La exposición Pamen Pereira. El final del sueño se alojará en el la Sala Dormitori del Centre del Carme, donde reflexionará sobre la idea de la eternidad, lo inmutable y lo intangible hasta el 24 de abril
VALÈNCIA. El despertar de Pamen Pereira ha encontrado su lugar en el dormitorio del Centre del Carme. Donde antes se alojaban los frailes carmelitas del convento ahora alzan el vuelo unas 500 golondrinas invitando a los visitantes a reflexionar sobre la idea de la eternidad que rodea a la vida. El aura religiosa de la sala hace que su lectura se vuelva mucho más intensa, y que obligue al visitante a avanzar sin prisas entre las piezas flotantes de la artista, que se funden entre un ambiente cálido, oscuro y con un sutil olor a mirra que deja entrever una exposición sin rumbo fijo. Cuando Pereira accede a la sala por primera vez solo tiene una petición para los seguridades que la cobijan: que inviten a los visitantes a utilizar la silla dispuesta en la entrada con tal de poder pararse a reflexionar sobre su obra; lo hace con la finalidad de invitar a la reflexión del arte, sobre un asiento que ella misma comprende como parte del relato.
Ese mismo asiento ha ofrecido cobijo tanto a Pereira como al comisario Víctor Segrelles, quienes han trabajado en el montaje de la exposición durante las últimas dos semanas. El comisario define el montaje como uno de los más agotadores e intensos de su carrera, pero lo comprende como totalmente necesario para envolver la obra: “Ha sido uno de los mayores retos a los que me he enfrentado, pero ver todo montado me produce una gran satisfacción”. Dibujo, escultura, fotografía e incluso una estantería de la propia artista conforman un planteamiento artístico que reflexiona sobre la forma de concebir el mundo de Pereira, una artista que ve la vida como principal gabinete de trabajo y la comprende sin esperar sus frutos: “Las piezas están colocadas y expuestas con una meticulosidad increíble, es un trabajo muy tedioso pero el cual disfruto y agradezco. Es mi forma de mezclar el arte con la arquitectura y la espiritualidad, me produce una inexplicable sensación de paz atravesar la sala ahora que está todo finalizado".
La muestra le ha devuelto la vida a un dormitorio que recupera “el descanso” casi 700 años después. Al principio del recorrido de El final del sueño se encuentra una cama flotante soportada gracias a 500 golondrinas de resina, que a su vez penden de un hilo de nylon. Esta obra titulada Life, I'm your Lover se ha montado calculando el posicionamiento de cada ave de forma estratégica para generar una sensación flotante para introducirse en el relato de Pereira: “A través de la aceptación de la impermanencia se da el paso a prescindir del ego, y después se puede llegar a presentir eternidad constante”. Para la artista esta es su sutil forma de comprender la materia dentro del espacio artístico, como herramienta para tomar conciencia de lo que hay más allá, entendiendo el arte como una forma de unión entre lo material con cualquier otra cosa, que en el caso de esta obra “flota” hacia una nueva realidad.
Al final del recorrido se desvela otro nuevo lecho, aunque esta vez se muestra en llamas. El fuego sale desde la colcha, a la altura del corazón del que pudiera estar tumbado descansando, y a su vez la cama se muestra a medio hacer para dar vida a la obra: "Durante las semanas de montaje estuvimos probando la idea de disponer la cama abierta o cerrada", reflexiona Pereira, "tras observarla con detenimiento decidimos dejarla abierta o a medio hacer, con motivo de dar vida a la muestra y de generar un debate en el espectador". Esta cama en llamas de vapor seco y luz desprende a su vez un ligero olor a mirra, evocando a la idea de lo terrenal y de como a pesar de encontrarnos en una exposición con una lírica espiritual y mística que traslada a la idea de concebir el concepto "espiritual" en el día a día.
En el año 2001 Pereira exponía en el espacio La Gallera su muestra Un solo sabor, en esta dispuso hasta 1000 golondrinas sobrevolando un espacio abierto, dispuestas de nuevo una por una sobre una cama y dejándose llevar hacia un techo infinito. La peculiaridad es que estas aves eran mucho más manejables y frágiles que las de resina, ya que estaban hechas de chocolate. Esta intervención pudo exponerse durante un breve período de tiempo y degustarse posteriormente. En 2021 Pereira ha decidido volver a València aunque esta vez poniendo a sus aves a volar en un espacio totalmente espiritual e inspirador para la artista: "Vi este espacio y me enamoré por completo, las obras que se exponen se han creado ex profeso para esta muestra y casan en conversación perfecta con el espacio". Tras 20 años las golondrinas han conseguido volver a alzar su vuelo, junto a la inspiración de la artista y en un terreno casi divino.
Las golondrinas están rodeadas de poesía, y conforman en sí mismas el arte que se dispone en la sala. Una de las fuentes de inspiración de la artista a la hora de plantear Pamen Pereira. El final del sueño fue la poesía del Siglo de Oro, tomando como referencia los poemas de San Juan de la Cruz. En los muros que dan forma al dormitorio el poeta reflexiona sobre cuestiones relacionadas con la fe, el amor y la filosofía. Todo este relato viaja hacia los elevados techos de la sala a través también de una escalinata dispuesta en el centro que parece ascender a los cielos. En el pasamanos de esta se pueden entrever las escrituras del poeta, que la bordean y dicen así: "Ya por aquí no hay camino porque para el justo no hay ley; él para sí se es ley". En el dormitorio la única ley es coger la silla dispuesta al principio de la sala, sentarse y mirar hacia arriba, donde habitan los elementos sobrevuelan las cabezas de los curiosos visitantes.
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