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el inversor está desnudo / OPINIÓN

La sicav y el martillo

12/10/2016 - 

VALENCIA. “If yu ar jier tunai, it is bicos yu ar a güiner”, decía Emilio Botín en una de sus famosas intervenciones. Pues eso, gracias por leer esta humilde columna porque, como usted puede suponer, va sobre sicavs y sabemos que es un tema ya cansino.

La diferencia principal es que vamos a ser políticamente incorrectos: vamos a defenderlas. Una vez asumidos los insultos y amenazas de los que desconocen totalmente lo que son y de los que únicamente buscan votos al criticarlas –normalmente coinciden-, pasamos a nuestro análisis. ¿Por qué hay que defender las sicavs? Bueno, primero tendremos que saber por qué se las ataca, y antes de todo, averiguar lo que son realmente.

Las sociedades de inversión de capital variable no son más que instituciones de inversión colectiva (IIC) hermanas de los fondos de inversión –que nadie ataca- y que sirven para invertir conjuntamente con otras personas. De este modo, juntamos un capital mayor para poder acceder a una gestión profesional que supone acceso a más mercados y activos, mayor diversificación y menor riesgo -lo de los huevos y la cesta-, mayor rentabilidad -teórica- y menores costes. 

Además, todas cotizan en bolsa, su información es pública y son accesibles para cualquier inversor como las acciones de Telefónica, por cantidades ridículas y a través de cualquier banco. Efectivamente, usted puede coinvertir con los mejores inversores y con los mejores gestores por menos de 50 euros y una cuenta bancaria. 

Todo esto suena a democracia -e incluso a cooperativismo- más que a vehículos de los ricos para no pagar a Hacienda, pero prometimos incorrección… Entonces ¿por qué se las ataca?, aunque la pregunta correcta es ¿para qué? Tres motivos:

  1. Igual que los fondos, las IIC tienen unas condiciones fiscales diferentes a las otras sociedades de capital: tributan en el Impuesto de Sociedades (IS) sólo al 1% y el dinero invertido puede ser traspasado a otras IIC sin tributar; si alcanzan los 500 accionistas.
  2. Aunque son necesarios 100 accionistas para su constitución, los bancos y gestoras las han convertido en vehículos exclusivos para sus grandes clientes, completándolos con empleados propios -los mariachis- hasta alcanzar ese número y asegurando así el control de la gestión.
  3. Atacar públicamente las sicavs da votos, pues se interpreta que estás en contra de la injusticia y de los privilegios de los ricos. Esto está tan asumido, que los 4 principales partidos políticos presumen de incluir en sus programas modificaciones de las sicavs. Algo llamativo para una modalidad de inversión que apenas suma 35.000 millones de euros en España, frente a los 230.000 millones en fondos y los 1,3€ billones en depósitos.

¿Por qué tienen ventajas fiscales? Aquí, una vez más, hay polémica. Unos dicen que para fomentar el ahorro, favorecer la inversión colectiva y dar acceso a los inversores a una gestión profesional; mientras que otros defienden que para evitar la fuga de capitales a paraísos fiscales. La razón técnica es para evitar la doble imposición de los beneficios: mi ahorro proviene de rendimientos del trabajo de una empresa -que ya ha pagado IS e IRPF los receptores- para invertirlo en otra sociedad (sicav) que tendría que pagar a su vez IS, e IRPF sus accionistas en el momento de rescate.

Como conclusión, como decía muchas veces nuestro expresidente Paco Álvarez, los martillos no son malos ni buenos: sirven para clavar un clavo o para romperle la cabeza al vecino. No es la herramienta, es su uso.

Grandes patrimonios

Esperemos que las reformas previstas para las sicavs acaben con su injusta utilización como vehículo de elusión fiscal de los grandes patrimonios, pero no perjudiquen a los pequeños inversores que las han elegido como herramienta eficiente para sus ahorros.

Ah, también estamos a favor del Ibex 35 -sólo es un índice bursátil, no una banda de apandadores-, pero sobre todo de la educación financiera y en contra de la manipulación política de la información.

Fernando Ibáñez es cofundador y director general de Ética Patrimonios EAFI, además de vicepresidente de la Asociación Nacional de Empresas de Asesoramiento Financiero Independiente (ASEAFI) reguladas por la CNMV

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