Senda Teatro y Alpí Teatre (en colaboración con Women’s Legacy) reviven a las mujeres del Siglo de Oro español para actualizar sus historias sobre los escenarios valencianos, con motivo de hacer partícipe al público en la revolución femenista que se vivía en los textos de María de Zayas y Feliciana Enríquez de Guzmán
VALÈNCIA. Eran mujeres, creadoras incomprendidas y relegadas a trabajar bajo la autorización de un hombre. Pero al mismo tiempo eran luchadoras, muy observadoras y ante todo escribían para preservar la memoria. Hablamos de las autoras “olvidadas” del Siglo de Oro, esas cuyos textos ahora recobran sentido gracias a reediciones y a la labor cultural. Actualmente dos de ellas vuelven a dar vida a sus historias sobre los escenarios valencianos, ellas son María de Zayas y Feliciana Enríquez de Guzmán, dos mujeres que escribieron en el siglo XVII sobre el amor, los celos y el papel de la mujer en cualquier encrucijada.
María de Zayas escribía en 1630 La traición en la amistad, una obra en la que las protagonistas son las mujeres que defienden el goce de su propio cuerpo, generando así una comedia de líos en la que los personajes femeninos elaboran un discurso en contra de los tópicos de la mirada masculina. Coreografías, un programa de radio, música y un gran grupo de jóvenes que quieren describir el amor de diferentes formas -sin poder huir de los celos- conviven en La traición 60. 3, la actualización de la obra de María de Zayas que se sintoniza en el Teatro Círculo hasta el próximo 30 de abril.
Por otra parte Alpí Teatre revive Las gracias mohosas, una obra de la dramaturga Feliciana Enríquez de Guzmán que habla sobre lo disparatado, la “celebración de la carne” y los acuerdos forzados del matrimonio, todo ello desde el tono burlesco y con un imaginario disparatado. El proyecto nace en colaboración con el proyecto Women’s Legacy, que pretende incluir referentes femeninos en contenidos escolares a lo largo de historias que se cuentan desde el punto de vista de mujeres históricas, dándoles el protagonismo social que siempre han tenido. La obra podrá verse en el Teatro Amateur de Benidorm el próximo 21 de abril.
Tal y como lo define la directora Cruz Hernández la idea de crear La traición 60. 3 nace de la necesidad de rescatar el texto e interpretarlo. En el año 2016 replantea en uno de sus ejercicios de clase de Interpretación en la Escuela de Arte Dramático revivir La traición de la amistad a través de sus alumnos. Más tarde, en 2022, se decide darle forma a través del teatro: “Queríamos ver qué se podía hacer con esas palabras del siglo XVII en el XXI, descubrir cuál era la transformación y a su vez construir su adaptación de alguna manera”, cuenta la dramaturga. En necesidad de revisar la historia se elimina todo lo superfluo y se pone el foco en el tema real de la obra: una traición, que a día de hoy se relee por un elenco de actores jóvenes que le dan una nueva vida a todo esto.
El debate se establece entre lo políticamente correcto e incorrecto, en el deseo de las mujeres, las relaciones y todo lo que sucede alrededor. En la lectura hay tanto atracción entre mujeres entre sí como odio por las otras, cosas que en el siglo XVII no se podían percibir desde la visión del momento. “Al final intentamos plasmar lo que sucede en el subtexto, y eso es lo que no cambia con el paso del tiempo. Al dar a leer el texto a los actores encontramos con que la problemática de ese momento se repite a día de hoy” En esa manera de revivir la historia hay también descubrimientos que van desde la interpretación.
No hay manera humana de saber si María de Zaras escribía en el 1630 sobre las relaciones lésbicas entre dos mujeres, o si podría ser consciente del empoderamiento de los personaje femeninos, pero son los jóvenes que leen y dan vida al texto son los que consiguen trasladar esto al escenario: “Al final lo que hacemos es generar una comedia con personas de 20 y 30 años que no están tan alejadas de las realidades que relata Zayas”, comenta Cruz, y es que lo que sucede en la obra podría estar a día de hoy también: se vive una traición entre amigas que genera un malestar entre ambas, y eso es lo más adolescente que se puede ver a día de hoy.
Para situar una historia tan presente en el momento histórico al que pertenece lo que hacen en escena es crear dos niveles dramatúrgicos, que sitúan la historia según los referentes españoles. Lo que hace Cruz es poner la base de la historia en las “radionovelas” de los 50 y de los 60, cambiando de género hacia la “teatronovela” donde le dan vida a Zayas desde la actuación: “Es como si pudieras escuchar un programa de radio con los actores y a la vez verlos”, comenta la directora, “en el programa en directo se uade ir viendo las intervenciones de los actores y cómo se va emitiendo la serie desde este momento, en el teatro reunimos a aquellas personas que en el pasado se reúnen para oír la radionovela”. Esto a su vez pone en valor la palabra de las mujeres de los 60 y los 70, que a través de un toque de comedia libera al relato de la tristeza que podría acompañarle.
La compañía Alpí Teatre, dirigida por Ricardo Molina, decide subir a escena un teatro grotesco en Las gracias mohosas, una obra “olvidada” de Feliciana Enrique de Guzmán, la primera dramaturga española en ser publicada. En esta se cuenta una grotesca historia de tres hermanas, tres ciegas y una tuerta, a las que deciden casar con cuatro tullidos en un matrimonio de conveniencia. En la obra la historia original se traduce a nuevas desdichas para las protagonistas, con motivo de dar gracia al relato lo que hacen desde la adaptación es empeorarlas a nivel tanto físico como psíquico.
“Tenemos una mujer coja, otra manca y otra tuerta, y al padre que quiere casarlas con cuatro señores que están peor que ellas, sin piernas, ciegos… Para resolver el reparto de tres a cuatro se decide hacer un torneo para ver quién de ellas corresponde a cada futuro marido”, cuenta Molina sobre la adaptación. Sobre la escena se ve una lucha de poesía, lucha libre y lucha de capa y espada, las especialidades de las tres gracias “mohosas”, que tendrán que demostrar su valía.
Lo que no se modifica de ninguna manera es el relato que comprende Feliciana sobre este campeonato de amor, se genera una especie de “bacanal” en la que los cuatro pretendientes quieren estar con las tres gracias al mismo tiempo. “Esto fue lo que nos atrajo realmente de la pieza, estamos hablando de un texto que se centra en la poligamia, es una idea que además el padre de ellas ensalza a lo largo del relato”, comenta Molina, quien fascinado contempla que el diálogo ya estaba en el siglo XVII aunque no se le pudiera poner nombre al término, “ahora podemos poner nombre a ese tipo de relacione, pero en ese momento no teníamos la manera de llamarlo”, comenta.
La obra era originalmente un entreacto que Feliciana había escrito para entretener a las monjas en el convento, y lo que hacen desde la compañía es elevar el potencial de este trabajo para revalorizar el trabajo de la autora: “Al ser un entreacto la obra en sí pudiera parecer que no da para tanto, pero al final lo vas adaptando y arreglando para que alcance a un nuevo público. Actualizamos algunas palabras al vocabulario actual e intentamos acercar las referencias de la obra”, comenta Molina sobre el proceso de adaptación
“Lo que sí que hacemos es dar ese toque ácido con las gracias de los actores, llenando la obra de acciones físicas y aportándole una muy buena riqueza visual”. En lo visual sí que se quedan con el toque barroco, que es lo que da la gracia a la escenografía: “Tenemos una vestimenta de la época, un escenario al más puro estilo barroco y música que va siempre acompañando el relato. Todo esto genera un relato en el que nadie se espera lo que va a suceder”. Y aunque el relato cuente con siglos de antigüedad sigue preservando el poder del teatro del Siglo de Oro, sorprender, educar y entretener.
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