VALÈNCIA. El marketing, tan necesario y a veces tan criticado, se ha ido expandiendo por todos los ámbitos de nuestra sociedad, desde las empresas y especialmente las estadounidenses a cualquier institución, incluso la más tradicional y conservadora, la Iglesia católica, lo utilizan cada vez más, aunque casi siempre de manera puntual. España cuenta con algunas de las empresas más prestigiosas en este sector, probablemente porque a los españoles nos gusta contar historias, y eso es lo que hace una buena campaña.
La otra cara de la moneda es el excesivo uso de las eficaces herramientas del marketing por parte de las instituciones públicas españolas, es decir, el trabajo para transmitir un mensaje positivo y trasladar a la mente de los ciudadanos una serie de valores que nos generan una buena imagen de nuestros representantes y su labor. Aquí el peligro es que, en muchas ocasiones, una eficaz campaña de marketing y publicidad logra modificar unos hechos normales o incluso negativos en unas percepciones altamente positivas en la ciudadanía. Es un asunto complejo pues no podemos hurtar al universo político de las posibilidades que genera esta joven ciencia, pero sí se debe exigir lo que se denomina marketing ético o con valores.
La época de Navidad es una de las más proclives a las campañas de marketing y comunicación puesto que representa uno de los momentos de mayor consumo (ventas) de todo el año. En los últimos años muchas de estas campañas han ido evolucionando con estrategias de marketing emocional, con historias que no nos muestran directamente las bondades del producto, sino que nos transmiten una serie de ideas y términos que en líneas generales compartimos todos como sociedad, en el caso de los tradicionales anuncios y vídeos de diciembre son: familia, unidad, compartir, emociones, recuerdos, infancia, tradición, celebración o reencuentro.
Entre los muchos que se hacen y que algunos acaban siendo virales gracias a las redes sociales, encontramos un emotivo anuncio de una popular marca de pescados que además utiliza como texto la letra de la icónica canción de Mecano Un año más, aunque este 2020 no ha sido un año más, por desgracia, ha sido un año para olvidar y que formará parte destacada de la historia como el año de la primera pandemia del siglo XXI. La campaña recuerda como en casi todos los hogares suelen utilizarse las gambas o langostinos para acompañar las comidas y cenas de Navidad, algo que forma parte de nuestra realidad desde hace décadas. Aunque bueno es pensar en que muchos llevan tiempo sin poder celebrar nada y luchando para vivir dignamente. Un buen trabajo de marketing no debe hacernos olvidar la realidad, especialmente a quienes, con nuestro dinero, tienen el poder de transformarla.
Otro de los spots que cada año suelen llegar con más atención por parte de todos, es el de la lotería nacional y en este año creo que con un acertado eslogan ‘Comparte como siempre, comparte como nunca’, donde repasan cómo en el último siglo es muy tradicional regalar una participación de lotería, un décimo, como detalle para desear a familiares y allegados que las cosas les vayan bien y si el azar les ayuda, mejor todavía, la idea de compartir algo que puede ayudar a los demás y el mensaje de la importancia de ayudarnos en estos tiempos difíciles. Algo que ha demostrado que es más real y fiable que esperar la ayuda que prometen tantas veces nuestros líderes y donde se hace un uso torticero del marketing, pero los hechos no suelen acompañar.
También, una de las marcas más emblemáticas de turrón de chocolate (seguro que ha pensado en esa tableta envuelta en papel dorado) ha realizado un anuncio bajo el título Que no se nos olviden los regalos más importantes, donde una vez más la estampa familiar, los abuelos, hijos y nietos y el valor del amor, cariño, cuidado y la idea de compartir con nuestros seres queridos, transmite esa idea de que es en nuestra casa donde encontramos seguridad y confianza.
Por último, y la más comentada en estos días por la capacidad de llegar a todos los rincones es la campaña oficial del gobierno a través del Ministerio de Sanidad que lleva por título, El mejor regalo es cuidarnos, pretende concienciar de cómo debemos comportarnos y limitarnos en las tradicionales reuniones familiares que realizamos en estas fechas, llegando a mostrar una cena entre dos pisos con las puertas abiertas y el rellano a modo de punto de unión, algo un poco irreal pero que logra reforzar la idea de no aproximarnos a los más mayores. Como conclusión, este cruel virus no sólo siembra de muerte física, sino que nos impone unas medidas que nos roban nuestra forma de ser y comportarnos, nuestros abrazos y besos, nuestras carantoñas entre abuelos y nietos. Ojalá sea la única y última Navidad con estas medidas.