CASTELLÓ. El cultivo de cítricos, el principal producto agrario de la provincia de Castellón y el resto de la Comunitat en cuanto a volumen de negocio, afronta un momento de cambio (uno más) decisivo. Hay varios factores que así lo señalan, y entre ellos la caída de la producción, y sobre todo de su consumo en Europa y España, destacan.
Desde que en los primeros meses de la pandemia la ingesta de naranjas y mandarinas vivió un esplendor fugaz, su consumo en los principales mercados de los cítricos valencianos ha acentuado su caída. Hace tiempo que ya lo avisan empresas, cooperativas y organizaciones agrarias; y este jueves La Unió Llauradora ha puesto algunos datos sobre la mesa. Solo en unos meses, desde septiembre de 2022 a febrero de 2023, la compra de naranjas ha experimentado en España un descenso del 19% respecto al mismo periodo de la campaña pasada (marcada aún por la covid) y del 17% en relación con la media de las cinco precedentes. En Europa los datos son parecidos.
Esto se refleja, por ejemplo, en la exportación. Según el Informe de la Campaña Citrícola 2022/2023 elaborado por la Conselleria de Agricultura y fechado a 31 de mayo, aunque los envíos al extranjero crecieron en valor debido a la inflación, las cantidades no cesan de caer. Así, de septiembre a marzo, los envíos desde la Comunitat Valenciana alcanzaron los 1,75 millones de toneladas, "lo que supone un descenso del 8,2% en relación con el mismo periodo de la campaña previa y del 17,0% sobre el de hace dos". Además, también son menores "a la media de las cinco campañas anteriores". Con la fruta procedente de toda España sucede algo similar, señala el informe.
Esto ya permite apreciar el tamaño del desafío al que se enfrenta el sector valenciano. En parte, la caída viene causada por el descenso en la producción, que a principios de la campaña la Conselleria estimaba en un -8,3% y que finalmente ha sido "ligeramente mayor". Esto podría entrar dentro de parámetros normales, de no ser que el bajón por la vecería se dio en la temporada previa y en esta tocaba incrementar. Pero factores climatológicos no lo hicieron posible y La Unió ya alerta de que, posiblemente, en la próxima también volverá a descender la producción. Todo un elemento de alerta si se tiene en cuenta que la pasada fue la campaña con menor producción de la década en España, por debajo de los 6 millones de toneladas.
Pero no solo los factores del campo (con el abandono entre los principales) explican el descenso en las exportaciones. Las empresas y cooperativas valencianas, que conservan una posición relevante en el mercado, encuentran cada vez más competencia y con ello dificultades para hacerse con fruta de fuera de las fronteras autonómicas. Esto también hace perder ingresos y puestos de trabajo.
Muestra de la relevancia de las empresas y cooperativas valencianas es que, a pesar de que la producción mayoritaria en la Comunitat son las naranjas (con casi el 49% del total, mientras las mandarinas han acaparado esta campaña el 42,2%, gracias al incremento de la clemenules), los principales ingresos en la exportación provienen de estas últimas, que siempre cotizan mejor.
Así las cosas, las firmas radicadas en el territorio valenciano exportaron en los siete primeros meses de campaña 915.921 toneladas de mandarinas por valor cercano a 1.174,2 millones de euros, los de naranjas a 673.130 toneladas por valor de 582,5 millones de euros, los de limones a 141.990 toneladas por valor de 173,7 millones de euros y se expidieron 23.668 toneladas de pomelos que supusieron unos 25,4 millones de euros, recoge textualmente el informe.
Esto conlleva unos precios percibidos mejores a los del año anterior. En concreto, las cotizaciones en origen, que van a parar a los productores, fueron un 28% más altas que en el pasado ejercicio y en almacén un 15% superior a la media de las últimas cinco campañas. Pese a estas buenas noticias, La Unió considera que este incremento de precios, registrado sobre todo al final de campaña, cuando las variedades con royalties son mayoritarias, "no compensa la reducción de la producción y sobre todo el exagerado incremento de los costes".
Mientras tanto, las importaciones de países provenientes de fuera de Europa, con Sudáfrica a la cabeza (envía el 40% de los cítricos que la UE compra fuera de sus fronteras) aumentan cada año. Este país ha alcanzado en los dos últimos ejercicios un récord con 790.000 toneladas de cítricos importados por el Viejo Continente.
En resumen, el sector citrícola se enfrenta a nuevos desafíos, algo que no le es extraño, pero la continua caída productiva y el cambio en los hábitos de consumo añaden más incertidumbre al futuro del cultivo más importante de la Comunitat.