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el billete / OPINIÓN

Las cuotas

8M
12/03/2023 - 

Siempre he estado a favor de las cuotas para acelerar la igualdad de sexos –ahora géneros– en el acceso a los puestos de responsabilidad política. No porque los gobiernos o los parlamentos vayan a ser mejores –hay numerosos ejemplos de que las mujeres pueden hacerlo tan mal como los hombres–, sino porque la infrarrepresentación del género femenino en los puestos de mando responde a una inercia social injusta que hay que romper.

Hablo de España, donde no estamos tan mal como en otras culturas, pongamos las árabes o las orientales, o en otros sistemas políticos no democráticos. Y hablo de "mujeres y hombres" porque así lo establece la ley que regula las cuotas y porque lo que venga en el futuro con la entrada en vigor de la 'ley Trans' es un jardín en el que no me quiero meter.

Gracias a las cuotas que introdujo Zapatero en 2007, los parlamentos estatales y autonómicos y los ayuntamientos son ahora mayoritariamente paritarios –entendiendo por paritarios con un mínimo de un 40% de cada género–, cosa que habría tardado muchas décadas en alcanzarse de haberse dejado en manos de los partidos políticos al elaborar las listas.

Todavía hoy, demasiadas listas electorales se hacen poniendo a los hombres y rellenando con mujeres. Allí donde no hay cuotas –presidencia de parlamentos autonómicos o de diputaciones– la presencia de mujeres no llega al 20%. En la presidencia de las autoridades portuarias son apenas el 10%.

Foto: EVA MÁÑEZ

Y en organismos donde cada partido propone un candidato o candidata, todavía ocurre que casualmente todos los partidos quieren presentar a hombres y alguno tiene que 'ceder' en la negociación para que el resultado de la suma sea paritario. Es un avance que ahora se preocupen por la paridad desde el momento de iniciar la negociación –antes no se daban cuenta hasta que se hacían la foto–, pero es sintomático que la precaución sea que no haya demasiados hombres, nunca al revés porque nunca pasa lo contrario.

Muy de acuerdo, por tanto, con las cuotas allí donde hacen falta y por el tiempo que sea necesario. Espero ver el día que no lo sean. Desde que se aprobó la Ley orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, se ha avanzado mucho pero no se ha logrado la igualdad efectiva. No porque nadie conspire en contra sino por una suma de miles de decisiones aisladas que, en conjunto, dan el resultado que dan. Por la inercia de muchos siglos. Y las inercias se corrigen con normas.

Para marcarse un tanto feminista este 8M tan tormentoso para el Gobierno, Pedro Sánchez anunció, y el Consejo de Ministros aprobó la víspera del Día de la Mujer, un anteproyecto de ley de orgánica "para garantizar la representación paritaria en órganos de decisión". Unas medidas que, paradójicamente, pueden resultar perjudiciales para las mujeres allí donde han logrado ser mayoría. Ya pasó con la ley de 2007, que acabó con las listas electorales de partidos feministas que presumían de estar formadas solo por mujeres.

Así, en la nueva ley promovida por Sánchez se imponen las listas electorales 'cremallera' (ordenadas de forma alterna por mujeres y hombres), frente a la actual regulación que prevé que en cada tramo de cinco candidatos haya al menos dos personas (40%) de uno de los dos sexos. La ley, sin embargo, no previó que en el segundo tramo la proporción fuera la inversa, por lo que una lista puede estar formada por tres hombres en los tres primeros puestos y otros tres en los puestos del 6 al 8, de manera que si ese partido logra ocho concejales, seis (el 75%) serán hombres. O a la inversa.

Con las listas 'cremallera' se endurece tanto la formación de las listas, que si entrara en vigor para las elecciones del 28M Sandra Gómez tendría que modificar la suya para el Ayuntamiento de València, que tiene a cinco mujeres en los siete primeros puestos. En 2019 el PSPV logró siete concejales.

De hecho, cuando apruebe la nueva legislación, Sánchez, que tiene tres vicepresidentas en su Gobierno, tendrá que descabalgar a una para situar a un hombre, o bien aumentar a cinco el número de vicepresidencias y nombrar a dos hombres, solución esta última que casa más con su forma de actuar.

En el ámbito privado, Sánchez ha adelantado dos años del calendario impuesto por una directiva de la UE –a propuesta del Partido Popular Europeo, como se ha encargado de recordar Núñez Feijóo– para alcanzar esa paridad mínima del 40% en los consejos de administración y cúpulas directivas de las grandes empresas. Ya estaba previsto en la ley de 2007 con un plazo de cumplimiento de ocho años, pero como era más una recomendación sin sanciones previstas que una obligación, solo la mitad de las empresas del Ibex 35 han alcanzado ese mínimo del 40% de mujeres, y solo dos han llegado al 50%.

Donde no hay cuotas no hay igualdad, hay inercias. La proporción de presidentas de empresas del Ibex es bajísima, solo tres, pero tampoco alcanza el 40% en las empresas públicas estatales donde Sánchez nombra a dedo a los presidentes entre sus amigos y compañeros de partido antes que entre sus amigas y compañeras de partido.

Foto: GABRIEL LUENGAS/EP

La iniciativa de Sánchez apenas ha encontrado resistencia en el mundo empresarial, y en ningún caso por el fondo del asunto sino por las formas. Los empresarios están hartos de regulaciones y son más partidarios de los incentivos que de las multas. Pero claro, a ver quién le da ahora un incentivo a Ferrovial por cumplir las normas de paridad. En cualquier caso, esta normativa es ahora mismo la menor de las preocupaciones de las grandes empresas al lado de todas las normas sobre sostenibilidad que les vienen imponiendo desde hace años y que, esas sí, les cuestan dinero.

En el ámbito político, Sánchez no va a lograr mucho con esta iniciativa a la que no se opone ni Vox. Es verdad que logró descolocar al PP, que reaccionó con burlas de Ayuso y críticas de Gamarra hacia lo que consideró una "cortina de humo" para desviar la atención de la bronca que tiene en su Gobierno, pero Feijóo zanjó el debate al afirmar que la propuesta va "en el buen camino". Porque los populares ahí no tienen nada de qué avergonzarse. Es verdad que las leyes las pone la izquierda, pero la que ha roto la mayoría de los techos de cristal en la política española ha sido la derecha.    

PS: Habrán observado lectores que en ningún caso he puesto la tilde en el adverbio 'solo' porque ninguno generaba confusión. Estuve de acuerdo con eliminarla salvo en casos de ambigüedad y me alegra que la RAE haya mantenido su postura, aunque algunos celebren una supuesta victoria en contra, que es una forma como otra cualquiera de consolarse.

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