Estas son las alegaciones de un ciudadano común, de un vecino del Cabanyal.
Ha quedado más que demostrado que al Plan Especial del Cabanyal (PEC) le falta apuesta por el bien público y le sobra volumetría. Y además hay otras necesidades mucho más perentorias. Para más inri, el impacto en la calidad de vida de los vecinos será terrible: un paisaje de grúas, martillos eléctricos, camiones, hormigoneras, derribos, vallas, material de construcción… Suciedad, polvo, ruido, molestias y provisionalidad durante los próximos 15 ó 20 años. ¿Quién quiere algo así, si ni siquiera es necesario?
Cap obra nova mentres quede un edifici per rehabilitar. Sería un buen eslogan. Se imponen rehabilitación y reconstrucción a construcción de obra nueva. Urge un plan ambicioso para incentivar la rehabitación del 21% de las viviendas vacías existentes.
En el supuesto de que finalmente se opte por construir nuevas viviendas, el PEC debe evitar la especulación en edificios y casas del plan, pero también en todos los que dependan del visto bueno municipal. El PEC debe priorizar el retorno al poble de antiguos vecinos y facilitar la adquisición (o alquiler) de viviendas a jóvenes en proceso de emancipación. Existe una creciente preocupación ante la posibilidad de que las próximas generaciones no puedan seguir viviendo donde se criaron con sus padres. Y hay que darle una respuesta óptima. También los mayores del poble que cumplan los requisitos merecen un acceso prioritario. En general, la bolsa de vivienda social y dotacional debe cumplir su función intrínseca y, a un tiempo, evitar que los cabanyaleros deban marcharse ante la previsible subida de los precios de la vivienda.
¿Casas o fincas? En el avance de las alegaciones de Salvem y la asociación de vecinos se exigen un máximo de tres plantas más desván en la mayoría de edificios previstos. Puestos a hacer casas, ¿por qué tres alturas más desván y no dos con andana, como la mayoría de las casas tradicionales del Cabanyal? Si durante un siglo (y especialmente durante el desarrollismo) se demolieron miles de casas para hacer fincas, ¿por qué no compensar aquella barbarie urbanística con casas bajas en todo el Cabanyal, por ley?
El PEC debe incluir la reconstrucción de viviendas modernistas emblemáticas que fueron derribadas por el ayuntamiento del PP (casa de la Palmera, forn de l'Estrela, por citar solo dos ejemplos) y, sobre todo, marcar directrices para que las nuevas construcciones estén en harmonía con las protegidas. Sería una bonita forma de hacer justicia poética –y estética– y de compensar la brutal destrucción del tejido urbano modernista de los últimos 60 años. La imprescindible oficina del PEC, con sede en el pueblo, debe tener un departamento de orientación arquitectónica vinculante que vele por ello.
Se están planificando dotaciones públicas de nueva obra en peno casco histórico del Cabanyal y en otros puntos de la zona PEC, mientras el inmenso patrimonio industrial existente espera la piqueta para convertirse en un residencial con piscina. Deben habilitarse infraestructuras en sintonía con la arquitectura tradicional del Cabanyal y aprovechando espacios singulares ya existentes. ¿Qué otro mejor uso se les puede dar? ¿Por qué siempre se prioriza la obra nueva a la rehabilitación y reutilización?
Parece que hay unanimidad absoluta en que permitir porcentajes altísimos de pisos turísticos (hasta el 40%) en las zonas más próximas a la playa era una invitación a construir pensando en ello. Y que esto se corregirá, dejando el porcentaje por debajo del 10%. Pero por si acaso.
Aunque estén fuera de las competencias del PEC, hay dos prioridades en el Cabanyal que requieren muchos más recursos y esfuerzos de los destinados hasta la fecha: la recuperación de la normalidad cívica, de la dignidad de los vecinos y del fin de la impunidad delictiva, en diversas zonas del poble; y la actuación con la población en riesgo de exclusión social. Ante dos asignaturas pendientes de esta entidad, sorprende el despliegue del PEC, trufado de actuaciones que nadie en el Cabanyal percibe como prioritarias.
Desde la Lonja de 1909 a la más humilde reja modernista, el Cabanyal necesita blindar todo su patrimonio con firmeza. Hay numerosos ejemplos de obras y rehabilitaciones que acaban adulterando el valor arquitectónico y artístico de casas protegidas. Y el necesario control de este blindaje no puede realizarse desde la plaza del Ayuntamiento. Las competencias deben trasladarse a la oficina del PEC, con un departamento especializado. El PEC incorporá un catálogo patrimonial que se va a ampliar, en contenido y en protección. Pero tan importante como la catalogación, es garantizar la pervivencia, en perfecto estado, de lo catalogado.
Dicen que van a hacer aparcamientos en altura, pero en realidad son torres que emanarán dióxido de carbono a su entorno, una incomodidad que nadie querría tener al lado de su casa.
Tal vez el hotel, pese a su impacto visual, no era el peor de los males de un PEC nefasto en muchos otros ámbitos. Sigue doliendo a la vista la redacción de Roger y Casado en este apartado, cuando se refirieron a que el hotel y unas cuantas franquicias de moda anexas tenían "la finalidad de enriquecer el tejido social". Un desliz, tal vez. Aunque hay quien cree que tras este concepto clasista subyace la filosofía original del PEC. Afirmar que el hotel era un hito arquitectónico fue otra inelegante forma de intentar tomarnos el pelo. Con hotel o sin él, ¿en qué momento se renunció a las piscinas públicas que fueron el motivo de aquella expropiación? ¿Por qué no recuperar esa dotación?
En un plan como este, y con la cantidad ingente de circustancias especiales que concurren, parece poco sensato exigir a los vecinos de algunas zonas que carguen con las costas de urbanización.
Los huertos urbanos deben mantenerse en su actual ubicación. Adosar nuevas edificaciones a las traseras de aquel tramo de la Séquia d'En Gasch se llevaría por delante los huertos urbanos y algunas trazas de lo que fue el Clot, como el adoquinado de alguna calle. La construcción de bloques de viviendas constreñidos en esta zona del Clot podría ser un homenaje al topónimo del barrio, pero desde luego está en las antípodas de la estética, la salubridad y la racionalidad urbanística.
Som i hem sigut sempre poble, no barrio. Así nos hemos sentido siempre y así queremos seguir.