'VIDAS LOW COST' / OPINIÓN

Las bicicletas son para el verano. La cultura ya tal

23/08/2016 - 

"Ojos que no ven, corazón que no quiebra", dice Sancho en esa obra maestra que es el segundo volumen de Don Quijote de la Mancha. La altura de un personaje con una sabiduría emocional sin precedentes, la misma que sirve y sana desde hace cuatro siglos, se desvanece tras cualquier retuit traicionero, de esos que recuerdan que algo o alguien anda detrás de las cuentas en Twitter de nuestros representantes públicos. Acto seguido, después un clic inevitable, aparece lo que se supone que pasa por sus cabezas.

Como le dijo fray Hortensio de Paravicino a Felipe IV, "de todo tiene la viña, Sacra y Real majestad [...]: uvas, pámpanos y agraz". No son distintas las cepas de hasta 140 caracteres y, como cualquier Borbón sabe, de todo hay en la viña bicameral. Sin embargo, por respeto a la jerarquía -que para eso somos hijos bastardos de un régimen militar- es difícil eludir una cierta fijación por el número uno de todo esto. En funciones, eso sí.

Me percaté el verano pasado, me aburrió acudir a comprobar si el anterior había sucedido lo mismo, pero bien que me he acordado este de comprobar una rutina aplastante: Mariano Rajoy se priva (¡nos priva!) de compartir cualquier placer cultural disfrutado durante sus vacaciones. Por contra, comparte y presume sus caminatas, tras las que, gafas postempañadas, regala unas respuestas a un 'canutazo' en apariencia improvisado. En tuits con imagen a lo personal trainer o en compañía canina, el presidente en funciones tiene una capacidad inagotable por compartirse a base de outfits deportivos.

La cultura, nunca

Pero nunca una noche en el cine al aire libre, nunca una cita de esta o aquella lectura veraniega, nunca alguna de esas canciones que suenan en las horas que van de Madrid a Pontevedra, camino del anhelado descanso. Nunca un disfrute de festival escénico a la luz de las estrellas, nunca las impresiones tras visitar por primera vez un museo, nunca un selfie tras un rancho gastronómico a base de pulpo á feira. Nunca la sorpresa ante una nueva huella de arte urbano, nunca el regreso al futuro a través de un trozo de patrimonio, nunca, aunque parece imposible, nada, nunca. A su vez, sin excepción, todas y cada una de sus caminatas.

La búsqueda de audiencias ha hecho coincidir la sobredosis de sudor con el sobo de documentales emitido por RTVE acerca del uso del deporte por parte de la propaganda nazi (1, 2, 3, 4... en fin) y, entre tanta atención y afecto, España ha sido decimotercera en el medallero global. ¿Un éxito? Bueno. La 13ª es una posición incluso por debajo de nuestra situación como potencia económica, muy alejada de nuestro bronce como destino turístico mundial y en claro agravio comparativo con la pole de nuestra competitividad turística. ¿Pero y si quien nos visita lo hiciera por nuestras preseas y no por la suculenta combinación de clima, historia, cultura, gastronomía y precio? ¿O y si, visto lo visto en el ranking, el presidente del Gobierno en funciones está tratando de dar visibilidad a un movimiento social que considera underground? ¿Eh?

Por convicción, estridencia o mandato, en la acera contraria -todo en funciones- es tal y como se la imaginan: justo y todo lo contrario. Este mismo lunes Pablo Iglesias fue capaz de tuitear una lectura (Herejes, de Leonardo Padura), contestar citando a Samuel Beckett (Esperando a Godot) y rematar mencionando a Kase. O. Si la pirueta no es de medalla será también por tongo electoral. Las guerras culturales del Estado español, sus confluencias y sonidos, nos dejan a Pedro Sánchez deseando la recuperación de los miembros de Suspersubmarina o de Aute (Luis Eduardo, en confianza), y con una apropiación gráfica de Federico García Lorca. La memoria histórica en los gobiernos socialistas cabe recordar que ha tenido digestiones muy dispares. A Albert Rivera, por su parte, cuesta encontrarle la menor actividad en este ámbito durante sus vacaciones, aunque muy de tanto en cuanto gusta de fotografiarse con sus debilidades a la salida del teatro. 

  

Sociedad limitada

Como Rajoy, todos ellos celebraron los logros olímpicos. El deporte, hasta nuevo aviso y más allá de la justificada queja por agravio de interés frente al fúmbol, mantiene a sus protagonistas alejados de aspavientos ideológicos como el protagonizado en estas mismas fechas por los geniales Juan Díaz Canales y David Aja. Ambos, galardonados este año con los premios Eisner (no muy distinto a lo que pueda suponer una medalla olímpica en el mundo del cómic), tuvieron que reprender a la entidad 'Marca España' por hacer el habitual uso interesado de sus éxitos. Y, así las cosas, es probable que ni Canales ni Aja vayan a ser tentados jamás por un contrato de patrocinio por parte de alguna empresa privada. Ni falta que les haga.

"Ojos que no ven, corazón que no quiebra", decía Sancho, y es quizá por esa sabiduría manchega -si cabe la lectura- por lo que Angela Merkel no tiene Twitter. A la mujer, dicen los medios alemanes, solo se le ve en público acompañada de su marido casualmente en verano y casualmente en el Festival Wagner de ópera de Bayreuth. David Cameron sí tiene Twitter, pero tras lo del brexit entendió que el silencio empezaba a ser una buena respuesta para casi todo. Antes de hacer caso al fiel escudero del ingenioso hidalgo, tuiteaba sin reparo fotos como ésta frente a los estudios de la calle Abbey Road para asumir que las industrias creativas son más fuertes unidas (y con el interés del Gobierno bien cerquita. Vamos, como si fueran una industria más). A Obama, cuyo discurso en el pasado Día Internacional del Jazz nos hizo descartar la posibilidad de que en España pudiéramos celebrar ese respeto por la creación musical propia desde la principal voz de la representación pública, tampoco le duele tuitear su afición por una serie de televisión aunque ésta sea crítica y mordaz con la institución que representa.

Aquí, de momento, los ejemplos que se predican son otros. Los del deporte que, ni tan malos, a veces parecen la única válvula de escape para la persona sobre la que cargan tantas necesidades. El fomento del ejercicio, lejos de parecer obvio, es una de las más efectivas medidas para el recorte en gasto sanitario a todos los plazos. Sin embargo, lejos de lo que a veces, a través de ese storytelling que nos venden como personal y que es una efímera cuenta en Twitter, el mismo donde se suda, se celebran éxitos y se envían condolencias, es también un aparato para generar una sociedad más capaz, más unida si se quiere y, también, menos limitada, más sana. Y sí no es menos cierto que, como se titula esa nuestra y genial obra de teatro, las bicicletas son para el verano, la cultura, como diría aquel, "ya tal".

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