La Estación de Autobuses inició su andadura en València un 9 de febrero de 1970, por aquel entonces había cesado de su cargo Adolfo Rincón de Arellano, alcalde y responsable del proyecto. La Estación pertenece al catálogo arquitectónico de la València del 57. La construcción de la Central tenía como objetivo reagrupar a todas compañías de transporte en un punto concreto de la ciudad con el fin de canalizar las llegadas y las salidas diseminadas por toda la urbe. Los años venideros a la riada fueron difíciles para gobernantes y vecinos de la polis del Turia afectados por el golpe mortal de las aguas. El frente común liderado por el Marqués del Turia y respaldado por Martí Domínguez y Joaquín Maldonado, alzó la voz crítica a la férrea dictadura franquista por la tardanza en recibir las ayudas prometidas. Solo se salvó del fuego Maldonado, los dos primeros fueron cesados de sus respectivos cargos.
A punto de cumplir sus bodas de oro, la Estación Central de Autobuses de València necesita una rápida intervención, además de una fuerte inversión económica para mejorar las instalaciones del decadente edificio, y dotar al lugar de modernas infraestructuras equiparables a otras estaciones nacionales e internacionales. De por medio radica el problema de quién debería realizarlo ¿el propietario del edificio? o ¿la empresa privada concesionaria de la contrata?. La Estación, en un estado decadente no dispone de limpia metales que valga para erradicar el óxido instalado en unas instalaciones que daña la imagen de una ciudad moderna deprimiendo al forastero en su estacionamiento. La mendicidad rodea el edificio. El usuario quiere partir de viaje cuanto antes, las palomas suelen acecharle en el tiempo de espera. La Central es una de las puertas de la ciudad de València que conecta con el exterior, por ello, se debe cuidar, mimar, e higienizar al máximo. Aquí no hay nada que inaugurar, la clase política no viaja en pullman desde el descubrimiento del tren de alta velocidad.
No solo el complejo arquitectónico de La Ciudad de las Artes y las Ciencias es un precioso paraje para el rodaje de un spot publicitario, la Central de Autobuses de Menéndez Pidal, se podría erigir como candidata ideal para el escenario del próximo largometraje del director de cine norteamericano Quentin Tarantino. El autobús es un medio de transporte cada vez menos utilizado en desplazamientos de larga distancia, por la fuerte competencia del avión o el tren de alta velocidad, aunque yo lo utilicé mucho en los ochenta recorriendo media Europa, y en los años noventa España entera. En la última década, en sendos viajes a las ciudades de Roma o Zaragoza visité las estaciones de Termini o Las Delicias, las dos sin grandes aspavientos complejos confortables y adaptados al siglo XXI.
La Central forma parte de nuestras vidas, en ella, habitan recuerdos, despedidas, recibimientos, alegrías o lágrimas. Así de contundente se mostraba en unas declaraciones Benito Goerlich, nieto del que fuera Arquitecto Mayor del Cap i Casal e impulsor de las grandes reformas urbanas de la València de la primera mitad del siglo pasado. “La gran llarga arquitectónica de València es su actual estación de autobuses.”. Vale la pena recordar el inicio del discurso de Martí Domínguez en la proclamación de la Fallera Mayor de 1958. “Cuando enmudecen los hombres”…¡hablan las piedras!.