa Escènica, Juan Luis Mira (miembro del Consejo Territorial de la SGAE de la Comunidad Valenciana) moderó una mesa de diálogo para concretar con distintas voces las respuestas a algunas preguntas. Entre ellas, por qué hay dramaturgos que no se asocian, cuál es su labor y su necesidad o qué cambiarían.
Mira abrió el debate lanzando la pregunta de por qué hay autores que sí deciden asociarse. Una pregunta para la que Jacobo Pallarés, codirector de Proyecto Inestable y presidente de la Red de Teatros Alternativos, se vio interpelado como 'no socio'. “De hecho, comparto proyecto con Maribel Bayona (Inestable) que sí lo es”, avanzó. “Es cierto que lo que se conoce de SGAE es que son unos ladrones y unos corruptos y mancha mucho, pero mi decisión de no ser socio tiene que ver con algo pasional que hay dentro de mí y que no tiene relación con ello que es creer en el copyleft: cuando creo, lo que creo, ya no es mío”.
Pero a esa variable Pallarés añadió que “el derecho del autor es inalienable”, pero cualquiera puede cogerlo cuando lo necesite: “por eso, desde lo más personal, mi pensamiento es el de no incluirme dentro de la SGAE”. Por su parte, Sonia Alejo, preisdenta de la Asocciació Valenciana d’Escriptores i Escriptors de Teatre (AVEET) comentó que “algunos autores se han hecho socios desde la información, porque les han dicho que sus derechos generados no los iban a cobrar si no se hacían socios”. La autora apuntó a esa idea como un ejemplo de gente que se hace socia o no sin conocer la sociedad para la que reclamó “es inevitable participar de sus actividades; si no difícilmente te vas a sentir identificado”.
Jorge Sánchez, gerente de artes escénicas de la SGAE, confirmó la realidad extendida de esa falta de información: “en apenas seis meses [en el cargo] me han pedido subvenciones, como si tuviéramos una chequera”. Tanto Sánchez como Alejo dijeron que esa desinformación es especialmente preocupante con los más jóvenes: “en nuestro margen de mejora está poder acercarnos con naturalidad a las escuelas, universidades o máster de teatro", admitió Sánchez. Pallarés aseguró que en un encuentro reciente con autores jóvenes en Santander, el porcentaje de miembros era mínimo y que en el mismo foro, en 2011, eran al menos la mitad.
Por su parte, Álvaro Oltra (director de la SGAE de la Comunidad Valenciana y Murcia) puso en valor la defensa de los derechos de autor “según el tipo de defensa que el socio nos pide que hagamos”. No obstante, reconoció que la sociedad no ha logrado “transmitir de manera correcta su labor”, que también “ha contado con el ruido mediático que nos ha generado una imagen de monstruo que está muy alejado de la realidad”. Oltra, además, atajó la idea de tendencia a la baja de socios que apuntaba Pallarés: “hemos pasado de 107 a 110.000 socios y en el caso de las escénicas, con un incremento del 3% en el último año”.
Pese a esa subida de asociados, todos convinieron en la necesidad de una 'nueva SGAE'. Pero Pallarés quiso apuntar lo difícil que es que esa idea de nueva etapa cale en la Red de Teatros Alternativos de la que es presidente (44 salas en total). “Nosotros tenemos que tender puentes con los autores efervescentes, pero cuesta hablar de una nueva SGAE”, añadía el autor. Sánchez aceptó que esa reconexión forma parte de del margen de mejora de la entidad, pero preguntó a los presentes: “¿cuál es el punto de partida para poder hablar con la Red de Teatros Alternativos? Estamos en condiciones de abordar una nueva filosofía en artes escéncias, pero faltan conversaciones, falta todavía diálogo para plantearnos puntos en común”.
Sánchez afirmó no haberse encontrado con un “histórico” de relaciones hechas con distintos agentes. “No se sabe por qué se han mantenido actitudes que han generado que autores o productoras no estén a gusto o cómodos. Por eso es la sensación de saber que no estamos encontrando soluciones para nosotros, por lo que estamos lanzándonos simplemente unas pelotas, tuya y mía, que todavía se han de concretar”.
Jerónimo Cornelles, director artístico de Russafa Escènica, abrió el turno de la mesa redonda reconociendo que de las 19 creaciones que componen el festival en 2017, “el 50% no son socios”. Tratando de ser crítico, apuntó a que la SGAE tiene “un problema de inflexibilidad”. Además, apuntó que “a los creadores jóvenes se les hace una montaña venir aquí [en relación a la sede y al encuentro de este martes]. Las normas se les hacen complicadas, aunque como festival pueda decir que nos ha sido muy fácil venir aquí y generar una colaboración. Por ello puedo decir que es fácil cuando hay flexibilidad y lo que asusta, creo, es ‘el templo’ y los titulares no ayudan lo más mínimo”.
Oltra añadió que una parte de la inflexibilidad es inalterable: “la norma es farragosa. Hablamos de derechos y términos administrativos”. Aportó que una de las virtudes de la SGAE es gestionar de manera colectiva las licencias: “hay que imaginar qué habría que hacer para perdirle a cada autor la licencia de cada obra. Por eso, hay que recordar lo que la SGAE facilita esa burocracia”. El director de la SGAE en la Comunitat admitió que existe “esa idea de 'templo', pero el año que viene podemos hacer el encuentro donde nos propongáis. Nuestra posición es, precisamente, la de ofrecer servicios a los autores”. Alejo, a ese conflicto, le agregó la perspectiva de que la sociedad tenga un problema de comunicación al respecto.
Mira admitió a preguntas de la mesa redonda que “en España nunca ha habido cultura del autor en lo que se refiere a sus derechos”. Todos coincidieron que la situación precaria y crítica de los autores, compañías y salas para generar una producción “genera miedo escénico y tira para adelante sin preocuparse ante ese problema. La sociedad está para facilitar que ese autor recupere los derechos que está generando. Por eso creo que es necesaria una sociedad de autores, pero para ello hay que crear una didáctica y borrar las manchas de la SGAE generadas por una minoría y para que la sociedad entienda que no tiene afán recaudatorio sino de defensa de tus derechos”. Una situación precaria que lleva a que algunas salas exijan por contrato que algunos autores renuncien a sus derechos.
Pallarés apuntó a que también hay "desinterés a la hora de poner en marcha un espectáculo” y se genera cierta dejadez entre los autores. “La Comunitat es eminentemente creativa. Un montón de estrenos, excelentes de calidad, pero también somos cómodos. La burocracia no puede servir siempre de excusa”. Sánchez admitió que el origen de la relación de los autores con la SGAE “empieza mal. Alguien les dice que allí hay alguien que tiene su dinero. Lo que tenemos que hacer es llegar a comunicarles es que la ley les permite ganar dinero a partir de su obra. Por eso es tan necesario que estemos en el mayor número de encuentros posibles donde estén para que podamos dialogar con normalidad”.
Alejó –que consultó a los socios de AVEET para aportar a la mesa redonda sus quejas– apuntó que las principales demanda son "los retrasos en los pagos, los plazos, los tiempos, y la distancia que tienen con la sociedad". Admitió que la Fundación SGAE y su actividad "está haciendo que muchos autores empiecen a acercarse y eso es fundamental. Es una manera de beneficiarse para muchos socios que no tienen un gran volumen de producción o exhibición de tu obra, pero sí te beneficias de ese tipo de propuestas".
Sánchez quiso contestar a esas quejas: "nosotros tenemos un triángulo para generar esa recaudación. Tenemos el texto del autor, el productor que lo quiere y quien paga, que suele ser el teatro. SGAE no tiene contacto con el teatro jurídicamente hablando; son las delegaciones las que recaudan y por eso es una labora difícil. Por eso las delegaciones son importantes en este triángulo y nos obliga a tener mucho control". En ese terreno más prosaico, Pallarés admitió que "muchos se ocultan de la SGAE porque la situación es complicada y hay que pagar la producción, el alquiler del teatro, esto o lo otro.... y luego, SGAE".
Esa idea de marco general apuntó a soluciones que ya funcionan en algunas delegaciones, "como el pronto pago. Hay que encontrar vías". Pallarés continuó diciendo que en cualquier caso "la SGAE ha de estar mucho más cerca de los autores" para hacerles partícipes. Mira quiso concluir el encuentro diciendo que "si no existiera la SGAE se necesitaría algo parecido. Lo primero ante la producción de una obra es la autoría, el lugar de donde partes". Admitió que "la burocracia y administración es imprescindible y siempre parece que frena la creatividad del autor, pero no es así. No debe ser así". Los miembros de la sociedad recogieron el guante para ir templando una distancia que para una cantidad importante de creadores parece insalvable.