Va a ser, por desgracia, la canción del verano. La Yenka, ya saben, “adelante, atrás, 1, 2, 3”. Es el movimiento perpetúo que llevamos haciendo desde hace un año y medio en la Comunitat Valenciana y en España en general debido a la desastrosa gestión de la pandemia que han hecho los socialistas, de aquí y de allí. El incremento exponencial en el índice de contagios en las últimas semanas nos ha traído de vuelta las brutales restricciones a la vida cotidiana de los valencianos, las mismas que nos habían prometido abandonar a costa de tanto sacrificio en los meses de invierno.
Ahora, ya estamos en verano, pero nada ha cambiado. Vuelven los horarios restringidos para los restaurantes y bares; del ocio nocturno que ni siquiera ha podido abrir apenas un mes, pero, sobre todo, esos toques de queda en municipios como Alicante o Benidorm que han terminado de rematar una industria turística que ya lleva dos ejercicios en blanco. Una situación muy injusta que ha clavado una daga en el corazón de la economía de la Comunitat Valenciana.
En este momento, solo se atisban dudas e incertidumbre en el horizonte. ¿De qué ha servido que la Comunitat Valenciana tuviera las mayores restricciones de España en invierno si no hemos podido salvar el verano? ¿Está funcionando realmente la vacunación? Si es que sí, ¿por qué se ha dado este repunte? ¿O es que realmente están faltando vacunas y no hemos llegado al 70% de personas inmunizadas antes de verano que prometió Pedro Sánchez? ¿Realmente estábamos en una situación tan propicia para quitar las mascarillas al aire libre y animar a la población a retomar sus actividades cotidianas?
La irresponsabilidad de los gobiernos central y autonómico ha sido manifiesta. Funcionan no con criterios sanitarios, ni tan siquiera económicos, sino políticos y de opinión pública. Aprietan hasta ahogar a la población y cuando ya estamos morados, nos vuelven a soltar la cuerda, solo para volver a amarrarla después.
Ocurrió en Navidad, ¿se acuerdan? Entonces llegó el inefable Fernando Simón y tuvo el cuajo de culpar a los españoles por “haber salido por encima de sus posibilidades”. Siempre la culpa ha sido de los demás de las sucesivas olas que nos están barriendo una tras otra. Y ahora, tres cuartos de lo mismo. ¿Por qué se permitieron esos viajes de fin de curso multitudinarios? ¿Es que nadie previó sus consecuencias?
No tiene ningún sentido. Más les hubiera valido a Ximo Puig y los socialistas haber tratado a los valencianos como adultos, explicándoles la realidad. Pero dejaron hacer y cuando hemos soltado el sedal nos lo hacen recoger. En su lugar, pienso que lo más sensato hubiera sido decirnos: “No podemos salir a pescar”. Me parece una falta de respeto tratar como ignorantes a los ciudadanos de esta Comunitat como ha hecho la Generalitat Valenciana.
Ahora el daño está hecho. Como mínimo, hasta el 16 de agosto estarán 77 municipios de nuestra autonomía con toque de queda; el resto, con restaurantes cerrados a medianoche. Sin verano, sin vida. ¿Cómo vamos a recuperar este tiempo perdido?
Imposible. No sé ya a quién debemos pedir amparo, pero sí responsabilidades. A quienes tienen la obligación de cuidarnos, protegernos y velar por nuestra salud, pero también por el progreso de la sociedad. Sin embargo, han hecho delación de las mismas. Ha sido la Generalitat Valenciana y su presidente, Ximo Puig. Encima, se atreve a dar lecciones a otras autonomías y pedir un nuevo impuesto a la capitalidad de Madrid. Otro ‘ximoanuncio’ para tapar su propia responsabilidad.
En esta situación a la que nos ha abocado los irresponsables de nuestros gobernantes, debemos volver a la canción del verano para descubrir la verdadera salida: “izquierda, izquierda, derecha, derecha” y que un gobierno serio del Partido Popular nos devuelva los veranos.